¿Cuántas carreteras y aeropuertos más podemos construir mientras el planeta se colapsa?:
Vandana
Shiva
29 de octubre de 2018
"Entre más se
mida el desarrollo de una sociedad por el dinero y la velocidad, más profunda
será la soledad interior. Tenemos que cuestionar esta condición humana que
clama por más vuelos y más aeropuertos, porque la Tierra tiene límites (no hay
nada como el crecimiento ilimitado, siempre ocurre a expensas de alguien más) y
este crecimiento no está beneficiando ni siquiera a quienes usan los
aviones."
Vanadana Shiva es
autora, científica, activista y madre, como se describe en su página
electrónica. Se inició en el ambientalismo con el movimiento eco-feminista
Chipko, “Abrazadoras de árboles”, que evitaron importantes deforestaciones en
Uttar Pradesh a inicios de los setentas. Como física, su especialidad son las
variables ocultas de la teoría cuántica. Está involucrada en la defensa de la
agricultura campesina en todo el mundo y en la crítica de tecnologías extremas
que son fuente de negocio y no resuelven el fondo de los problemas climáticos,
de hambre y pobreza. Vino a la Feria Internacional del Libro del Zócalo para dar
una conferencia sobre los Derechos de la Tierra.
Por Verónica Villa
¿De qué hablamos
cuando decimos que no se respetan los derechos de la Madre Tierra ?
Hay que entender que
los derechos de la Madre
Tierra nos son abstractos, porque la Tierra no es abstracta.
Es el fundamento de nuestra existencia y somos parte de ella. Las violaciones a
los derechos de la Tierra comienzan principalmente al negar que está viva, y se
originan con la
Revolución Industrial y las revoluciones científicas que
simplemente declararon con un plumazo que la naturaleza es una colección de
partículas inertes y materias primas para ser explotadas, esa es la primera
violación. Una vez que la declararon muerta, comienza a explotarse en formas
que destruyen totalmente sus sistemas de reconstitución, renovación y
sostenibilidad.
Yo me inicié a
principios de los setenta, con el movimiento Chipko, en el que mujeres de mi
región salieron a defender los bosques que nos protegen, que nos dan suelo,
agua, y aire puro; y era la época en que la llamada “forestería científica”
miraba los bosques como minas de tablones para ser extraídos, y las mujeres,
que encabezan la subsistencia de los pueblos de los bosques, cambiaron ese
paradigma.
En cada uno de los
temas en los que he estado involucrada desde entonces el fondo es extraerle a
la Tierra la riqueza de tal forma que los ecosistemas quedan destruidos. La
sobre-explotación de los bosques deja inundaciones y sequías; la
sobre-explotación de la fertilidad trae la desertificación, que es lo que
provoca la agricultura industrial; la sobre-explotación de los combustibles
fósiles, que la Tierra resguardó en sus entrañas, está destruyendo el ciclo del
carbono y del nitrógeno y nos deja con el caos climático.
Así que cada aspecto
de la crisis ecológica es resultado de algún tipo de extracción, y es una
actitud que no conoce límites, porque hay tal reverencia a las herramientas y a
las ganancias que a cualquiera que le demos una herramienta de pronto ya tiene
todo el poder para destruir y enriquecerse con ello. En las manos de los
poderosos, las herramientas y el desarrollo técnico sirven para destruir.
Rompen los suelos, mutilan las comunidades, destruyen todo lo que los pueblos
tienen, y eso hace que las violaciones a la Tierra se conviertan en violaciones
a los derechos de la gente.
No es casual que la mayoría de los asesinatos de activistas
en el último año sean de defensores de la Tierra y los territorios. Esos
activistas son vistos como una enorme amenaza al imperio económico basado en la
explotación sin límites de la naturaleza, explotación que requiere destruir al
mismo tiempo los derechos de la gente.
¿Cómo se utilizan las
tecnologías extremas para agredir a la Tierra y a los pueblos, como en el caso
de las manipulaciones del clima o los cultivos transgénicos?
Tanto las
manipulaciones del clima, —lo que llamamos geoingeniería— como la ingeniería
genética extrema, que manipula el genoma de las especies, vienen de una actitud
arrogante. Quienes las desarrollan se sienten amos de la Tierra, que tienen
todo bajo control, pese a que cada ejemplo previo de esta ciencia arrogante no
ha dado los resultados que se esperaban: la Revolución Verde
no funcionó, dejó a mi país en la ruina; los transgénicos, en vez de controlar
las plagas, han creado súper malezas y súper pestes. La supuesta efectividad de
estas tecnologías ha resultado en su contrario, de modo que con la edición
genómica y las manipulaciones de geoingeniería no solo habrá fallas sino que
sobrevendrán nuevos problemas. Hay científicos que ya reconocen que por cada
manipulación en el nivel del genoma hay unos mil quinientos efectos no
buscados.
