De Lugo a Cartes: el
Paraguay sin tierra
9 de junio de 2015
9 de junio de 2015
Por Federico Larsen (Resumen Latinoamericano )
El 22 de junio se cumple el tercer aniversario del golpe de Estado
parlamentario contra Fernando Lugo en el Paraguay. Al echar un vistazo hacia
atrás, y ver qué fue lo que cambió desde aquél gobierno que se presentaba como
la esperanza de los humildes, encontramos muchas diferencias. En primer lugar
cambió América Latina. La elección de Lugo en 2008 fue la enésima victoria de
un frente progresista en todo el continente que hoy está en franco deterioro.
Era el momento dorado de los proyectos continentales que se oponían al poder
histórico de conservadores y potencias extranjeras, y el gobierno del Frente
Guazú, partido que llevó al ex obispo al gobierno, fue uno de los primeros
eslabones, quizás el más débil, en caer. Cambió la economía, cada vez más
basada en la exportación de soja transgénica en un país en vertiginoso
crecimiento. Cambió la política, con un Paraguay en la actualidad muy lejos de
confiar el poder en otra propuesta que provenga de la izquierda. Lo que no
parece haber cambiado son la desigualdad y la pobreza en el país guaraní, donde
el campesinado y los trabajadores urbanos siguen siendo los sectores más
vulnerables y expuestos a la ya histórica represión del Estado.
El “golpe blando”
La destitución de Lugo en 2012 fue el ensayo
mejor realizado de lo que se conoce como golpe blando, o golpe de guante
blanco. Se trata de un método para desbaratar un gobierno sin la intervención
directa de las Fuerzas Armadas o el empleo clásico de la violencia. Simplemente
alcanza con generar un clima político inestable, presentar al gobierno de turno
como culpable de la crisis y encontrar las formas de doblegar la ley para
tumbarlo. Eso es lo que sucedió hace tres años en Paraguay.
Para comprenderlo, sin embargo, es necesario reconstruir la
historia que llevó a ese golpe. Paraguay es la nación más desigual del mundo en
cuanto a la concentración de la tierra. Según datos oficiales, el 2,6% de los
propietarios detienen el 85% de la tierra cultivable, la base del poder
político y económico en el país. Muchos de estos campos constituyen lo que se
llaman tierras malhabidas, es decir que debían destinarse a la reforma agraria,
prevista en la Constitución , y terminaron en manos de simpatizantes de la dictadura Alfredo
Stroessner (1954-1989) o amigos de altas autoridades del
Estado. Entre 1954 y 2003 fueron adjudicadas de manera fraudulenta 7.800.000 hectáreas
de tierra, que equivale al 32% del territorio cultivable del país. De esta
manera, millones de paraguayos quedaron históricamente alejados de la
posibilidad de obtener tierras propias, lo cual generó un conflicto social
profundo que aún sigue vigente.
Desde 1885, cuando se aprobó la primera ley de
venta de tierras fiscales, luego de que la guerra de la Triple Alianza
acabara con el proyecto del Paraguay Independiente del doctor Gaspar Rodríguez
de Francia y sus sucesores, la propiedad de la tierra ha sido la principal
causa de persecución y muerte contra el campesinado. En 2014, la Coordinadora
de Derechos Humanos del Paraguay (CODEHUPY), publicó un informe acerca de los
asesinatos de campesinos cometidos en ese país desde la restauración de la
democracia en 1991 hasta agosto de 2013. Allí se revela que 115 campesinos
fueron ultimados por fuerzas de seguridad o sicarios al mando de grandes
terratenientes con el fin de amedrentar las ocupaciones y la lucha por la tierra. A estos hay que
agregar dos casos más en el último año. Gobierno, terratenientes e industriales
fueron quienes mantuvieron el poder durante 61 años seguidos, representados por
el Partido Colorado.
Esta norma se rompió con la llegada de Lugo a
la presidencia. En
2008, el Frente Guazú decidió armar una alianza con una de las agrupaciones
tradicionales del poder en Paraguay, el Partido Radical Liberal Auténtico
(PRLA), al no contar con la estructura necesaria para enfrentar los comicios.
