¿Principio del fin?
21 de diciembre de 2017
Por Miguel Mazzeo (Rebelión)
En contra del clamor
popular, ignorando las masivas movilizaciones, pasando por alto el abecé del
pragmatismo político, la coalición de derecha que gobierna Argentina (incluida
a una buena parte del Partido Justicialista), aprobó una ley que afecta
directamente a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Todo indica
que persistirá tozudamente en esa vía. Consumada la contra-reforma previsional,
vendrá la contra-reforma tributaria y otras contra-reformas. La ley fue
aprobada, además, en un contexto de represión, por momentos desquiciada. ¿Qué
futuro puede tener un gobierno que sanciona leyes entre gallos y medianoche, en
una atmósfera de gases lacrimógenos, entre balazos de goma y bastonazos, entre
patrulleros y carros hidrantes?
Quedó en evidencia que
el gobierno no tiene margen de maniobra. Sería excesivo decir que “representa”
los intereses de los grupos económicos concentrados, de la burguesía
terrateniente, del capital financiero. Hablar de representación sería
introducir unas mediaciones inexistentes. El gobierno es la expresión más pura
y genuina de esos intereses. Y está obligado a “obedecer mandando”, utilizando
unos métodos de control social abierta y anacrónicamente disciplinarios.
El gobierno está
atravesado da cabo a rabo por una matriz violenta basada en la
irresponsabilidad social y en la falta de amor a la fragilidad. El
gobierno carece de compasión y tiene la indiferencia típica de los verdugos.
Aunque se trate de un sello originario, estos rasgos se vienen tornando mas
evidentes en los últimos meses: Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, el 14 y el
18 de diciembre... El gobierno se está expulsando de su propio (y falso)
paraíso. Ha desatado la ley de reciprocidad que rige a la violencia. Aunque
intente estigmatizar a las víctimas, y ahora más, dado que resisten la
opresión; aunque construya un “enemigo violento”; el gobierno no podrá tapar el sol con la mano y ocultar la
indignación y el hastío que rigen las parábolas de las piedras.
El gobierno no tendrá
más remedio que buscar consensos en zonas cada vez oscuras de la sociedad. Pero esos
reservorios de individualismo, violencia y amoralidad, parecen no ser tan
generosos como el gobierno pensaba. Por el contrario, adquieren visibilidad los
manantiales de la solidaridad, la ética plebeya y cierta inteligencia estratégica
de los y las de abajo. La Patria deviene fermento para vestirse de posibilidad
de otros ritos. Es probable que estemos asistiendo al ocaso de los gurúes
expertos en la manipulación de masas.
Se inicia un tiempo de
signo trágico, en el sentido de la tragedia griega: un tiempo de descomposición
de la polis y de tensión entre
opuestos sin posibilidad de síntesis.
La defensa de la
República realizada en contra de la democracia siempre conduce al autoritarismo
y a la dictadura de las clases dominantes. Asimismo alimenta una crisis de la
política que viene desde atrás: ¿de que sirve elegir concejales, intendentes,
diputados, senadores, presidentes, sino podemos elegir nuestras propias vidas?
Desde el campo popular
debemos labrar una amplia unidad resistente pero, en forma paralela, debemos
redoblar los esfuerzos en la transformación de las subjetividades signadas por
la burocracia y el fatalismo, tenemos que hacer de cada lugar de trabajo y
estudio, de cada barrio, una gran escuela de lucha. Se trata de consolidar
espacios de auto-liberación política, económica, cultural de los y las de abajo
para conjugar lucha política y lucha económica.
Resistir, sí, pero
también avanzar.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235619
No hay comentarios:
Publicar un comentario