Un 
  plan sistemático para 
desaparecer a los pueblos originarios
  
  11 de septiembre de 2017
Por
  
  Darío Aranda
  (La 
  Izquierda Diario)
  
  Desalojos y represión como política de Estado contra los pueblos 
  originarios. La disputa por los territorios y el extractivismo. 
  Senadores cierran filas contra pueblos indígenas y dejan caer una ley 
  clave.
  
  
  Violencia contra indígenas en Misiones. Amenazas de muerte en 
  comunidades de Jujuy. Presiones a guaraníes en Corrientes. Represión a 
  mapuches en la Patagonia. Es el contexto de la situación de los pueblos 
  originarios de Argentina, con un agravante: oficialismo y oposición 
  coinciden en dejar caer una ley clave (26.160) que frena los desalojos 
  indígenas.
  
  “Pareciera que la Campaña del Desierto continúa con otros rostros, pero 
  con los mismos objetivos; las crías del general Roca continúan 
  marginando, persiguiendo, matando y robando los territorios a los 
  pueblos indígenas”, denunció Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la 
  Paz.
  
  Facundo Jones Huala (mapuche de Chubut) y Agustín Santillán (wichí de 
  Formosa) continúan presos de forma arbitraria.
  Casos testigos
  La 
  comunidad Chapa’í, 
  de la localidad misionera de San Ignacio, sufre desde el 28 de julio la 
  avanzada conjunta del Municipio y de privados, que pretenden quedarse 
  con su territorio. Con topadoras arrasaron su monte nativo y viviendas.
  
  “Estoy muy preocupada por la comunidad. Estoy destrozada. Estuvieron 
  trabajando gente de la Municipalidad. Abrieron caminos y echaron árboles 
  nativos, nuestra medicina natural. Derribaron árboles frutales. Nos 
  dolió a todos porque los chicos vieron cómo tiraban árboles de naranja, 
  limones, palta y otras plantas que todos los años nos daban frutos”, 
  denunció Itatí Brizuela, integrante de la comunidad Chapa’í, que explicó 
  que detrás del despojo están las inmobiliarias de la zona.
  De 
  las 180 hectáreas que reivindica la comunidad, la Municipalidad planea 
  dejarle sólo trece. A cambio les promete servicios esenciales: agua 
  potable, energía eléctrica y viviendas.
  La 
  comunidad lo denunció y frenó la avanzada. Pero el 6 de septiembre 
  retornó la violencia. La periodista Alicia Rivas alertó: “Continúa el 
  avasallamiento del territorio de la comunidad de Chapa’í. Esta mañana 
  volvieron a quemar las raíces de los árboles, prendieron gomas para 
  volver más cruel el atropello, motosierras y cubiertas encendidas a 
  plena luz del día, pegadito a las casas de las familias. Impotencia por 
  un lado, pura impunidad por el otro”.
  En 
  Jujuy, la organización de Pueblo Indígenas del NOA (Opinoa), denunció el 
  intento de asesinato del cacique del pueblo ocloya Néstor Jerez, de la 
  comunidad Tilquiza (a veinte kilómetros de San Salvador de Jujuy). 
  Acusaron a los privados Ariel Amaranto y Daniel Verzini de intentar 
  atropellar a Jerez y luego dispararle con un revólver. “Te vamos hacer 
  desaparecer como a (Santiago) Maldonado”, alertó la organización Opinoa 
  que amenazaron al cacique.
  
  “Lamentablemente estas situaciones se agravaron en el último año y 
  medio, donde el Poder Judicial se tornó muy intransigente con los 
  indígenas y no así con los usurpadores y terratenientes. Intentan 
  instalar que la defensa de los territorios ancestrales tiene relación 
  con el terrorismo; esto suena como un plan sistemático de desgaste de la 
  causa de los pueblos originarios”, advirtieron las comunidades indígenas 
  nucleadas en Opinoa.
  En 
  Corrientes, la comunidad guaraní Jahaveré enfrenta desde hace años un 
  conflicto territorial con la estancia San Eugenio (de Kristine McDavitt, 
  viuda del fallecido millonario Douglas Tompkins) que mantiene desde hace 
  diez años un terraplén ilegal (incluso con sentencia judicial de 
  demolición desde 2007) que perjudica a las familias campesinas e 
  indígenas.
  En 
  julio pasado hubo inundaciones en la región y el terraplén agravó la 
  situación. La comunidad guaraní trasladó sus animales a zonas altas y se 
  reavivó el conflicto. También cuestionan el rol de la Fundación 
  Conservation Land Trust (de McDavitt-Tompkins), que donó 150 mil 
  hectáreas para la creación del Parque Nacional Iberá, pero con 
  comunidades dentro.
  