Resistido por los sectores del poder más concentrado y por los movimientos
sociales más radicales, Lugo actuó con una política de doble vía. Si por un
lado mantenía invariada la estructura económica del país, con una fuerte
impronta regresiva y extractivista, por el otro, gracias a los precios
favorables en el ámbito internacional, benefició a millones de paraguayos.
Universalizó el sistema de salud que por primera vez en la historia se volvió
público y gratuito. Entregó netbooks a todos los estudiantes de primaria y sus
maestros. Logró que el entonces presidente de Brasil, Lula Ignacio Da Silva,
aceptara triplicar el monto que pagaba al Paraguay por la venta de energía
eléctrica de la central de Itaipú, y engordar así aún más las arcas del Estado.
En 2010, Paraguay llegó a su record histórico de crecimiento económico, que
alcanzó el 15% de su PBI. En total, entre 2008 y 2012 hubo 24 pedidos de juicio
político contra el presidente por su simpatía hacia los movimientos de
izquierda y sus reivindicaciones.
Para el año 2011, el gobierno de Lugo empezó a
enfrentar el problema de las tierras malhabidas. Comenzó una extensa
investigación, que se traduciría luego en un nuevo impulso a la reforma
agraria, ampliamente prometida pero nunca concretada. Las grandes corporaciones
nacionales y extranjeras, nucleadas en la Unión de Gremios de la Producción
(UGP), comenzaron entonces la campaña de desprestigio que terminó con el juicio
político que destituyó al presidente. En octubre de 2011 se inició un
importante conflicto mediático en torno a la negativa del Servicio Nacional de
Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (SENAVE) a autorizar el cultivo de la
semilla de algodón transgénico Bollgard BT, de la compañía norteamericana de
biotecnología Monsanto. El titular del SENAVE, Miguel Lovera, fue acusado de
incompetencia y hasta de corrupción, y varios medios
nacionales pidieron explícitamente su renuncia. Por otro lado, las
organizaciones campesinas ya habían expresado su inconformidad con la lentitud
con la cual el gobierno estaba llevando adelante la prometida reforma agraria.
En junio de 2012 ambos frentes entraron en acción. La UGP llamó a
un tractorazo en Asunción para el 25 de ese mes, una acción que tenía más un
tinte destituyente que de protesta. En Marina Kue, en el departamento de Curuguaty,
unos 1000 campesinos tomaron una finca que reivindicaban como terreno fiscal, y
por lo tanto parte de la redistribución de tierras prometida. Pero la propiedad
era reclamada por el empresario Blas Riquelme, ex presidente del Partido
Colorado, que la había obtenido en los años de repartición de tierras
malhabidas. El 15 de junio de 2012 unos 300 efectivos de la policía comenzaron
el desalojo de los campesinos, en lo que se conoció como la Masacre de
Curuguaty. Si bien aún no hay una definición judicial sobre lo que sucedió
allí, varias investigaciones de organizaciones de derechos humanos, nacionales
y extranjeras, apuntan a que se trató de una emboscada organizada por los
grandes propietarios de la tierra para culpar luego al gobierno de la masacre. Y así sucedió.
En ese desalojo murieron 11 campesinos y 6 policías. De inmediato, Lugo fue
acusado de “traer el caos y la lucha de clases entre compatriotas”, como figura
en las acusaciones del juicio político que lo destituyó el 22 de junio. Su
vicepresidente, el liberal Federico Franco, tomó el poder hasta el 15 de agosto
de 2013, cuando asumió nuevamente un presidente colorado, Horacio Cartes.
La vuelta del “orden”
Las primeras medidas de Franco en el gobierno
apuntaron a restablecer el orden tradicional. Reemplazó y persiguió a todos los
funcionarios puestos por Lugo, y abrió paso a la “modernización” agrícola
reclamada por los terratenientes a través de la prensa. En agosto de
2012, se liberó para la siembra la semilla transgénica de algodón MON531 y, en
noviembre, las de 4 maíces, todas pertenecientes a las empresas extranjeras
Monsanto, Dow, Syngenta y Pioneer. Hasta ese momento, sólo una semilla
genéticamente modificada de soja, aprobada en 2004, podía ser comercializada y
sembrada. Antes del final del mandato de Franco, Monsanto logró obtener
inclusive dos patentes exclusivas para Paraguay, algo a lo que los funcionarios
depuestos se habían opuesto enérgicamente. Diferente fue la fuerza con la que
se opusieron a la
destitución. Luego del juicio político, Lugo pronunció un
débil discurso de abandono de la presidencia, y la resistencia se trasladó a la Televisión Pública
del Paraguay ante los intentos de desmantelamiento desde las primeras horas del
gobierno de Franco.
