La abrumadora responsabilidad europea
en la Nakba palestina
Traducido del francés para Rebelión por Carlos
Riba García
Destrucción en Beit Hanoun. La Nakba no se ha interrumpido nunca.
La terrible agresión israelí iniciada el 8 de julio pasado no habría sido
posible sin el apoyo diplomático, político y militar de las potencias
occidentales.
Después años de incesante sufrimiento del
pueblo palestino, tanta hipocresía de nuestros países en relación con las
miserables respuestas que proporcionan y de una presión ciudadana que se
intensifica, es necesario hablar de la abrumadora responsabilidad que a Europa
le cabe en esta tragedia. Al menos para contenerla y estar al fin a la altura
de su manera de asumir esta flagrante injusticia, tanto para los antagonistas
como para la pacificación de las relaciones entre los ciudadanos de los países
árabes y los de la Unión
Europea cuyos destinos son sin duda indisociables. En vista
de la dislocación de toda la región después de las letales intervenciones de
Estados Unidos y sus aliados en la OTAN, el que no haya el coraje necesario
para revisar completamente nuestro enfoque aumenta el riesgo de incendio
generalizado que conducirá a un estallido del que nadie puede predecir sus consecuencias.
Esta Europa tan dispuesta siempre a dar
lecciones de “democracia” allí donde se sienta fuerte, pero tan pusilánime
cuando se sabe en una posición de debilidad –es decir, el valor y la probidad
de sus tenores–, esta Europa tan hábil a la hora de desdecirse en los hechos
frente a los múltiples textos de Derecho que publica, esta Europa del
permanente doble rasero debe tener la audacia y la voluntad de romper su
solidaridad con el Imperio que cree que puede redibujar el mapa del mundo al
gusto de sus propios intereses. En el recuerdo, antes de que sea demasiado
tarde, de que Estados Unidos no será mucho tiempo más la incontestada potencia
que dicta sus prioridades y que, por otra parte, la historia ha demostrado su
capacidad para hacer instantáneos giros copernicanos cuando sus intereses se
ven amenazados.
No hay más que ver la inconmensurable
desolación y devastación en que se ha sumido a Irak, Libia, Siria, Afganistán,
Palestina y todos esos sitios en los que Occidente ha ido para ocuparse de lo
que no le concernía, con el pretexto del ¡“derecho de ingerencia… la
democracia… y bla bla bla…”! Antes, la colonización era en nombre de la cruz;
hoy día, cuando eso ya no está de moda, la colonización lleva la etiqueta de
“democracia”. Mientras que, de verdad, intervenimos para saquear lo que nos
interesa. ¿Cómo sorprenderse entonces de que esos pueblos no quieran ni vernos
durante decenios y que nos rechacen, a nosotros y nuestra maldita “democracia”?
Si pudiéramos, aunque sólo fuese un instante, un minuto, ponernos en su lugar y
sentir lo que ellos llevan años sufriendo…
Yo quiero denunciar, con fuerza, este conformismo europeo que
querría desembarazarse de su pasado tan molesto pero del que, a la vista de los
acontecimientos actuales, yo me pregunto si no habrá ahí un atavismo que es
imperioso cuestionar seriamente para poder expurgar de una vez por todas…
Porque, a pesar de todo, ¿cuántos fueron esos europeos que marcharon a la
conquista de la América del Norte y la del Sur para imponer sus ideas con el hierro, el
fuego y la cruz y de los cuales la falta de informaciones en la época no ha
permitido denunciar el más grande genocidio de todos los tiempos en contra de
los indios?; además, ¿cuántos fueron los europeos que marcharon para continuar
sus fechorías en Asia o en África en perjuicio de poblaciones esclavizadas que
durante años derramaron ríos de sangre para conseguir su independencia, tanta
como para preguntarnos si la tierra roja de África no se habrá impregnado de
ella para siempre?, y ¿cuántos fueron esos buenos cristian os
que sabían qué era lo que pasaba en los campos nazis durante la última guerra
mundial y se quedaban impasibles, tan mudos como la Santa Madre Iglesia
en esos mismo años ante el genocidio de los judíos, los homosexuales y los gitanos…
continúo? Como ha dicho con toda justeza Fadwa Nassar: “la verdadera historia
del Occidente bárbaro todavía debe ser escrita y enseñada en las escuelas…”.
Es necesario recordar, una y otra vez más, que
la situación actual de Palestina no es solo una reliquia del pasado
colonialista de los países europeos, sino que es esa misma Europa la que
después de haber machacado a los judíos durante muchísimos años, la que hoy
sostiene a Israel con su masacre de palestinos desde hace decenas de años.
