29 de marzo de 2012

Enmarquemos la dictadura genocida en la Doctrina de Seguridad Nacional para un real y efectivo Nunca Más

La Doctrina de la seguridad nacional y una sentencia uruguaya

Por Dr. Salvador María Lozada*
 

El 28 de febrero último el tribunal de apelaciones en lo Penal de 2º Turno en Uruguay, confirmó parcialmente la sentencia interlocutoria por la que el juez Penal de 19º turno, dr. Luis Charles, había procesado a ocho personas acusadas de asociación para delinquir, entre ellos el coronel José Nino Gavazzo. Esta decisión reciente justifica volver sobre el tema de la Doctrina de
la Seguridad Nacional, sus orígenes y su aplicación. El presente trabajo afirma “Sorprendía y sorprende en estas condiciones la aguda desproporción entre la importancia de este fenómeno ideológico y la dominación política y económica, por un lado, y la escasísima bibliografía que en nuestros países lo estudie, discuta o llame la atención sobre sus consecuencias gravísimas.”
Publicado el 9/3/2007 

“El 28 de febrero último el tribunal de apelaciones en lo Penal de 2º Turno confirmó parcialmente la sentencia interlocutoria por la que el juez Penal de 19º turno, dr. Luis Charles, había procesado a ocho personas acusadas de asociación para delinquir, entre ellos el coronel José Nino Gavazzo.

En unos de sus párrafos dice la sentencia:

'Lo que sí existió, como consecuencia de la existencia de un enemigo común, fue un accionar concertado, coordinado, entre fuerzas de seguridad (y no sólo de Fuerzas militares), fruto de una política de Estado, hija de la doctrina de la Seguridad Nacional'.

'Pero, aún tratándose de un gobierno de facto, aún con las modificaciones introducidas al sistema normativo e institucional, no puede sostenerse que durante tal período histórico, más allá del vicio de origen, no existiera un régimen jurídico, no se derogó el Código Penal ni el Código procesal, por lo tanto existía un sistema normativo que preveía y establecía sanciones para quienes secuestraran, torturaran y mataran'.

'Lo que, en puridad sucedió (...),
es que se desarrolló un Estado terrorista, encargado de la represión política, que coexistía con el otro, arreglado a la nueva institucionalidad; o sea, se trataba de dos caras de la misma moneda'.

'Se encaró la represión a la oposición política de forma más o menos clandestina, clandestina para la opinión pública, más no para los Mandos Militares, desarrollada desde y por las instituciones del Estado, por agentes del poder público, los que actuaban prevalidos de las facultades que ostentaban por su carácter oficial'.

Esta decisión reciente justifica volver sobre el tema de la Doctrina de la Seguridad Nacional.

1. Los Orígenes

'La vileza del sable que amenaza'.
Almafuerte, La Sombra de la Patria

Hacia
la época en que se redactó la Convención Americana de Derechos Humanos empezaba a configurarse, paradójicamente, un elemento político e ideológico que obstaculizaría la vigencia efectiva de ese instrumento normativo. Los hechos político sociales serían hondamente contradictorios de las normas que solo décadas después empezarían a tener alguna relevancia práctica.

Refiere Noam Chomsky que la administración Kennedy acentuó la presión sobre América Latina militar, rotando el énfasis de 'defensa hemisférica' a 'seguridad interna'. Esto último terminaba significando, huelga señalarlo, guerra contra la propia población.

Los expertos académicos, agrega Chomsky con uno de los sombríos sarcasmos que le son habituales, explicaron sobriamente que las militares pasaba a ser así una fuerza 'modernizada', al estar guiada por tutores de los Estados Unidos. El razonamiento básico se explicaba en un estudio secreto de 1965 hecho por el Secretario de Defensa, Robert McNamara, en el que se establecía que 'las políticas de los Estados Unidos hacia los ejércitos latinoamericanos han sido, en conjunto, efectivas para obtener el objetivo fijado para ellas: 'mejorar sus capacidades de seguridad interna' y 'establecer la influencia predominantemente (norte) americana'. Esto incluía el derrocamiento de los gobiernos civiles 'toda vez que, a juicio de los militares, la conducta de esos líderes (civiles) era dañina para el bienestar de la nación'. Lo cual era necesario debido al 'ambiente cultural latinoamericano', y sería llevado a cabo apropiadamente ahora que los militares están asentados 'en la comprensión de, y en la orientación hacia, los objetivos de los Estados Unidos.' Procediendo en esa línea, se podía asegurar el resultado previsto y garantir 'las inversiones privadas de los Estados Unidos', y el comercio, la 'raíz económica', que es la más poderosa de todas las raíces del 'interés político de los Estados Unidos en América Latina' (1).