La comunidad internacional condenó la
deposición de Lugo y suspendió a Paraguay de la Unasur y el Mercosur, hasta que
no regresara un mandatario democráticamente elegido. Además, varios países en
el mundo desconocieron al nuevo gobierno y provocaron un aislamiento
internacional que perjudicó gravemente la situación del país. Con un presidente
liberal desacreditado dentro y fuera del país, envuelto en continuos escándalos
de corrupción, y una resistencia social anti-golpista en franca disminución, el
Partido Colorado comenzó a preparar su retorno al poder. Para las elecciones de
2013 presentó a un candidato joven, ajeno a las estructuras políticas
tradicionales, una cara nueva que renovara la imagen venida a menos del
histórico partido. Cartes, un empresario exitoso, presidente del tetracampeón
del fútbol paraguayo, el Club Libertad, ex director de selecciones de la Asociación Paraguaya
de Fútbol fue el elegido. Él mismo admitió que el 15 de agosto de 2013, día en
que ganó las elecciones presidenciales, fue la primera vez que iba a votar.
Sus primeras medidas se basaron en otorgar
poderes especiales al Ejecutivo, especialmente en materia de seguridad. Emanó
la Ley de Seguridad Interna, que permite al gobierno, sin aprobación del
Parlamento, la militarización y declaración de Estado de Sitio en enteras
regiones del país con la excusa de la lucha contra la insurgencia del Ejército
del Pueblo Paraguayo (EPP). Los movimientos campesinos denuncian que con esta
ley, los militares efectúan desalojos, racias, y violaciones a los derechos
humanos favoreciendo aún más la concentración de la tierra. Logró la
aprobación de la ley de Alianza Público Privada (APP), que permite la
intervención de empresas en los servicios que provee el Estado, como
infraestructura, salud o educación. Pero especialmente dio un estrepitoso
impulso a la producción transgénica en el sector agrícola.
Actualmente el 92% de la tierra cultivable en
Paraguay se usa para producir alimentos destinados sólo a la exportación. De
estos, el 20% están controladas por extranjeros, sobre todo brasileños (4,8
millones). Aquí el producto estrella es indudablemente la soja del cual
Paraguay es hoy el cuarto productor y el sexto exportador mundial. Bajo el
gobierno de Cartes se liberaron otras seis variedades de semillas transgénicas,
resistentes a los pesticidas. Gran conmoción causó el año pasado la muerte de
Adela y Adelaida Álvarez, de seis meses y tres años de edad respectivamente, a
causa de las fumigaciones en Huber Duré, departamento de Canindeyú, y las
denuncias por la contaminación debida al agronegocio se multiplicaron en el
último año. Los movimientos campesinos llevan adelante desde hace tres años
movilizaciones multitudinarias en defensa de la semilla nativa y las formas de
producción tradicional. Pero, como sucedió durante casi toda la historia
paraguaya, la alianza entre terratenientes, poderes públicos y fuerzas de
seguridad impiden que estos proyectos logren tener más fuerza. Al amparo de un
evidente crecimiento económico, el nuevo gobierno llama a acabar con la
“cultura de la pobreza”, a “modernizar” gracias a los grandes proyectos
agroindustriales y a abrazar el libre comercio como política de Estado. Un
cuarto de la población sigue aún por debajo de la línea de pobreza, mientras
que la seguridad social está cada vez más imbricada con los intereses privados.
Los cambios que se produjeron en los últimos tres años sólo
aceleraron un proceso de concentración de la riqueza que funciona desde hace ya
140 años. Hubo, sin dudas, algunos frenos puestos al crecimiento de la
desigualdad, que sin embargo pudieron ser desbaratados sin demasiado esfuerzo.
Y el futuro, en ese sentido, no parece ser demasiado promisorio.
http://www.resumenlatinoamericano.org
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Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=199749
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