  “Hay un choque de dos visiones sobre qué es el territorio y la 
  propiedad. Una responde a los intereses de una fundación norteamericana 
  que quiere conservar paisajes sin gente. Y la otra a los últimos gauchos 
  correntinos, verdaderos guaraníes del estero, que sólo quieren vivir en 
  paz”, explicó Emilio Spataro, de la organización ecologista Guardianes 
  del Iberá.
  
  Las distintas comunidades de la Confederación Mapuche de Neuquén 
  denuncian desde hace años el accionar de las petroleras, tanto por la 
  contaminación como por la violación de derechos indígenas. Con el pacto 
  Chevron-YPF (2013) en la formación Vaca Muerta se redobló la presión 
  sobre los territorios. Las comunidades mapuches exigen que se cumpla el 
  derecho a la consulta y al consentimiento libre, previo e informado 
  (vigente en leyes nacionales). Han bloqueado caminos, mantenido diálogo 
  con el gobierno provincial (sin resultados positivos) y denunciaron la 
  intromisión de Gendarmería Nacional en junio pasado, que avanzó sobre 
  los mapuches para que YPF realice nuevos pozos petroleros.
  La 
  última avanzada sobre los mapuches fue desde el Poder Judicial. El juez 
  de Neuquén Lucas Yancarelli hizo lugar al pedido del fiscal Marcelo 
  Silva y solicitó la captura de seis integrante de la comunidad Campo 
  Maripe. Los consideró en “rebeldía” por no asistir a una audiencia donde 
  se los acusa de haber “usurpado” el territorio donde siempre vivieron.
  “Desde que se firmó el pacto Chevron-YPF, hay 
  más de 50 mapuches procesados en Neuquén por defender el territorio”, 
  afirmó Lefxaru Nawel, de la Confederación Mapuche.
  Dos casos testigos 
  de la criminalización indígena se dan en Formosa y Chubut. Agustín 
  Santillán, 
  referente wichí de Ingeniero Juárez, está detenido desde hace cinco 
  meses por reclamar tierra, agua, salud y educación en la provincia 
  gobernada por Gildo Insfrán. “Es un preso político”, resumió Pablo 
  Pimentel, de la APDH La Matanza, que visitó a Santillán en la cárcel.
  Y Facundo 
  Jones Huala, 
  lonko de la comunidad Pu Lof en Resistencia, está preso desde el 28 de 
  junio.
  Situación nacional
  
  Amnistía Internacional Argentina presentó en 2015 un mapa de conflictos 
  de comunidad indígenas (territorioindigena.com.ar). Contabilizó un piso 
  de 183 casos. “Da cuenta de la situación de violencia y exclusión que 
  viven los pueblos indígenas. Las comunidades exigen el cumplimiento de 
  sus derechos frente a gobiernos (municipales, provinciales, nacional), 
  empresas (agropecuarias, mineras, petroleras, de turismo, entre otras), 
  y ante jueces y fiscales del Poder Judicial que desoyen las normativas 
  vigentes”, resaltó Amnistía.
  
  Realizado de forma colaborativa junto a la Asociación de Abogados de 
  Derechos Indígena (AADI), la Asociación Abogados del Noroeste Argentino 
  en Derechos Humanos (Andhes), la Defensoría del Pueblo de la Nación, el 
  Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (Endepa), el Grupo Acceso Jurídico 
  a la Tierra (Gajat) y el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), es de 
  actualización permanente y ya llegó a 250 casos en 2017.
  
  “Mientras que la Constitución Nacional y los tratados de derechos 
  humanos reconocen la posesión y propiedad comunitarias de las tierras 
  que tradicionalmente ocupan los pueblos indígenas, y asegura su 
  participación en la gestión referida a sus recursos naturales, los 
  pueblos originarios siguen reivindicando su derecho al territorio, 
  mientras sufren de forma desproporcionada violencia, exclusión y 
  pobreza”, cuestionó Amnistía.
  La relación es directa: a cuanto más avance 
  extractivo (de la mano de empresas agropecuarias, petroleras, mineras y 
  forestales, entre otras), mayor nivel de conflictividad y violación de 
  derechos indígenas.
  Senadores
  En 
  noviembre vence la Ley Nacional 26.160, muy conocido dentro del mundo 
  indígena porque ordena relevar todos los territorios indígenas y frena 
  las órdenes de desalojo.
  
