KIRCHNER
TOCO LA CAMPANA QUE
ABRE LA
RUEDA BURSATIL DE WALL STREET
“El lugar de donde
no debimos salir”
21 de septiembre de 2006
El
presidente Néstor Kirchner, acompañado por su esposa, Cristina Fernández,
estuvo en el corazón del capitalismo mundial. Agradeció “el gesto del mercado
de invitarnos”. De Vido anunció que Occidental Petroleum invertirá mil millones
de dólares y Cargill, 330 millones en el país.
“The
president Kirchner will ring the Opening Bell”, adelantaba el tablero de
noticias, uno de los cientos de letras luminosas que cruzan el recinto de la
Bolsa de Wall Street. Diez segundos antes de las 9.30, Kirchner apretó la
campana de la que hablaba el cartel, dando comienzo oficialmente a la rueda
bursátil más grande del mundo que mueve la friolera de unos 4 mil millones de
dólares al día. La breve pero histórica ceremonia es transmitida en directo por
cuatro canales de noticias norteamericanos y queda reservada a personajes
representativos, que muchas veces no tienen nada que ver con la política o los
negocios. “Agradecemos el gesto del mercado de invitarnos, volvimos al lugar
del que nunca debimos haber salido”, sostuvo el Presidente en el desayuno
previo a la campana, en el que se reunió con las autoridades de la Bolsa y un
grupo de empresarios norteamericanos. Aunque las empresas aguardarían reunirse
de manera individual con el Presidente para confirmarlo, el ministro de
Planificación, Julio De Vido, comentó que Occidental Petroleum anunció una
inversión de mil millones de dólares para incrementar su producción a 50 mil
barriles diarios mientras que Cargill prometió otros 330 millones.
Desde el vamos estaba planteado como la
nota curiosa del viaje de Kirchner a Nueva York. Nunca un presidente argentino
había tocado la campana en Wall Street. Cuenta la leyenda que Carlos Menem se
perdió de darse el gusto de hacerlo en el cierre de las acciones –a las 15.30,
también se anuncia con un campanazo– porque se demoró demasiado en el baño. Lo
cierto es que en la meca del capitalismo los tiempos son inflexibles; los
hombres, circunstanciales.
Por eso,
Kirchner llegó bien temprano al edificio de la Bolsa (NYSE, New York Stock
Exchange) inaugurado en 1903 en el Lower Manhattan –a cinco cuadras de donde
supieron estar las Torres Gemelas– engalanado con una bandera argentina, entre
las muchas norteamericanas que lucía su frente. Cuando el cónsul Héctor
Timerman recibió la invitación de la presidenta de la Bolsa, Catherine Kinney,
para que Kirchner toque la campana, preguntó por qué no hacer también una
reunión para hablar de negocios. La tónica que el Gobierno buscó darle a este
viaje fue la de la búsqueda de inversiones. De ahí la idea del desayuno.
Kirchner
llegó junto a su esposa, la senadora Cristina
Fernández ; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; la –recién
llegada de Singapur– ministra de Economía, Felisa Miceli; el ministro de
Planificación, Julio De Vido, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos
Zannini. Las autoridades de la NYSE, Finney y su CEO, John Thain, fueron los
anfitriones. Hubo siete empresarios norteamericanos, la mayoría con negocios en
el país y ya con alguna relación previa con el Gobierno. Roy Covais, de
Lockheed; Jesse Tyson, de Exxon; Gregory Wilkins, Barrick; Ray Irani, de
Occidental Petroleum; Andrés Gluski, de AES; Eric Minrich, de Eaton y Van
Yeuter, de Cargill. Hubo muchos empresarios argentinos que quisieron anotarse,
pero sólo dos fueron los elegidos: Paolo Rocca, de Techint y Jorge Brito, del
Banco Macro. Rocca tiene empresas que cotizan en Wall Street, así que también
sabe de tocar la campana.
Heterodoxo y progresista
El
Presidente comenzó la reunión trazando su habitual panorama sobre la economía
argentina, con abundancia de los números que dan fe de la recuperación. Les
dijo que la estabilidad, el desarrollo y el mantenimiento del superávit “son
premisas que no vamos a abandonar”. En esa línea de seducción, destacó cuánto
había bajado el nivel de endeudamiento del país respecto del PBI en relación
con otras épocas y que las reservas en el Banco Central ya habían recuperado
los valores previos a la cancelación de la deuda con el FMI y que seguirían
creciendo.
“Me llamaron heterodoxo y progresista, pero gracias a esta política pudimos salir del default y construir la estabilidad”, lanzó.
“Me llamaron heterodoxo y progresista, pero gracias a esta política pudimos salir del default y construir la estabilidad”, lanzó.
Según la
versión que luego dieron De Vido y Timerman, los empresarios norteamericanos no
hicieron cuestionamientos y reaccionar favorablemente al discurso. “Me encanta
estar con un presidente que tiene todos los números de la economía en la
cabeza”, comentó uno de ellos. El representante de Lockheed le dijo que gracias
a haber seguido los consejos que le dio en 2004, siguieron en el país y ganaron
dinero. De paso, comentó su intención de aumentar la fabricación de partes de
avión en Córdoba. Como casi todos ya tenían inversiones en la Argentina, los
empresarios norteamericanos hicieron un repaso de sus negocios y de los que
tenían en sus planes. Así, surgió la novedad de los mil millones de dólares de
Occidental Petroleum (“Occi”, en la jerga empresarial) para llevar su
producción a 50 mil barriles diarios, algo que el Gobierno les viene reclamando
a las petroleras.
Los tiempos
urgían. Kirchner y Cristina pasaron por un salón especial en el que firmaron el
libro de visitas. John Thain los acompañó hasta el balcón desde el que se toca la campana. Desde
antes, con sus chaquetas azules, podía verse a los operarios correr de un
monitor a otro haciendo anotaciones en sus libretas electrónicas y hablando por
celular. El bullicio va creciendo y las luces de las pantallas parpadean, hasta
que a las 9.30 se abre la rueda. “Van a ver que toco la campana y el mercado
arranca el alza”, le pronosticó Kirchner al CEO de Wall Street. Según sus
funcionarios más fanáticos, el Presidente acertó hasta el porcentaje: un 0,6
por ciento arriba, que se mantendría a lo largo de la jornada. Luego el
Presidente, fascinado, recorrió los vericuetos del recinto y observó de cerca
el trabajo de los operadores.
Los pasillos
de la NYSE dan fe de lo tradicional de la ceremonia de tocar la campana. Hay fotos
que van desde los jefes de Estado que uno se pueda imaginar, hasta actores,
estrellas del deporte y Bugs Bunny o las Tortugas Ninja. Pero, en las palabras
de Kirchner, fue el símbolo de haber vuelto al lugar del que el país no debió
irse. Lo podía certificar el entusiasmo de De Vido en la calle al comentar los
detalles de la
reunión. Mientras hablaba con los periodistas, turistas
japoneses le sacaban fotos con Wall Street de fondo y festejaban la ocurrencia.
https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-73327-2006-09-21.html
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