Edificante panorama el que ofrecen los portavoces de esta Europa que bien
querrían no intervenir nunca en esta situación tan apurada, con ese coraje que
tanto les caracteriza. Si todavía hacia falta una prueba más, solo hay que ver
a Tony Blair –el mismo que alabó la guerra en Iraq, donde las tragedias no
cesan– nombrado Representante del Cuarteto (ONU, UE, EEUU, Rusia) en esta
historia. En otras palabras, el hombre que hacía falta para que, en el buen
sentido, nada se mueva, muy ocupado en enriquecerse con sus conferencias aquí y
allá…
Durante siglos nuestros países han colonizado
y devastado desvergonzadamente muchos países y a sus habitantes y, no contentos
con estos crímenes sin número, continúan con sus barbaridades invirtiendo los
roles en el drama palestino, repitiendo a coro que el agresor está en todo su
derecho de defenderse de quien le agrede. Dicho de otra manera: ¡un asesino
tiene el derecho de defenderse de su víctima! Después, vendrán con aire grave y
el índice acusador para señalar a su juventud de tez morena, sin parar de
recalcar que no es cuestión de importar un conflicto cuando ¡está claro que son
sus discursos y sus actitudes ruines los que lo importan un poco más cada día!
Pienso además que esta posición, si la observamos atentamente,
revela un hecho más grave aún: en buena parte, el racismo –desde siempre bien
enraizado y sin resolver– el antisemitismo de antaño es hoy convertido en
islamofobia. Quiero decir que, en sus repercusiones, de momento el apoyo a
Israel no es más que una fachada y que está claro que, si la cuestión no es
trabajada en profundidad, esa transferencia se convertirá en un boomerang que
volverá a su punto de origen, y el antisemitismo resurgirá en todo su
esplendor. Tanto lo uno como lo otro no son otra cosa que una declinación de un
racismo ambiental. Y cuando los extravagantes claman en los medios que Francia es el país menos racista del
mundo, se trata de una expresión imbécil e inmadura que enmascara su contrario
más absoluto. Es como el niño pillado en falta y que grita: “¡Yo no fui!”.
Pero, sin que esto justifique lo otro, aunque los franceses no se sientan
señalados, no son los únicos. Es el conjunto de la Unión Europea el que
regresa –lenta pero indudablemente– a sus viejos demonios. No hay más que ver
el crecimiento de partidos xenófobos por todas partes. Y la forma
desacomplejada de algunos de no esconder su racismo, incluso reivindicarlo, y
encima ¡con la voz cada vez más alta!
No nos engañemos: en estos momentos trágicos
para muchas personas que están pagando con su sangre y con su vida esta abyecta
ley del más fuerte, si nuestros elegidos para representar a los pueblos no se
indignan ni proceden con más firmeza de cara a un estado que tiene carta blanca
para continuar con sus crímenes con toda impunidad es porque en realidad ¡hay
un racismo que florece en sus propias narices! Siempre ahí, bien presente,
rampante, hediondo, con esa malignidad que no duda en travestirse a veces en
las formas más inesperadas, para tratar de pasar desapercibido… merodeando; sus
consecuencias son inapelables: ayer, los indios, los africanos, los indochinos,
los judíos; hoy, los árabes, los musulmanes, los gitanos… Occidente, que se
pretende civilizado gracias a su tecnología, conserva y perpetúa su instinto
dominador, colonizador y profundamente bárbaro. Pero, pensando que quizá pueda
descargar sus responsabilidades, se esconde detrás de los textos, las
declaraciones, las leyes, las resoluciones que, en realidad, le cuestan bien
poco… ¡en tanto que solo las aplica cuando es en su propio interés! ¡Sin hablar
de esas ayudas económicas que concede a los supervivientes de las matanzas que
él mismo organiza! No hay nada más apático e hipócrita que eso…
Hace pocos días, después de la destrucción de
una escuela de la ONU en Gaza, las más altas instancias internacionales
condenaron ese nuevo crimen del ejército israelí. Muy bonito… apenas la tinta
estuvo seca, Estados Unidos, presidido por un radiante Premio Nobel de la Paz,
Obama –¡oh, la farsa de nuestras democracias!–, libró sus depósitos de armas y
munición a Israel para que pudiera continuar con el horror y lo innombrable.
Monto estimado: ¡1.000 millones de dólares! Y otra escuela de la ONU acaba de
ser bombardeada.* De paso, Estados Unidos ha intimado al país ocupado que deje
de defenderse y deponga las armas. Eso es, ¡pon tu nuca en el tajo! Al día
siguiente, el Congreso estadounidense autorizó un desembolso adicional de 200
millones de dólares para mejorar el sistema de defensa y apoyar así aún más a
Israel. ¡Viva el negocio más jugoso de la Tierra, que se hace sobre los
cadáveres de inocentes, entre ellos cientos de niños árabes.
