Entrevista
con el abogado ambientalista argentino Enrique Viale
“En América Latina la megaminería
constituye
una nueva forma de neocolonialismo,
saqueo, dominación territorial y
degradación ambiental”
8 de junio de 2015
Por Fernando Arellano
Ortiz (Rebelión/ Cronicón.net)
La megaminería, un ramo de explotación de recursos naturales por
parte de las rapaces transnacionales que en América Latina viene generando
altos picos de conflictividad en las comunidades afectadas por los impactos
ecológicos y de salud pública, constituye “una nueva forma de neocolonialismo,
de saqueo, contaminación y degradación medioambiental”, señala Enrique Viale,
investigador social argentino, abogado ambientalista, quien es coautor junto
con la
socióloga Maristella Svampa del libro Maldesarrollo. La
Argentina del extractivismo y el despojo, (Katz Editores, 2104). Un sugerente
título que se adentra en el análisis sobre las consecuencias del extractivismo
no solo en el país gaucho sino en Latinoamérica.
Los autores proponen en este trabajo
bibliográfico dilucidar lo que el pensamiento único trata de ocultar y la
“canalla mediática” de acallar: el pernicioso y criminal modelo económico que
el capitalismo ha adoptado y cuyo resultado en los países latinoamericanos no
ha sido otro que el “maldesarrollo”, como ellos con precisión y contundencia
han denominado.
Un “maldesarrollo” que se plasma en el
predominio del extractivismo de materias primas, principalmente de recursos
minero-energéticos, la extranjerización de la economía y el desplazamiento de
las viejas burguesías nacionales por nuevos grupos exportadores, lo cual
constituye una verdadera limitación en el avance por limitar los abusos y
desafueros del capitalismo especulativo y depredador.
Este proceso de continuar dependiendo de la
explotación de recursos naturales como base para financiar la economía de los
países de la región con absoluta dependencia de las depredadoras
multinacionales es lo que acertadamente Svampa y Viale denominan en su libro
“el Consenso de los Commodities”.
En efecto, en la última década, sostienen estos investigadores
sociales argentinos, las naciones latinoamericanos han transitado del Consenso
de Washington (el que formuló el modelo neoliberal) al Consenso de los
Commodities, basado este último en la exportación de bienes primarios a gran escala
como hidrocarburos, metales minerales y biocombustibles.
Estas exportaciones de materias primas que
generan efímeras “bonanzas” acarrean sin embargo profundas perversiones, habida
cuenta que se reprimariza la economía, los derechos fundamentales de las
comunidades son atropellados, la naturaleza es depredada, los ingresos
generados no dinamizan las economías nacionales, surgen diversos fenómenos de
violencia, la voracidad y la corrupción se institucionalizan, terminando por
afectar los incipientes procesos democráticos de los países de la región.
“Desde el punto de vista social, –explican en
su libro Svampa y Viale- el Consenso de los Commoditties conlleva la
profundización de la dinámica de desposesión -según expresión popularizada por
el geógrafo David Harvey (2004)- esto es, un modelo de despojo y concentración
de tierras, recursos y territorios que tiene a las grandes corporaciones (en
una alianza multiescalar con los diferentes gobiernos) como actores
principales.
En la actualidad, no hay país latinoamericano
con proyectos de minería a cielo abierto que no tenga conflictos sociales
suscitados entre las empresas mineras y el gobierno versus las comunidades. Más
de 120 conflictos activos involucran a más de 150 comunidades afectadas a lo
largo y ancho de toda América Latina.
“La minería metalífera a cielo abierto, -señala Maristella
Svampa-, se ha convertido en la actividad más cuestionada en la región, en una
suerte de figura extrema, un símbolo del extractivismo depredatorio, al
sintetizar este conjunto de rasgos particulares directamente negativos para la
vida de las poblaciones y el futuro de nuestros países. En consecuencia, no se
trata solamente de una discusión económica o ambiental, sino también de una
discusión política sobre los alcances mismos de la democracia: se trata de
saber si queremos debatir lo que entendemos por desarrollo sostenible; si
apostamos a que esa discusión sea informada, participativa y democrática, o
bien, aceptamos la imposición de nuestros gobernantes locales y las grandes
corporaciones, en nombre del nuevo Consenso de los Commodities y de un falso
desarrollo”.
Extractivismo: modelo de despojo y
concentración de tierras
Gracias a la invitación de PAX Holanda a
participar de la divulgación de su documentado informe-denuncia El lado oscuro
del carbón. La violencia paramilitar en la zona minera del Cesar, Colombia (http://www.cronicon.net/paginas/Documentos/El%20Lado%20oscuro%20del%20carbon.pdf),
ante diversos sectores intelectuales, periodísticos y de defensa de derechos
humanos en Argentina, el Observatorio
Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net , tuvo la oportunidad de
dialogar con el especialista en estos temas, el abogado Enrique Viale, quien
además es un activista medioambiental, investigador social y catedrático
universitario.
