Acaparamiento de tierras y bienes
comunes.
Perspectivas y dimensiones
del fenómeno en Argentina -
Amigos de
3
1. Resumen del documento
En la
Argentina, la tendencia al acaparamiento de tierras a gran escala y de riquezas
naturales es un fenómeno que si bien es difícilmente medible, cada vez genera
mayores conflictos sociales y ambientales que contestan fuertemente el modelo
de desarrollo extractivista-exportador. El documento divide el acaparamiento de
la tierra en diferentes sectores: por agronegocios, plantaciones forestales,
por minería a gran escala, para fracking y del espacio urbano, analizando los
territorios donde se han producido, las causas y consecuencias de cada uno.
Analiza también la existencia de un marco legal que toca directa o
transversalmente la cuestión de la tierra, a veces reforzando y otras
conteniendo pobremente el avance del acaparamiento.
El acaparamiento de tierras se inscribe en un modelo de
desarrollo promovido por el Estado, a nivel federal, provincial y local,
reforzado por los últimos gobiernos progresistas que todavía le defienden como
un motor fundamental del “crecimiento económico” del país y como una
“contribución para combatir la pobreza”. Este modelo es cada vez más
cuestionado por los impactos sobre las comunidades y el territorio, porque
reproduce los mismos procesos productivos, las mismas relaciones de poder y los
mismos impactos socio-ambientales. Así, frente al avance de la megaminería,
agronegocios, plantaciones forestales y petroleras sobre los territorios
rurales argentinos, la resistencia de organizaciones sociales, campesinos e
indígenas ha sido fuerte. La respuesta estatal y empresaria ha sido siempre la
represión.
El texto
denuncia la respuesta estatal represiva y la violación a los derechos de las
poblaciones, indígenas o no, que resisten las actividades extractivistas y el
acaparamiento, cuestionando incluso la gestión de los bienes comunes y el
modelo de desarrollo impuesto y su sustentabilidad. Las movilizaciones se
inscriben así, en un movimiento no sólo de resistencia sino, de manera más
amplia, en la construcción de nuevos paradigmas.
2. Elementos factuales y analíticos
El informe
sitúa los acaparamientos que ocurren en la Argentina en el marco teórico global
del extractivismo latinoamericano. Éste, promovido de diversas formas (reforma
normativa, subvención financiera), incluye no sólo a las actividades
estrictamente extractivas (sector de minería y petróleo), sino también a otras
(como agronegocios y biocombustibles) que fomentan la lógica extractivista al
consolidar el monocultivo.
Por una
parte, frente a las tensiones sobre los mercados, el crecimiento de la
población mundial y el cambio climático, algunos Estados con recursos limitados
para satisfacer las necesidades de su población buscan asegurar su soberanía
alimentaria y energética. Por otra parte, los actores del mundo financiero ven
en los recursos naturales una fuente de inversiones. Esto es especialmente
importante en la Argentina desde la crisis financiera de 2001. A las nuevas
tecnologías y nuevos actores se suma también la financierización de la
naturaleza como elemento determinante. Es decir, el poder creciente del sector
financiero sobre el control de los bienes naturales comunes. En consecuencia,
se reduce todavía más la responsabilidad de las empresas, aumenta las
injusticias sociales, fragmenta la compleja unidad sobre la que reposa un
ecosistema y acentúa la crisis ecológica. En Argentina, el acaparamiento por
agronegocios–basado principalmente en el cultivo de la soja transgénica – es
particularmente preocupante ya que se expande a través del desalojo y la
expropiación de las mejores tierras, configurando un campo sin agricultores,
sin ganaderos, sin gente. “El 2% de las empresas agropecuarias controla el 50%
de la tierra en el país, en tanto que el 57% de las explotaciones agropecuarias
controla el 3% de la tierra” (Sili M y Soumoulou L, 2011). Aunque esta cifra
abarca situaciones muy diferentes según las regiones en las que ocurre, refleja
la alta inequidad de la división de las tierras en el país.