En este clima crece y florece la doctrina de la seguridad nacional.


2. Orden, seguridad y resistencia al cambio

El análisis de la constitución real de las dictaduras iberoamericanas mostraba un rasgo común a todas ellas. Es el lugar que ocupaba en estos regímenes la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional. Esto se complementa muy bien con otros rasgos que les era inherente: aquello que Pío XI llamo EL IMPERIALISMO INTERNACIONAL DEL DINERO en la Encíclica QUADRAGESIMO ANNO.

El primero de esos elementos ha constituido el marco ideológico en el cual las dictaduras militares iberoamericanas han cometido durante las décadas de los años 70 y 80 las más atroces violaciones a los derechos humanos. Consiste en la exaltación incondicionada del orden y de la seguridad como
valores absolutos y al servicio de la sociedad iberoamericana tal cual es, sin cambios, incluso con resistencia al cambio. El orden y la seguridad de una sociedad plagada por las injusticias, las
desigualdades, las discriminaciones, los privilegios, la violación sistemática de los derechos fundamentales de las personas, la opresión, el analfabetismo y la desculturización; una sociedad con todas estas hondas carencias pero al mismo tiempo estimulada a sobrevalorar el TENER sobre el SER de las personas, a quienes se empuja al encuentro de su identidad en la adquisición de bienes que no pueden comprar o que muy difícilmente pueden comprar; una sociedad dominada por la angustia tantálica de masas acicateadas y a la vez frustradas por el ilimitado espejismo consumista. 

En cuanto al otro elemento, el imperialismo internacional del dinero, se expresa hoy a través de las empresas multinacionales, la globalización dirigida hegemónicamente y el sometimiento total a las exigencias del mercado, como empezó a advertirlo ya en 1972 y con claridad Paulo VI en la carta OCTOGESIMA ADVENIENS.

En realidad, el peculiar ORDEN y la peculiar SEGURIDAD de las autocracias militares iberoamericanas, al servir la causa del inmovilismo, al impedir el cuestionamiento, la crítica, la discrepancia, el análisis racional – todos comportamientos PELIGROSOS, INSEGUROS- promueve en verdad la causa de las corporaciones multinacionales, como se advierte sin esfuerzo al examinar las políticas económicas de estos regímenes.

En este sentido, la ideología de la seguridad nacional es un claro y terminante rechazo de aquellas
TRANSFORMACIONES AUDACES, PROFUNDAMENTE INNOVADORAS y de esas REFORMAS URGENTES que HAY QUE EMPRENDER, SIN ESPERAR MAS que Paulo VI reclamaba hacia la misma época en que se elaboraba la Convención antes mencionada.(2).

El mantenimiento y agravación de las desigualdades, al que esta ideología termina sirviendo, entra
manifiestamente en conflicto con otro reclamo angustioso de Paulo VI:'NO HAY QUE ARRIESGARSE A
AUMENTAR TODAVIA MAS LA RIQUEZA DE LOS RICOS Y LA POTENCIA DE LOS FUERTES, CONFIRMANDO
ASI LA MISERIA DE LOS POBRES Y AÑADIENDOLA A LA SERVIDRUMBRE DE LOS OPRIMIDOS' (3)

Por eso es coherente la palabra de los obispos latinoamericanos en el documento de Puebla: “En los últimos años se afianza en nuestro continente la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional, que es de hecho, más una ideología que una doctrina. Esta vinculada a un determinado modelo económico político, de características elitistas y verticalistas que suprime la participación amplia del pueblo en las decisiones políticas. Pretende incluso justificarse en ciertos países de la América Latina como doctrina defensora de la civilización occidental cristiana desarrolla un sistema represivo, en concordancia con su concepto de 'guerra permanente'. En algunos casos expresa una clara intencionalidad de protagonismo geopolítico... La Doctrina de la Seguridad Nacional entendida como ideología absoluta, no se armonizaría con una visión cristiana del hombre en cuanto responsable de la realización de un proyecto temporal ni del Estado, en cuanto administrador del bien común. Impone en efecto, la tutela del pueblo por elites de poder, militares y políticas, y conduce a una acentuada desigualdad de participación en los resultados del desarrollo”.

Sorprendía y sorprende en estas condiciones la aguda desproporción entre la importancia de este fenómeno ideológico y la dominación política y económica, por un lado, y la escasísima bibliografía que en nuestros países lo estudie, discuta o llame la atención sobre sus consecuencias gravísimas (…)”.


*Abogado y Doctor en derecho. Actual Presidente del IADE.Fuente: http://www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=1407
 


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