Por años fui atacada
por Monsanto, por denunciar lo que le hizo el algodón transgénico a mi país,
India, incluyendo los suicidios en el cinturón algodonero. La variedad de
algodón transgénico “BT”, junto con el cobro ilegal de regalías, las
imprecisiones tecnológicas, la información falsa dada a los agricultores acerca
de las condiciones necesarias para que el cultivo funcionara; todo el paquete
de mentiras puso a los agricultores en crisis, y la crisis se forjó en torno a
las mentiras sobre un cultivo “científico”, el algodón BT.
Fui atacada por mi
lado activista, pero ahora hay científicos que están demostrando que la edición
genómica y su nuevo producto, los impulsores genético(1), no son predecibles, que la ciencia que
los sustenta no es definitiva y que tienen altísimos riesgos. ¿Quién está
haciendo estas críticas? científicos puros, y también están siendo atacados.
El primer informe
público sobre los impulsores genéticos fue de la DARPA, la Agencia de Proyectos
de Investigación Avanzados de Defensa, del ejército de Estados Unidos, que se
dedica a desarrollar tecnologías para usos hostiles. Así que no estamos
solamente ante una actitud reduccionista de la ciencia y la tecnología, sino
ante una actitud militar. Es la misma mentalidad de exterminio que creó las
armas de guerra química que luego se transformarían en insumos para la
agricultura industrial. De cierta forma estamos regresando a los campos de
concentración de Hitler, donde se programaba el exterminio. El informe de la
DARPA plantea usar impulsores genéticos para terminar con el amaranto,
considerado una maleza en los monocultivos de maíz de Estados Unidos.
Ahora, cuando hablamos
de geoingeniería, tenemos que pensar de qué se trata el cambio climático. Es la
alteración de los sistemas climáticos resultado de una contaminación extrema.
¿Qué hace la geoingeniería? Seguir el mismo camino de ignorancia, actuar sin
conocer la complejidad de los sistemas planetarios, y pensar que se puede
provocar un enfriamiento con aerosoles en los cielos, o vertiendo hierro en los
océanos, especulando que la flora marina atrapará la contaminación y la
arrastrará al fondo del mar; o los intentos inverosímiles por rebotar la luz
del sol de vuelta a la estratósfera.
Hay varias razones por
las que esto es un equívoco. No se reconoce la fragilidad en que se encuentran
los complejos sistemas de la
Tierra. El cambio climático se debe a la industria de los
combustibles fósiles y a la industria agroquímica, (una cantidad enorme de los
gases con efecto de invernadero están relacionados con la agricultura
industrial), y en este contexto, elegir conscientemente el camino de incidir en
los sistemas planetarios no es buena ciencia, es llana irresponsabilidad. La
geoingeniería se trata de violentar sistemas que tendrán impactos en otros
sistemas vitales, sin forma alguna de controlar las consecuencias o de señalar
responsables, y eso en sí mismo es una violación a los derechos de la Tierra y
los derechos humanos. Que se hayan desarrollado tecnologías que pueden salirse
de control no significa que no podamos asignarle responsabilidad a quienes lo
hicieron.
Por siglos nos han
dicho que los campesinos y los pueblos indígenas desaparecerán. Sin embargo,
hay procesos de recampesinización, de retorno a la tierra y lucha por derechos
indígenas que contradicen todas las predicciones. ¿Cómo lo ves en el mundo?
Hay una disputa entre
dos visiones del mundo: de un lado, la de los millonarios, las corporaciones,
que aseguran que el futuro de la agricultura será sin campesinos. Tractores sin
conductor, drones que supervisan, nuevas semillas transgénicas, a las que
podrán agregarse cantidades cada vez mayores de “aditivos” (herbicidas,
plaguicidas, fertilizantes); o lo que se conoce como agricultura digital. Estas
son las visiones de quienes condujeron y se beneficiaron con la Revolución Verde.