  Aprobada en 2006, su aplicación fue muy cuestionada por las propias 
  organizaciones. Tanto en su implementación política (los relevamientos 
  territoriales dependen del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas y sus 
  pares provinciales) como judicial, con jueces y fiscales que pocas veces 
  la aplicaron.
  
  Según información oficial respecto a la Ley 26.160, existen 1.532 
  comunidades identificadas por el Programa Nacional de Relevamiento 
  Territorial Indígena (Reteci). Sólo fueron relevados los territorios de 
  759 comunidades (49 % del total). De este porcentaje, sólo 459 
  comunidades cuentan con relevamiento finalizado.
  
  Amnistía Internacional evalúa que durante 2017 se relevarán 150 
  comunidades, que representan sólo el 10 % del total. “Lo que deja por 
  fuera a por lo menos 623 comunidades que aún no han atravesado ningún 
  proceso de relevamiento y a las 303 comunidades que aún no lo han 
  concluido. En conclusión, al menos 926 comunidades, el 60 %, quedarán a 
  la deriva de no prorrogarse la norma y verán trunca su posibilidad de 
  ver relevado su territorio”, alertó el organismo.
  El 
  jueves 7 de septiembre, la Cámara de Senadores tenía la posibilidad de 
  votar la prórroga de la Ley 26.160, en beneficio de los pueblos 
  indígenas. El tratamiento fue propuesto por los senadores Pino Solanas 
  (Proyecto Sur) y Magdalena Odarda (CC-ARI). Los bloques del oficialismo 
  (PRO y UCR) y la oposición (tanto el PJ como el Frente Para la Victoria) 
  rechazaron votar la prórroga.
De esta forma, 33 senadores de diversos partidos se negaron a tratar el proyecto y diez se abstuvieron. Sólo once votaron en línea con los pedidos de los pueblos indígenas. Los ocho de la UCR y los seis del PRO votaron por la negativa.Entre los que votaron por el “no” figuran: José Alperovich, Walter Barrionuevo, Julio Cobos, Rodoldo Urtubey, Federico Pinedo, Miguel Angel Pichetto, Luis Naidenoff, Angel Rozas, Omar Perotti y María Laura Leguizamón. Por la abstención (que funcionó como una negativa a tratar la ley) estuvieron Juan Manuel Abal Medina, Hilda Aguirre, Mirtha Luna y Alfredo Luenzo.Aún con críticas a la implementación, existe consenso indígena en que la ley debe ser prorrogada. Es un paraguas ante la avanzada empresaria sobre los territorios indígenas. No hay dudas: es mejor que esté la ley, a que no esté. Pero los senadores nacionales se resisten a que siga existiendo la ley.
  Desaparecer
  
  Adolfo Pérez Esquivel acompaña la lucha de los pueblos indígenas desde 
  hace décadas. El 3 de septiembre emitió un comunicado titulado “pueblos 
  originarios, de víctimas a victimarios”. Enumeró las leyes que 
  benefician a las comunidades indígenas y que no se cumplen. 
  
  
  Recordó que Santiago Maldonado fue desaparecido en el marco de un 
  reclamo territorial del pueblo mapuche y cuestionó al actual gobierno (y 
  a los anteriores).
“Los pueblos originarios soportan desde hace décadas la violencia social y estructural. Y tanto el gobierno actual, como los que le precedieron, en lugar de buscar soluciones y respetar sus derechos, responden con represión”, cuestionó el Nobel de la Paz.También denunció “la campaña de descrédito y mentiras que cuenta con la complicidad de grandes medios de comunicación, aliados del gobierno, de jueces cómplices, de funcionarios nacionales y provinciales que favorecen a grandes terratenientes, como Benetton, Lewis y Turner”.
  
  Marcos Pastrana, diaguita de Tucumán, repudió el accionar de los 
  senadores (al negarse a prorrogar la Ley 26.160) y también cuestionó el 
  accionar del Poder Ejecutivo y de los grandes medios de comunicación 
  “que llaman terroristas” a los indígenas que luchan por sus derechos.
  En 
  un audio que circuló entre comunidades indígenas de todo el país, 
  Pastrana resumió el pasado y presente de la clase dirigente y del Estado 
  para con los pueblos originarios: 
  
  “No son políticos, no son gobernantes, ni son ni funcionarios, son 
  gerentes ejecutores de las multinacionales y de los terratenientes (...) 
  La política del Estado argentino es desalojar y hacer desaparecer a las 
  comunidades y pueblos indígenas”.
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario