16 de abril de 2018

I. Comprobemos porqué el progresismo no es postneoliberalismo.

Crítica de la tesis de la financiarización
diciembre de 2008

Por Rolando Astarita


(...) A modo de conclusión:

neoliberalismo, interpretaciones alternativas


Lo desarrollado en este trabajo permite comprender por qué tampoco podemos coincidir con la caracterización del ascenso del neoliberalismo como un asalto del sector financiero a los puestos de mando del capital. Pensamos que lo que se llamó la política neoliberal fue mucho más que eso. Fue el ascenso de la reacción de toda la clase capitalista, apoyada en amplios sectores de las clases medias, contra los trabajadores y las capas populares más empobrecidas de los pueblos –por ejemplo los campesinos pobres– para restablecer la rentabilidad y fortalecer las posiciones del capital frente a los explotados. Los ataques a los derechos sindicales; las políticas “de ajustes” que implicaban bajas de salarios; las legislaciones para la flexibilización laboral; la caída de derechos laborales de larga data; la caída o supresión de subvenciones a desocupados; el empobrecimiento de los pensionados y jubilados; las ofensivas contra los inmigrantes, entre otras medidas que se tomaron en prácticamente todo el mundo, beneficiaron a la burguesía de conjunto.

También otras medidas que apuntaron a mejorar las ganancias fueron apoyadas por toda la burguesía. Por ejemplo las privatizaciones de empresas estatales, incluidas las de los regímenes stalinistas, significaron someter de manera más plena a la ley del valor a fuerzas productivas más amplias. En ellas participaron capitales industriales y comerciales de todo tipo; no encontramos elementos para decir que favorecieron sólo, ni principalmente, al sector financiero. De la misma manera la ofensiva por reducir impuestos y desfinanciar al “Estado keynesiano de bienestar” fue apoyada por toda la burguesía, y fue llevada adelante en beneficio del capital de conjunto.

Como es sabido, la ofensiva económica fue acompañada de la reacción política, cultural e ideológica, con el liderazgo y apoyo del capital global. Las dictaduras militares que asolaron a los países latinoamericanos en la década de los setenta y ochenta fueron apoyadas por las burguesías de estos países, y no sólo por el capital financiero. Lo mismo podemos decir del sustento que tuvieron Reagan en Estados Unidos y Tatcher en Gran Bretaña. La reacción contra medidas progresistas, que se habían logrado en las fases de ascenso de los movimientos populares y reivindicativos, tuvo amplio consenso en las clases acomodadas y medias. Por ejemplo, la reacción contra la discriminación positiva, que favorecía a las minorías raciales o sexuales. De la misma manera tuvo amplia aceptación la consigna “que gane el mejor y el más fuerte”, los que tienen más oportunidades; que lógicamente beneficia a los más ricos. Tampoco el rechazo a los movimientos críticos, a las culturas contestatarias, y el resurgimiento de movimientos xenófobos y racistas, así como la exaltación de los valores conservadores burgueses. No pretendemos hacer aquí un recuento exhaustivo de todo lo que significó la reacción neoliberal, sino señalar simplemente algunos de sus rasgos salientes, con el objetivo de mostrar que se trató de algo mucho más profundo que el mero asalto de las finanzas y la imposición de tipos de interés altos durante algunos años, a principios de los ochenta.

El capital industrial o comercial no fue “sojuzgado” por el capital financiero desde fines de la década de los setenta. El trabajo, de conjunto, sí fue subsumido de forma más completa al capital, sin distinciones de fracciones dentro de éste. Éste ha sido el sentido más profundo del ascenso del neoliberalismo en los últimos 30 años. El neoliberalismo ha sido la expresión política e ideológica de la orientación de fondo que ha tomado la clase capitalista a nivel mundial. Orientación que responde a la división central de la sociedad actual, la que se da entre el capital y el trabajo.  
Bibliografía: (...)

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