29 de abril de 2012

II. Recordemos genocidios capitalistas e imperialistas y al Frente Nacional de Liberación de Vietnam (el Vietcong) logrando vencer a EE.UU.

Vietnam: La fuerza de la cultura nacional por encima de las armas



Por: Luis Manuel Arce (PL)

Al general Vo Nguyen Giap, el héroe de Dien Bien Phu, lo vi en las playas de Nha Trang los primeros días de mayo de 1975, cuando aún no se había realizado en Saigón el desfile de la victoria. Hacía sólo unas horas, el 30 de abril de 1975, que Estados Unidos había sido totalmente derrotado en Vietnam.
El caos reinaba en todo el sur del país, la gente festejaba la victoria de la Operación Ho Chi Minh que había concluido con la toma de Saigón, y los pocos corresponsales extranjeros a quienes el Frente Popular de Liberación autorizó a recorrer el teatro de batalla por tierra, de norte a sur, llenábamos nuestros autos de trofeos de guerra.
Mi mayor placer era recoger todo lo que simbolizara la bancarrota estadounidense: una camisa de camuflaje con un águila y el USA Force con los botones desprendidos, un fusil M-16 con el gatillo descompuesto y una bala encajada en un costado, una pistola intacta, una bandera estadounidense desflecada y abandonada, y montones de cosas más.
Casi todo lo había recogido en la impresionante base aeronaval de Da Nang y en Khe Sanh, donde las latas de cervezas vacías eran tan grandes como las de casquillos de los más variados calibres.
Habíamos salido de Hanoi por la carretera nacional uno en jeep cuando la ofensiva final iba como un tifón por las mesetas centrales rumbo a Saigón, con la idea expresa de alcanzar las tropas de liberación y entrar con ellas en la capital, pero el camino era muy riesgoso y preñado de dificultades.
Después que atravesamos el Paralelo 17 y dejamos atrás los 'paisajes lunares' de Quang Binh y Vinh Linh, los lugares más castigados por los bombardeos norteamericanos, llegamos a Quang Tri.
A partir de su capital Dong Ha se abrieron ante nosotros en sucesión de imágenes escenarios pretéritos de grandes combates al sur de la llamada 'línea electrónica de MacNamara', a la sazón completamente inservible.
Hue, Tay Ninh, Danang, Bentre, Cholón, Cu Chi, desfilaron ante nuestros ojos como épicos campos aún olientes a pólvora mientras se sentía a lo lejos el retumbar de los cañones y se presentía que la caída de Saigón era cuestión de horas.
A nuestra mente acudían en rápida sucesión los recuerdos de la guerra: la intromisión de Estados Unidos para frustrar los acuerdos de Ginebra de 1954 que pusieron fin a la ocupación francesa, la farsa del Golfo de Tonkín en agosto de 1964 para iniciar la guerra, el despliegue de asesores en la guerra local, y su posterior escalada.
Norteamericanización y guerra especial, los bombardeos de destrucción masiva contra el norte, los más de 150 mil soldados estadounidenses desplegados en el sur, la extensión de la agresión a Laos y Kampuchea, las aldeas estratégicas, el napalm y la guerra químico-bacteriológica, con especial uso del agente naranja.
El sociocidio, destrucción premeditada de los factores socioeconómicos, el biocidio como la liquidación de la vida en todas sus manifestaciones, y el ecocidio, como la eliminación y contaminación ecológica, crímenes que calificaron a los agresores de miserables genocidas, tal y como se repite esa historia en Irak.
Frente a ello, las ofensivas generales de las FAPL, los intensos ataques a las bases de Da Nang, Khe Sanh, Ben Tre y otras, incluida la propia Saigón, y el callejón sin salida que vislumbraba la derrota, aceleraron la 'vietnamización' de la guerra cuando ya todo estaba perdido.
Y finalmente la vergonzante derrota con la estampida de las tropas estadounidenses y saigonesas colgando como racimos de coco de los helicópteros.

Han pasado 30 años, pero para quienes vivimos aquellas jornadas gloriosas es como si el tiempo no hubiera transcurrido, sobre todo cuando vemos lo que ocurre en Irak.
A Giap, como decía, lo vi en Nha Trang. Estábamos bajo unos cocoteros tomando un poco de sombra cuando dos jeep se acercaron a la playa. Se detuvieron a lo lejos, y de uno de ello saltó un hombre pequeño y ágil.
Le dije al traductor: 'Ese es el general'. Me contradijo, pero no le hice caso y partí hacia allá con mi fotógrafo, Walfrido Ojeda. No me había equivocado.
El héroe de Dien Bien Phu se había recogido los pantalones hasta las rodillas y metido en el agua para mojar la cabeza. Lo esperé en la orilla. Nos abrazamos y fue oportunidad para hacernos algunas fotos- Empezamos a recordar.
Hacía algunos años le había preguntado en Hanoi cómo ellos podrían derrotar el descomunal volumen de fuego y de dólares de los agresores. Giap me respondió: con nuestra cultura milenaria.
Varios días después, en el desfile de la victoria y la recepción del gobierno revolucionario provisional en la Saigón bautizada en ese momento Ciudad Ho Chi Minh, nos volvimos a ver. Nos sonreímos. No hacían falta palabras.

Nota de la Redacción: Esta nota fue publicada por ARGENPRESS en el año 2005.Fuente: http://www.argenpress.info/2012/04/vietnam-la-fuerza-de-la-cultura.html

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