Es sorprendente que se
considere sorprendente
la victoria de Trump
14 de noviembre de 2016
Por Vicenc Navarro (Público)
Lo que ha ocurrido en EEUU con la elección del candidato
republicano, el Sr. Donald Trump, era predecible. Y así lo había yo indicado en
un artículo reciente (ver “De lo que no se informa y/o se conoce sobre las
elecciones en EEUU”, Público, 18.10.16). En realidad, la posibilidad de que
ocurriera lo que ha ocurrido se ha ido fraguando desde los años noventa, cuando
el partido Demócrata, bajo la presidencia del Sr. Bill Clinton, aplicó toda una
serie de políticas de clara sensibilidad neoliberal (hasta entonces patrimonio
del Partido Republicano), algo que también ocurrió en el Reino Unido cuando el
Sr. Tony Blair, dirigente del Partido Laborista, adoptó las medidas
neoliberales que había propuesto la Sra. Thatcher , dirigente del Partido Conservador.
En realidad, y tal como he documentado en otro artículo, la Tercera Vía del
gobierno Blair estaba muy inspirada en las políticas llevadas a cabo por la Administración Clinton
(ver “El fracaso del nuevo laborismo y del socioliberalismo”. Sistema,
21.05.10).
La derechización del Partido Demócrata: el origen dela Tercera Vía
Estas políticas neoliberales significaron un
cambio notable de las políticas del Partido Demócrata heredadas del New Deal
establecido por el presidente Roosevelt, y que justificaban que tal partido se
presentara como el “partido del pueblo llano” frente al instrumento político
del gran empresariado, representado por el Partido Republicano. Tales políticas
del New Deal (y más tarde de la Great Society ) fueron sustituidas por políticas
neoliberales llevadas a cabo por el presidente Clinton, las cuales incluyeron
la desregulación en la movilidad del comercio y del capital financiero,
iniciándose toda una serie de tratados referidos como tratados de libre
comercio, de los cuales el más importante fue el Tratado de Libre Comercio
entre EEUU, Canadá y México, conocido en inglés como NAFTA. Tal tratado era
altamente impopular entre los sindicatos y entre las bases electorales del
Partido Demócrata, lo cual explica que la mayoría de los miembros del Partido
Demócrata en el Congreso no votaran a su favor. Solo los procedentes del sur de
EEUU (que suelen ser los más conservadores) apoyaron dicho tratado, junto con
la mayoría de los miembros del Partido Republicano. Tal aprobación significó un
giro importante en las políticas del supuesto “partido del pueblo”, el cual
dañó, como era predecible, a los trabajadores de los sectores manufactureros
(los sectores mejor pagados dentro de la fuerza laboral en EEUU), pues vieron
sus trabajos desplazados a Méjico cuando sus empresas se trasladaron a aquel
país, perdiéndose con ello millones de buenos empleos en EEUU. Fue así como el
Partido Demócrata favoreció extensamente el tipo de globalización económica que
hemos conocido desde los años ochenta y noventa (iniciado por Ronald Reagan y
Margaret Thatcher). Este globalismo ha sido uno de los elementos que ha
debilitado más a la clase trabajadora, pues el mundo empresarial ha utilizado
contra el mundo de trabajo la amenaza de desplazarse a otros países en caso de
no obtener concesiones en forma de bajada de salarios, de recortes en su
protección social y de deterioro de sus condiciones de trabajo.