Viale es jurista de la Universidad de Buenos
Aires especializado en Derecho Ambiental. En 2004 fundó, junto con otros
colegas, la
Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, de la cual
es su actual presidente. Además es miembro del Tribunal Ético por los Derechos
de la Naturaleza y la
Madre Tierra que lidera la Premio Nobel Alternativo ,
Vandana Shiva. Litiga en numerosas causas por daños y recomposición ambiental y
recorre buena parte de la geografía argentina acompañando las luchas ciudadanas
y asamblearias. Forma parte también del Grupo Permanente de Alternativas del
Desarrollo que coordina la Fundación Rosa Luxemburgo , junto a otros
referentes de América Latina.
- ¿La
megaminería en este continente se ha convertido en un nuevo esquema de pillaje
y de saqueo?
- Sí, nosotros no tenemos ninguna duda de que
esta nueva modalidad de extracción, esta figura extrema del extractivismo que
es la megaminería es una continuación de los 500 años del descubrimiento de
América, una nueva vuelta de tuerca. La megaminería es una figura más compleja,
con mayor dominación territorial, con mayor apropiación de territorio y que
provoca desplazamiento poblacional, una gran alteración ambiental,
fundamentalmente. También es un gran saqueo, de eso se trata, no es casual que
las características de la megaminería estén presentes en toda América Latina.
Incluso las legislaciones son prácticamente iguales en Argentina, Perú,
Colombia, Chile, redactadas por el mismo lapicero y las zonas mineras
prácticamente idénticas. Entonces creemos que sí, que la megaminería es una
forma actual de neocolonialismo, de saqueo, contaminación y degradación
ambiental.
- Usted
ha venido investigando sobre los graves riesgos de la nueva modalidad de
explotación petrolera con altísimos niveles de contaminación y de destrucción
del medio ambiente que es el fracking.
¿Cuáles son concretamente las consecuencias sobre los ecosistemas de este nuevo
sistema de explotación hidrocarburífera?
- El fracking se trata de sacarle, chuparle los últimos
jugos a la tierra para mantener la ilusión del crecimiento ilimitado, de que el
petróleo nunca se acaba. Su propósito es mantener esta dependencia del
combustible fósil que a nivel global nos está llevando a la catástrofe con el
cambio climático. Pero no es la única afectación que genera el fracking,
también retrasa el camino a encontrar otras energías renovables, al tiempo que
ocasiona un altísimo impacto ambiental por sus propias características, porque
lo que hace fundamentalmente es ir por la roca madre. Esa roca que tiene
contenido de hidrocarburos, los pequeños poros como decimos, es una especie de
piedra pómez y lo que se hace es perforarla con presión hidráulica muy fuerte,
usando químicos de todo tipo para poder unir estos compartimientos y de esa
manera poder chupar esos hidrocarburos. Todo este proceso es muy complejo,
requiere de muchísima apropiación territorial y afecta las napas de agua. Se
necesita para el proceso mismo de cada fractura más de 30 millones de litros de
agua y también muchos químicos, centenares de químicos, la mayoría de ellos
contaminantes y muchos desconocidos por las poblaciones porque las empresas lo
definen como secreto comercial. Entonces genera un tipo de contaminaciones
realmente muy graves, mucho más complejo de la ya contaminante extracción
convencional.
- Esta
maldición de la abundancia en recursos naturales definitivamente está generando
lo que en el libro de coautoría con Maristella Svampa ustedes han denominado un
“Maldesarrollo”. ¿Se puede contrarrestar de alguna manera dada la codicia sin
límite del capitalismo?
- Es difícil en la etapa actual del
capitalismo plantear freno al crecimiento ilimitado. El capitalismo necesita
mantener permanentemente esa ilusión de crecimiento, crecimiento, crecimiento,
y utiliza para ello el concepto incluso de desarrollo, por eso nosotros
cuestionamos el concepto hegemónico de desarrollo creado a comienzos del siglo
pasado por Harry Truman, el presidente de Estados Unidos cuando inauguró su
segundo mandato que empieza a hablar de países subdesarrollados y nos pone en
esa carrera por alcanzar hacia un desarrollo que nunca llega. Es la historia de
Latinoamérica, son las venas abiertas de América Latina. Lo cierto es que no
hay ninguna región ni país del mundo que haya logrado desarrollarse a partir de
la extracción de recursos naturales. Yo siempre que debato sobre esto le pido a
mi oponente que me diga así sea una región en el mundo que haya logrado un
verdadero desarrollo socioeconómico con la explotación masiva de sus recursos
naturales. Por el contrario, la muestra inexistente de desarrollo en ese
sentido es la historia de América, de África. Por ello lo interesante de todo
esto es empezar a pensar más que en desarrollo alternativo en las alternativas
al desarrollo, analizar el concepto hegemónico del desarrollo, que es lo que
están haciendo muchas poblaciones, muchos grupos que comienzan a resignificar
conceptos que existen, que están dando vuelta, como soberanía alimentaria,
derecho a la naturaleza, Buen Vivir, justicia ambiental, esos conceptos que
están olvidados en la agenda mediática política pero que están llenándose de
contenidos. Hay que buscar por ahí y por eso nuestra jugada principal es
también rectificar, hablo de todas estas figuras del tema alternativo que
parecen que nos vienen a traer progreso pero que en muchas ocasiones nos
conducen a esa maldición de la abundancia.