Este fin de semana, después de una anunciada
tregua de tres días, el farol de cola Ban Ki Moon, criado de Washington, ha
exigido –¡nada menos!– a la resistencia palestina que libere “inmediata e
incondicionalmente” a un soldado supuestamente secuestrado durante el cese del
fuego, del cual después Hamás negó su rapto. Pero eso no necesita ser probado;
¡ante todo, señalar al culpable! Y hace pocas horas, Israel reconoce haber
bombardeado otra escuela de la
ONU. Uff … Buscad el error: se da ánimos a un ejército y se le
financia para que continúe cometiendo crímenes contra civiles, y ¡se sanciona a
una población exangüe por el delito de defenderse de la barbarie occidental! Cabe
preguntarse si a esa gente le queda aún algo de moralidad y si acaso tiene idea
de lo que puede pasar en cualesquiera sitios del mundo…
El único continente que se salva es la América
latina, desde donde hoy parten las condenas más claras y más firmes en relación
con la política colonial de Israel. Esos países que todavía tienen el recuerdo
de nuestra arrogancia y nuestro desprecio porque osaron desafiarnos; ¡a
nosotros, los occidentales! En cuanto a la hipócrita Unión Europea ,
prefiere alinearse con Estados Unidos y condenar imprudentemente a Rusia en el
apoyo insensato de un intento de arrancarle su influencia en Ucrania para
añadir otro ornamento a la OTAN, en lugar de fijarse en Israel, cuyas crímenes
y matanzas son cosa de cada día a pesar de unos ceses del fuego tan improbables
como violados inmediatamente, ya que la diplomacia estadounidense ¡establece al
mismo tiempo el derecho de Israel a la defensa propia!
Por lo tanto, esta responsabilidad de
Occidente y la Unión
Europea , particularmente en el conflicto israelo-palestino es
ABRUMADORA, ¡en TODOS los niveles! ¡Es debido a esta complicidad asesina que
Occidente –parcial, injusto y profundamente racista– que la Nakba palestina
perdura desde hace más de 65 años!
Después de tanta y tanta injusticia acumulada en ciertas regiones
del globo, ¿cómo se atreven algunos a acusar a la juventud inmigrante de
importar el conflicto en nuestras fronteras? Por el contrario, yo creo que esa
juventud es particularmente responsable e incluso me asombra que no se haya
rebelado de verdad. En todo caso –aunque sea terrible decirlo–, me siento
obligado a reconocer que la actitud de nuestros irresponsables políticos es la
que arriesga la ocurrencia de otros 11-S…
Ciertos europeos, a quienes no se puede
engañar con artimañas y es imposible arrastrarlos a la indiferencia, exigen que
se haga justicia con el martirizado pueblo de Palestina, que continúa pagando
cada día nuestras sucias cuentas. Y es necesario que los tenores políticos y
mediáticos entiendan eso muy claramente, porque no comprenden que sus
anteriores declaraciones y discursos ya no bastan y que la movilización
ciudadana se renovará en las próximas semanas o cuando terminen las vacaciones
del verano. El ejemplo que dan unos irreductibles resistentes palestinos es tan
elocuente que nos alecciona para que no callemos ante las inicuas exhortaciones
de nuestros gobiernos, que ¡ya querrían que muchos de nosotros abandonáramos la
cultura de la resistencia!
Aquellos que aspiran a gobernar, pero todavía
no han entendido que la rueda de la Historia nunca para de girar, son un
peligro para el destino de los pueblos. Y si muestran que son incapaces de
cambiar su forma de pensar, como lo exige la urgencia de la situación
palestina, y prefieren las diversiones, tocar a rebato y depositar flores en
recuerdo de una guerra de hace 100 años –algo que no les compromete a nada–,
¡que empiecen a cuidarse de que la calle no vaya a buscarles a su propia casa
para hacerles sentir su determinación! Sin hablar de las posibles acusaciones ante
un tribunal que muy bien se les podría iniciar por abandono de un pueblo en
peligro y por connivencia con el agresor estadounidense-sionista en su lento
genocidio del pueblo palestino. Porque es claro, evidente y manifiesto que
Israel y sus aliados poderosamente armados están lanzados hacia “un sitio
demasiado lejano” y están en el camino de perder sus sucias guerras. Ayer,
contra Líbano; hoy contra Siria y Palestina y, de forma más amplia, contra
todos aquellos que han optado por la resistencia a sus dictados profundamente
injustos. Es totalmente obvio que los platillos de la balanza están a punto de
invertir su posición…
Si los responsables políticos de nuestros
gobiernos y de la Unión
Europea , cada día más autistas, no toman nota de lo que está
pasando se arriesgan a despertar un día y encontrarse con una revuelta popular
mucho más difícil de gestionar que los peores levantamientos conocidos en
nuestros países, con partidos extremistas en el poder en algunos de ellos, lo
cual augura despertares aún mas dolorosos de los que hasta ahora hemos conocido
y que nos traerán sombríos recuerdos.
Y termino con una frase notable por su
determinación cuando sabemos lo que la población de Palestina viene soportando
desde hace tantos años. La frase es de Abu Yasan, un lucido y valiente gazatí
que dice: “Todo el mundo piensa que Gaza está ocupada por Israel. La verdad es
que el mundo árabe está ocupado por Israel… ¡excepto Gaza!”.
* La publicación original de esta nota fue el
6 de agosto de 2014. (N. del T.)
Daniel Vanhove es observador civil y miembro del Movimiento
Ciudadano Palestino. Es autor de 13 libros publicados por la editorial Marco Pietteur
(en la colección
Oser Dire ).
Fuente original: http://www.info-palestine.eu/spip.php?article14828 Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=188497
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