La derechización del Partido Demócrata: el origen de
Estas
Tal globalización contribuyó al alejamiento de la clase trabajadora del Partido Demócrata. En realidad, la pérdida de la mayoría del Partido Demócrata en el Congreso (incluyendo el Senado) se debió a la masiva abstención de la clase trabajadora en las elecciones al Congreso del 1994, después de que el presidente Clinton aprobara en 1993 el NAFTA con el apoyo mayoritario del Partido Republicano. Fue entonces cuando ya se inició el enfado de la clase trabajadora. Como bien ha comentado el politólogo Thomas Frank en su libro Listen, Liberal, a medida que el Partido Demócrata fue distanciándose de la clase trabajadora, fue aumentando la influencia de la clase media profesional (personas con estudios superiores, incluyendo los universitarios) en los aparatos de tal partido. En realidad, fue el crecimiento de esta influencia, ejemplificada por
El continuismo del neoliberalismo con Obama
Tales políticas han sido seguidas por el Presidente Obama, e incluso expandidas durante su mandato para incluir el proyectado tratado de libre comercio con los países del Pacífico y el intento de establecer otro con
La segunda mayor ofensa a las clases populares por parte del socioliberalismo: la desregulación de
Otra
El resultado de tal complicidad es el rescate que el gobierno federal hizo de la banca cuando las burbujas especulativas estallaron, poniendo en peligro la viabilidad del sistema financiero, que estaba metido en la especulación hasta
El justificado y predecible enfado de la clase trabajadora
Era obvio que se estaba acumulando un enfado que podía apercibirse en el enorme descrédito de las instituciones llamadas representativas en aquel país, y que son ocupadas por una de las clases políticas más estables en el mundo capitalista avanzado, resultado del sistema de financiación, predominantemente privado, del proceso electoral de aquel país, en un sistema bipartidista carente de proporcionalidad y que prácticamente imposibilita la entrada de nuevos partidos.
Tal pérdida de legitimidad se traduce en que la mayoría de la clase trabajadora no vota en EEUU. Tal clase representa aproximadamente el 52% de la población estadounidense (un número bastante próximo a lo que la población señala como su pertenencia, cuando se le pregunta si se considera de la clase alta, la clase media o la clase trabajadora). Al haber una relación inversa entre nivel de renta y participación en el proceso electoral, se deduce que la mitad de la población estadounidense, por debajo de la media, es la que no vota (en EEUU solo votan entre un 52% y un 54% de la población que podría hacerlo), y pertenece a la clase trabajadora. En realidad, el descenso electoral del Partido Demócrata está muy marcado por el creciente grado de abstención de la población obrera identificada con este partido. El cambio del Congreso de demócrata a republicano que tuvo lugar en el año 1994, que he citado en un párrafo anterior, fue resultado del crecimiento de la abstención obrera en respuesta a la aprobación del NAFTA.
La marginación de la clase trabajadora
El cambio de los partidos que electoralmente tenían como base central la clase trabajadora y otros componentes de las clases populares hacia otros sectores y clases sociales (definiéndose a sí mismos como partidos de las clases medias) fue resultado del cambio de composición de los aparatos de tales partidos, con un claro dominio de las clases profesionales, personas con educación superior que asumían que o bien la clase trabajadora estaba despareciendo, o bien se estaba convirtiendo en clases medias. Esta llamada “modernización” de tales partidos incluyó la adopción por su parte de elementos de la ideología neoliberal, que había sido transmitida desde los años ochenta por los partidos conservadores y liberales. En realidad, el Partido Demócrata hoy está próximo (sin estar afiliado) a
Los costes de ignorar a la clase trabajadora
La desaparición de clase social como categoría sociopolítica por parte del Partido Demócrata (como también ha ocurrido con la socialdemocracia) implicó el abandono de las políticas redistributivas. El Partido Demócrata (considerado con excesiva generosidad como la izquierda en EEUU) enfatizó, en lugar de políticas de clase, políticas encaminadas a integrar a las minorías y a las mujeres en el sistema político, basando su estrategia política en combatir la discriminación en contra de las minorías (negras y latinas) y en contra de las mujeres. Estas políticas fueron, en parte, exitosas en incorporar estos grupos discriminados dentro de las instituciones políticas de carácter representativo y en la administración pública. Pero las mayores beneficiarias de estas políticas fueron personas de clase media de renta alta, sin que en general afectaran al bienestar económico y social de la mayoría de minorías y mujeres, que pertenecían a la clase trabajadora. El intento de integrar a las mujeres y a los negros (y en parte también a los latinos) en el sueño americano no afectó al bienestar de las clases populares. Las políticas de identidad sin sensibilidad de clase (supuestamente desaparecida) no cambiaron el poder de la clase dominante del país. Solo cambiaron el color y el género de las clases medias de renta alta. La victoria del presidente Obama, una persona negra, no afectó al bienestar económico de la clase trabajadora negra, mostrando los límites de tal estrategia identitaria, en ausencia de unas medidas de tipo clasista.