- Otro
de los temas que ha trabajado es el relacionado con los productos agroquímicos
que produce la
transnacional Monsanto. Uno de sus productos “estrella” que
genera tanta controversia y que le representa un excelente negocio es el
glifosato. En la Argentina lo utilizan mucho para los cultivos de soja; en
Colombia para los mal denominados cultivos ilícitos. ¿De acuerdo con sus
investigaciones, el glifosato si es una sustancia química que afecta la salud
humana y el medio ambiente?
- No hay ninguna duda, sobre eso nosotros
tenemos las pruebas empíricas en Argentina, cuyos resultados son lamentables.
En este país hay 20 millones de hectáreas con soja transgénica, para este
cultivo se necesitan 300 millones de litros de glifosato por año que se arrojan
desde aviones, un ataque químico que termina por la deriva en poblaciones
semirrurales, rurales, en escuelas campesinas, donde los índices de
enfermedades, las cancerígenas fundamentalmente, se han duplicado. Hace poco se
publicó un informe muy interesante por la Universidad de Córdoba que muestra
cómo en una ciudad que paradójicamente se llama Monte Maíz tiene duplicado sus
índices de cáncer por este fenómeno. Acá en Argentina hay redes de pueblos
fumigados, red de médicos fumigados que están peleando hace mucho tiempo y
mostrando las consecuencias del glifosato sobre el medio ambiente pero también
sobre la salud de las personas. Hay trabajos científicos muy interesantes y
revolucionarios como el de Andrés Carrasco y lo ha dicho la OMS. Además están los
testimonios de grupos de madres de los pueblos fumigados que luchan por la vida
de sus hijos y tenemos más de 100 investigaciones en todo el mundo. En el caso
argentino contamos con investigaciones muy concretas de las implicaciones del
glifosato y ahora lo dice la IARC que es la agencia de investigación sobre el
cáncer dependiente de la OMS al señalar que el glifosato es potencialmente
cancerígeno. En eso no hay ninguna duda, ya está confirmado. No hay duda de lo
que significa el glifosato y hay que empezar a salir de eso urgentemente, algo
muy difícil en Argentina.
- ¿Definitivamente
las transnacionales prácticamente son como las tres carabelas que vinieron en 1492 a América con la
Biblia, la espada y la sífilis?
- Nosotros creemos que sí, que las
transnacionales son continuadoras de eso, ahora la espada con que cuentan
actualmente son los medios de
comunicación. Están muy protegidas por los medios
y por los gobiernos como el argentino que es totalmente cómplice con el modelo
de agronegocio. Como todos los gobiernos de América Latina sean de derecha o de
izquierda. Es lo que tratamos en el libro de coautoría con Maristella Svampa al
señalar que los países latinoamericanos han transitado del Consenso de
Washington al Consenso de los Commodities, basado en las exportaciones de
bienes primarios a gran escala que conlleva a la dinámica de la desposesión,
esto es un modelo de despojo y concentración de tierras, recursos y territorios
que tiene a las corporaciones, en alianza con diferentes gobiernos, como
actores principales. En Argentina, la megaminería sigue una dinámica
absolutamente neoliberal, toda la legislación es neoliberal y a ultranza, no es
como en Bolivia que por lo menos ha modificado la legislación. El
caso argentino es igual al de Perú y Colombia. En nuestro país el agronegocio
ha avanzado como nunca según las propias cifras oficiales. Sólo Monsanto ha
aumentado su producción en un 60% en Argentina, lo que significa que las
afectaciones sobre la vida y el medio ambiente avanzan sobre campesinos,
pueblos indígenas y bosques nativos.
- ¿La
resistencia que oponen los movimientos sociales frente a las transnacionales es
una lucha de David contra Goliat?
- Es un David contra Goliat pero teniendo en
cuenta que David pudo vencer a Goliat. En Argentina tenemos nuestro David que
es Famatina, es Esquel, donde sus poblaciones han vencido logrando proteger su
territorio. Otras están en la lucha, que por supuesto es muy desigual.
Fuente original: http://www.cronicon.net/paginas/mineroenergeticas/Nota6.htm
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=199726
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