Básicamente , la Revolución Verde se inventó para vender
agrotóxicos. Los cultivos se volvieron los cargadores de los agrotóxicos, fueron el pretexto
para la venta de fertilizantes y más. En India intentaron venderlos sin
semillas para pero no pudieron, entonces se pusieron a inventar las semillas
híbridas que aguantaran dosis más grandes de herbicidas y plaguicidas, lo que
llamo el “coctel de veneno” en el libro La
violencia de la
Revolución Verde. Este
coctel de veneno condujo directamente a la segunda Revolución Verde ,
la de los cultivos transgénicos, y con esa misma lógica se está construyendo la
visión de una agricultura sin campesinos. Y sus patrones esperan que el mundo
se cruce de manos y lo acepte.
En el otro lado, somos
testigos de una profunda conciencia de que necesitamos más gente en los
territorios. Necesitamos un regreso a la tierra. En 1993, antes de la firma del GATT,
organizamos una gran movilización internacional campesina en Brasil, un océano
500 mil campesinos, y con varios compañeros tuvimos una discusión fascinante
sobre porqué al poder le preocupan los campesinos. Y dijimos, porque las
comunidades campesinas resuelven su existencia independientemente, tal vez sean
los últimos que hagan eso, en su labor con la tierra. Todos los
demás tienen que vender o comprar algo para obtener algo. Los campesinos, si no
han sido arrinconados por la agricultura industrial, son independientes, y el
poder tiene miedo de esa libertad.
En India hasta hace
poco teníamos el 70% de población en la tierra, a pesar de que gobierno tras
gobierno han insistido en que debemos ser como Estados Unidos, con únicamente
el 2% de la gente en el campo. El punto es que no hay lugar para ir, están aún
en el campo, aunque la agricultura es cada vez menos viable por las perversiones
de la economía globalizada. En Navdanya, nuestra organización, hay cada vez más
personas que llegan de trabajos bien pagados, gente que viene de los bancos, de
la industria, o la academia; quieren aprender a sembrar, así que no se trata
solamente de que los campesinos han persistido a lo largo del tiempo, sino que
cada vez hay más gente que quiere campesinizarse. Sabemos con certeza que en
Europa y Norteamérica el creciente movimiento de agricultura orgánica lo
encabezan mujeres que no eran campesinas, que han decidido que cuidar la Tierra
y producir buena comida es el papel más importante que pueden tener en sus
vidas.
Los campesinos que
luchan contra el nuevo aeropuerto en México estuvieron aquí conmigo en la Feria
del libro. Trini me regaló un pañuelo. La vez anterior que visité México ellos
me llevaron a sus tierras. Y como física tengo una pregunta muy simple:
¿cuántas carreteras y aeropuertos más podemos construir, cuántos autos y
camiones más vamos a poner en esas carreteras, cuántos aviones más pueden
volar, mientras el planeta se colapsa por la contaminación de los motores? Y
una de las absurdas soluciones que proponen para resolver esto es convertir los
cultivos en combustibles, para alimentar a los motores de una manera “verde”,
entonces ¿cuánta más hambre se creará? Creo que es extremadamente importante en
este momento en que la humanidad está al filo del precipicio no seguir el
camino que lleva a que los ricos sean más ricos. La velocidad ha servido para
alienar a la gente.
Quienes pueden, corren de aquí para allá, vuelan, buscando
algo que pueden tener en sus hogares: una vida buena cuidando la Tierra y sus
comunidades, volviéndose creativos.
Entre más se mida el
desarrollo de una sociedad por el dinero y la velocidad, más profunda será la
soledad interior. Tenemos que cuestionar esta condición humana que clama por
más vuelos y más aeropuertos, porque la Tierra tiene límites (no hay nada como
el crecimiento ilimitado, siempre ocurre a expensas de alguien más) y este
crecimiento no está beneficiando ni siquiera a quienes usan los aviones. Yo
nací en Dehra Dun, en un valle a orillas del Ganges, y absurdamente, ahora hay
12 vuelos diarios para quienes visitan los campos de meditación y yoga. Es
urgente que evaluemos en qué punto nos encontramos como humanidad y como
ciudadanos de la Tierra, y no usar medidas externas para saber quiénes somos.
27 de octubre, 2018
Nota
1) Impulsor
genético se llama a una nueva
herramienta de manipulación del genoma que puede usarse para engañar las leyes
de la herencia e imponer un rasgo negativo a toda la descendencia de una
especie. Con impulsores genéticos, es posible “programar” la extinción de toda
una población o especie. Ver Los
impulsores genéticos y el fin de la naturaleza:http://www.etcgroup.org/...
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Documentos/Cuantas-carreteras-y-aeropuertos-mas-podemos-construir-mientras-el-planeta-se-colapsa-Vandana-Shiva#155700
No hay comentarios:
Publicar un comentario