El nuevo modelo agrícola argentino, totalmente ligado a
los mercados internacionales, se funda en la concentración de tierras en las
manos de unos pocos grandes empresarios, lo que lleva a la desaparición de
pequeños y medianos productores. Eso va acompañado de una extensión de las
tierras cultivadas para estos fines, especialmente de la soja, en lugar de los
espacios de ganadería y otros cultivos alimentarios o plantaciones forestales,
avanzando también sobre monte nativo, humedales y áreas peri-urbanas como
manifiestan los casos mencionados en el informe. Aparece también la relación
entre el acaparamiento de territorio urbano y el medio rural, mediante el
excelente rendimiento de la soja transgénica, que permite se vuelquen fondos a
otros activos como los inmuebles. La extracción minera y más recientemente el
boom de los hidrocarburos no convencionales no escapan a esta lógica de
apropiación de los recursos naturales, que va en contra de la gestión
democrática de las comunidades sobre éstos. Los actores corporativos reproducen
así la misma lógica en cualquier sitio. Siempre se trata de ordenar el
territorio según intereses del poder económico, en pos de un modelo expulsivo,
extractivista y desarrollista; el cual resulta profundamente insustentable. Al
analizar la legislación vigente, el informe señala que existen vacíos en
materia de derecho ambiental en la legislación del país, y que si bien, existe
reglamentación con vocación de proteger a las poblaciones y a los territorios
susceptibles de acaparamiento, las normas muchas veces se tornan difusas,
contradictorias y escasas. Por otro lado, la falta de voluntad política para
resguardar los bienes comunes y el derecho a la tierra, da lugar a una
ineficiente sujeción al marco legal, con aplicaciones parciales, tardías o
directamente inexistentes. Un hecho constante en los proyectos de acaparamiento
es la ausencia de consulta a las poblaciones evitando la legislación sobre las
consultas obligatorias.A propósito, los autores consideran que insistir en el
reconocimiento de un marco de derechos humanos, derechos ambientales y
específicamente de derechos de los pueblos originarios es fundamental para
contrarrestar esa relación asimétrica de poder. La movilización de la sociedad
civil frente al acaparamiento está siendo fundamental para el reconocimiento de
derechos y para defender a su comunidad, a su tierra y a su ambiente y para
reivindicar “la democratización del control de los bienes y recursos
naturales”. Algunos ejemplos demuestran la importancia de la movilización
social, como en el caso de las prohibiciones, proyectos de ley y moratoria
contra el fracking.
3. Opinión sobre el posicionamiento
del autor
Amigos de la Tierra Argentina
junto a otras organizaciones promueve espacios de encuentro y debate sobre la
gestión de los bienes comunes y el territorio. De esta forma, el informe
insiste que la lucha contra este modelo de desarrollo debe ir más allá de la
mera resistencia apostando a una articulación de las luchas, una reivindicación
de los espacios públicos y comunitarios, fortaleciendo en rol de la sociedad
civil. La estrategia extractiva es considerada contraria a los valores de una
política democrática y por lo mismo, las movilizaciones deben transitar de la
resistencia a la construcción de nuevos paradigmas, por ejemplo, incorporando
conceptos como el Buen vivir, un modo de vida en armonía y diversidad con la
Pachamama, concepciones incorporadas en el último tiempo en las constituciones
de Bolivia y Ecuador. Resulta indispensable incorporar éstos y otros aportes y
saberes ancestrales de los pueblos originarios para construir una sociedad
basada sobre la solidaridad, el respeto por el territorio y la participación en
la construcción de una sociedad mejor. No obstante, no se trata solamente de
recuperar lo ancestral, sino de ser creativos al re-crearnos como habitantes
del siglo XXI en los nuevos desafíos que nos representa la supervivencia en el
planeta Tierra.
http
No hay comentarios:
Publicar un comentario