Documento Constitutivo de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (UCCSNAL).
Ciudad de Rosario (Argentina) junio de 2015
En homenaje póstumo al doctor
Andrés Carrasco (1946-2014)
Presidente Honorario
Permanente
Desde el discurso dominante, se la asignan a las soluciones
científico tecnológicas un rol cada vez más preponderante en la resolución de
las crisis, desplazando la discusión ético-política de fondo.
Sin embargo, la generación y uso del conocimiento
científico tecnológico están cada vez más comprometidos con dar respuesta a las
demandas de las corporaciones que impulsan el modelo que nos ha llevado a esta
crisis y cada vez menos al servicio de los pueblos. La creciente tendencia a la
privatización del conocimiento en desmedro de su uso público va en consonancia
con una ciencia cada vez más funcional a los intereses del corporativismo
capitalista (o gran capital), tendencia que se ve reflejada en el
estímulo al patentamiento del conocimiento a nivel académico y en la creciente
tendencia a la privatización de entidades públicas de investigación y de
educación superior.
En este contexto son las
comunidades locales, los pueblos indígenas, los campesinos y campesinas, los
recolectores y recolectoras, los habitantes de las periferias de las ciudades,
quienes se están enfrentando a la destrucción de sus sistemas de vida, a la
ruptura de sus redes comunitarias y al acaparamiento de sus territorios, siendo ellos, al mismo tiempo, quienes con sus luchas, sus
saberes ancestrales, sus ejemplos convivenciales y su concepción del buen vivir
y su organización, los que siembran
semillas emancipadoras para reconstruir los paradigmas necesarios para
enfrentar estas crisis.
Frente a este panorama los abajo firmantes
—investigadores, profesores y estudiantes, dedicados a labores de investigación
y enseñanza superior—, hemos decidido
conformar la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza
de América Latina (UCCSNAL) con
el objeto de:
- propiciar
una reflexión crítica sobre la naturaleza de los procesos sociales de
construcción de la ciencia y la tecnología, sus productos y sus impactos;
- promover
la discusión sobre el papel y responsabilidad de los estudiantes,
científicos y académicos en el desarrollo del conocimiento y sus
aplicaciones;
- generar
conocimientos con base en la investigación contextualizada, con el auxilio
de nuestras disciplinas, en un espacio epidisciplinario de debate, orientado
a apoyar, acompañar y fortalecer los procesos sociales y las luchas en defensa
de las comunidades y la naturaleza.
El conocimiento
científico y tecnológico, en particular aquel desarrollado en un contexto
reduccionista, sin el debido control social, ha contribuido a
crear problemas ambientales y de salud, con alcances muchas veces catastróficos
e irreversibles o, si tienen solución, ésta suele ser difícil y costosa. En forma creciente, la ciencia y la tecnología son
puestas al servicio de la acumulación del capital y del ejercicio ilegítimo del
poder, incluyendo el desarrollo de tecnologías con una inmensa
capacidad destructiva.
Resulta necesario que las sociedades de los
países de nuestra región puedan decidir sobre las políticas de ciencia y
tecnología. En estas decisiones deben participar no sólo los científicos de
diversos campos del saber, sino también las organizaciones de la sociedad
civil, movimientos sociales y representantes legítimos de los diferentes grupos
sociales.
Resulta imperativo
aplicar los principios de precaución y de prevención.
Empero, en vez de respetar estos principios
éticos, con frecuencia los intereses políticos o económicos conducen a la
explotación prematura de tecnologías cuya seguridad e inocuidad no están
garantizadas o probadamente dañinas.
Uno de los ejemplos más dramáticos en ese
sentido es el desarrollo de cultivos transgénicos que claramente describió
Andrés Carrasco en su último documento público conocido después de su
desaparición física: “La transgénesis altera directa o indirectamente el
estado funcional de todo el genoma como lo demuestra la labilidad de la
respuesta fenotípica de un mismo genotipo frente al medio ambiente. En la
ignorancia de la complejidad biológica (hoy hablamos de desarrollo embrionario, evolución y
ecología como un sistema inseparable) se percibe la presencia de un insumo esencial: la dimensión ontológica
del gen. No reconsiderar este concepto clásico del gen como
unidad fundamental del genoma rígido concebido como un ‘mecano’, una máquina
predecible a partir de la secuencia (clasificación) de los genes y sus
productos que pueden ser manipulados sin consecuencias, expresa el fracaso y la
crisis teórica del pensamiento reduccionista de 200 años”.[i]
Ante estos y otros problemas similares,
manifestamos nuestra convicción de que el quehacer
científico debe desarrollarse de una manera éticamente responsable y con un
claro compromiso con la sociedad y la naturaleza, privilegiando los
principios de sustentabilidad, equidad, democracia participativa, justicia
socio- ambiental y diversidad cultural. Al mismo tiempo asumimos la necesidad
de replantearnos los mecanismos de generación de
conocimientos de los modelos científicos vigentes buscando nuevos paradigmas
que contemplen la complejidad, la diversidad y la incertidumbre, a la vez que
el beneficio para las grandes mayorías.
Finalmente, la investigación científica y
tecnológica puede y debe ser conducida sobre un pluralismo de estrategias,
rechazando aquellas que se encuadran en un abordaje descontextualizado, y acudiendo a las
que permiten investigaciones que integran y articulan las dimensiones
ecológicas, sociales y culturales de los pueblos.[ii]
Por lo anterior hacemos la siguiente
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