Y las elecciones del pasado 8 de noviembre han mostrado como la gran mayoría de las mujeres de clase trabajadora ha votado por Trump, que fue, de los dos candidatos (Trump y Clinton), el que acentuó más el discurso de clase. Trump se presentó como el defensor del mundo del trabajo, haciendo referencia constante a que su gente eran las personas con escasa educación, a las cuales el establishment político del país denominaba como “white trash” (basura blanca). Y el primer punto que subrayó en su discurso en la noche de las elecciones fue que él representaba a las personas olvidadas por el sistema. Viéndole en aquel momento, me recordaba el discurso de la líder del Partido Conservador británico,
Siempre había alternativas que el establishment político-mediático vetó
En las últimas elecciones hubo la alternativa a Hillary Clinton, que había apoyado todas las políticas de su esposo durante su mandato Se llamaba Bernie Sanders, el candidato en las primarias demócratas, socialista sin complejos, que siempre defendió los intereses de la clase trabajadora, Bernie Sanders, conocido por su integridad y compromiso con las clases trabajadoras, y que apostaba explícitamente por una “revolución política” encaminada a democratizar las instituciones políticas y económicas del país, movilizando a grandes sectores de la clase trabajadora y a la juventud del país. Fue un terremoto dentro del Partido Demócrata, y el aparato de tal partido se movilizó por todos los
Clase o raza y género, o clase, raza y género: los orígenes históricos de este debate en EEUU
El desconocido precedente de Sanders fue la candidatura del reverendo Jesse Jackson en 1988. Tal candidato en las primarias del Partido Demócrata enfatizó, en las primarias anteriores, en 1984, la necesidad de integrar a la población negra en la sociedad estadounidense. Su eslogan fue “Our time has come” (nuestro tiempo ha llegado). Presentándose como discípulo de Martin Luther King y como “la conciencia de EEUU”, la recepción del establishment político-mediático fue sumamente favorable. El New York Times escribió un editorial sumamente positivo. Fui asesor suyo en temas sociales y económicos en aquella campaña, y ello a pesar de mi desacuerdo con la orientación de la misma, pues si la intención era llegar a ser presidente de EEUU, presentándose como la voz de las minorías, no era el mejor método para llega a tal puesto.
En el año 1988, en cambio, se presentó como el candidato de la clase trabajadora, siguiendo el consejo de algunos de sus asesores, incluyéndome a mí. Formó así el movimiento Arco Iris (
Ahora bien, la fuerza de las izquierdas asustó al Partido Demócrata y el gobernador Clinton del Estado de Arkansas lideró la campaña para parar a las izquierdas, a la vez que hizo suya, en las elecciones en el año 1992, la petición de establecer un programa nacional de salud, que había sido muy movilizadora en la campaña de Jackson del 1988. De ahí que, después de ganar, estableciera un grupo de trabajo, liderado por su esposa, Hillary Clinton, del que Jesse Jackson y líderes sindicales insistieron que yo formara parte, invitándoseme a que les representara en tal grupo de trabajo.
Una última observación
Como era predecible, los grandes
Este excesivo énfasis en los personajes, frivolizando la política, es la característica de lo que se conoce como
Vicenç Navarro: Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Director del JHU-UPF Public Policy Center
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2016/11/11/es-sorprendente-que-se-considere-sorprendente-la-victoria-de-trump/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219123
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