Revisemos, las
izquierdas, conceptos y principios de tanta importancia para nosotros que los
convertimos en consignas pero, en verdad, nos apartan de reflexionar e
investigar cuáles son sus contenidos y sentidos actuales. Ejemplifiquemos
sobre qué nos explica el profesor universitario Rolando Astarita:
La izquierda y el no
pago de la deuda
4 de julio de 2014
4 de julio de 2014
Por Rolando Astarita
(….)El error de fondo
El problema que subyace a este planteo de la izquierda radical es
que cree que la deuda involucra la “liberación nacional”. Esto es, piensa que
la deuda sería un mecanismo de dominación neocolonial, y por lo tanto el no
pago sería una medida de soberanía, del tipo “segunda independencia”. La
realidad es que no hay nada de esto. La
deuda es una consecuencia natural de los mecanismos de acumulación capitalista
bajo determinadas condiciones de capitalismo económicamente subdesarrollado y
dependiente.
Para ponerlo de manera sencilla: si se deja de pagar la deuda, pero
sigue la fuga de divisas, esto es, si continúa siendo débil la acumulación
ampliada de capital, no hay manera de que las cuestiones de la deuda no vuelvan
a aparecer.
Por eso también es ingenuo creer que porque no se pague deuda van a
subir los salarios, o las asignaciones para salud o educación popular. ¿Por qué
no decir que habrá más dinero para el enriquecimiento del lumpen encaramado al
Estado, para la fuga de divisas, y para seguir lucrando a expensas del pueblo
con negociados sin fin? De la misma manera, ¿por qué se piensa que con la
estatización del comercio exterior las exportaciones e importaciones estarán
“al servicio de las necesidades del pueblo”? ¿Desde cuándo las operaciones del
Estado capitalista se ponen “al servicio del pueblo”?
Para que se vea desde otro punto de vista: si el 66% de la deuda es
interna (el Tesoro con el Banco Central, el Nación y ANSES), y si además buena
parte de la deuda está en manos de tenedores argentinos, ¿cómo se puede decir
que está involucrada una cuestión de soberanía nacional?
Por otra parte, también es un
sinsentido pensar que los intereses de la burguesía argentina (o de cualquier
otra) pasan por el fomento de un capitalismo puramente “nacional”, cerrado de
puertas adentro. El capitalismo en un solo país es imposible; el capital
es “internacionalista” por naturaleza, y ningún capital vive de espaldas a los
necesarios vínculos con el capital mundializado, en todas sus formas. Puede
haber, a lo sumo, algún arresto de “estatismo nacional”, pero que en estas épocas
de globalización será tan breve como vacío de contenido.
Por eso no tiene sentido alentar la más mínima esperanza en que,
llevada por alguna lógica de “autodefensa nacional” la clase dominante (o
alguna fracción de ella) entre en una dinámica anticapitalista. No le pidan
peras al olmo. Si la clase capitalista argentina se beneficia de la explotación
de la clase obrera argentina, y si para mantener esa explotación son esenciales
sus vínculos con el capital financiero internacional, ¿por qué rayos la clase
capitalista argentina va a tomar medidas anticapitalistas para combatir al
capital financiero internacional?
En resumen, lo que está en juego hoy no son la “soberanía” ni la
“patria”. La clase dominante argentina se
endeudó con plena conciencia. Cuando dispuso tribunales internacionales de
arbitraje, lo hizo porque pensó que era un buen negocio. Aquí no hay contenido real para una “causa nacional” por la deuda. Para que haya
una “causa nacional” tendría que haber una relación de opresión, como sucede en
las colonias. Pero no es lo que ocurre en Argentina. Para ponerlo con dos
nombres de moda, los Boudou y los Lázaro Baez argentinos no están “oprimidos”
por colonialismo alguno. Para ellos (y para todos los Macri, Scioli, Binner,
Carrió, Massa, así como para todos los Rocca, Pescarmona, Bunge y Born, y
similares) lo que está en juego son negocios, participación en ese botín que
los marxistas llamamos plusvalía. Por
eso la divisoria no pasa por “patria o buitres”, sino por la oposición de
clases, entre explotados y explotadores. Querer unir a la clase obrera con
la burguesía “nacional progresista” (supuestamente antiimperialista) detrás de
la causa nacional del no pago de la deuda, es como querer unir el agua con el
aceite.
El no pago de la deuda sólo tendrá un sentido progresista si es
planteado desde un programa integral de transformaciones sociales y
revolucionarias, decidido por los mismos productores directos, los
trabajadores. Y para esto, hay que tener poder. De lo contrario, estamos ante
palabrerío vacío.
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