Entrevista a Darío Aranda: “Las políticas
extractivas van a continuar en el próximo gobierno,
no importa quien gane”.
18 de marzo de 2015
El periodista Darío Aranda presenta Tierra Arrasada. Petróleo, soja,
pasteras y megaminería. Radiografía de la Argentina del siglo XXI, como
resultado de la continuidad y profundización del trabajo que viene realizando
desde hace más de diez años. El libro publicado por Editorial Sudamericana se
enfoca principalmente en el impacto del extractivismo en el ambiente, la
resistencia de las comunidades y la represión que sufren
por parte de las corporaciones, el dejar hacer de las políticas estatales y el
silencio de los medios de
comunicación. “No distingo de gobiernos que pueden ser de derecha o de
izquierda, todos se venden a corporaciones que defienden al extractivismo por
sobre la población local”, sentencia el autor.
— ¿Cuál es el objetivo de tu nuevo libro Tierra Arrasada. Petróleo, soja,
pasteras y megaminería?
— La idea es poner en foco a través de la
crónica, los testimonios y las entrevistas, la situación que se vive por el
extractivismo en la Argentina, causado principalmente por el modelo
agropecuario actual y el fracking (técnica de extracción de petróleo de
yacimientos no convencionales), y como este modelo repercute en los campesinos,
comunidades y pueblos originarios. El problema que se da siempre es ver estos temas de
forma separada pero están directamente vinculados, y se relacionan a formas de
pensar el desarrollo. En
síntesis, se podría pensar al libro como un mapa del extractivismo a nivel
nacional, pero también un mapa de las luchas y resistencias que se producen
debido al mismo.
— Recorriste bastante
el país, del norte al sur, para profundizar tu investigación. Por ejemplo,
estuviste en el acampe de Malvinas Argentinas, Córdoba, contra la empresa Monsanto ,
¿qué experiencia te dejó eso?
— Tuve la
oportunidad de ir varias veces, pero la primera vez la presidente Cristina
Fernández de Kirchner recién habían anunciado la fundación de
una planta de la compañía en ese lugar, por eso fui a una de las primeras asambleas
cuando se estaba comenzando a formar el acampe y enfrentar nada menos que a una
empresa como Monsanto es algo que parecía imposible. De hecho hay colegas e
investigadores extranjeros que vienen a conocer como es el caso de la pequeña
comunidad que frenó a Monsanto. Y la verdad que en ese momento parecía difícil
enfrentar a un monstruo, una corporación de semejante magnitud. Por eso el
libro lo cerramos con este caso. Hace un año y medio la asamblea está frenando
la instalación de la
planta. Han logrado frenar al monstruo. Lo que intenta cada
apartado del libro es dar cuenta de un estado de situación que demuestre estas
historias de resistencias. El caso de la asamblea de Malvinas es una prueba de
eso.
“El
libro suma estas historias de resistencia porque demuestran que cuando una
comunidad sigue y está en lucha puede producir cambios fundamentales.”
— Constantemente
remarcas todos estos conflictos socioambientales que se producen con el
extractivismo, pero también hablas de las resistencias que existen.
— Sí, por un lado, está la cuestión de ver
el vaso medio vacío del estado de situación, el abandono, los desastres
ocurridos, el avasallamiento de los recursos y la contaminación. Pero
por otro lado, tenemos que remarcar que los triunfos que se han
dado demuestran que se puede dar lucha. El libro suma estas historias que se
dan por todo el territorio porque demuestran que cuando una comunidad sigue y
está en lucha, aunque no sean victorias cerradas (en el caso de Malvinas
Argentinas, Monsanto no se fue aún, pero tampoco pudo instalarse), producen
cambios fundamentales.
— Es complejo el tema
porque -más allá de que es cuestionable- de este modelo parecería depender
actualmente la economía del país, por lo tanto es difícil luchar contra eso sin
poner en cuestionamiento el desarrollo como lo haces vos en tu libro anterior Argentina Originaria. Genocidios,
saqueos y resistencias.
— Bueno, ahí entran muchos debates pero la
pregunta que hay que realizar es “¿progreso
o desarrollo para quién?”. Obviamente si cuando hablamos del
modelo agropecuario le preguntamos a los directivos de Monsanto o Gustavo Grobocopatel (de la compañía Los Grobo )
sobre la soja van a contestar de determinada manera, pero ahora si le
preguntamos a las comunidades o, por ejemplo, a Sofía Gatica -madre del barrio
Ituzaingó, Córdoba, que perdió a su hija que nació con malformaciones de
riñones-, seguramente no va a hablar de desarrollo y de progreso. En este
sentido, se suele instalar un discurso hegemónico tanto en medios opositores como oficialistas donde el
extractivismo se ve como la única salida económica. Cuando hablan del progreso o de que el
fracking no va a contaminar no hace falta darse una vuelta por Vaca Muerta, ver
las comunidades y recorrer, para darse cuenta de que no es que va a contaminar,
sino que ya lo está haciendo. Hay empresas periodísticas, grandes medios que son socios activos de las corporaciones
como Barrick Gold, Monsanto, Chevron, y hay otros que quizás no son socios de
las empresas pero sí afines al gobierno nacional. Entonces ahí pareciera haber
un silencio absoluto de los dos lados.
— ¿Qué relación existe entre tus dos libros
publicados? ¿Se puede pensar que hay una profundización de las problemáticas en Tierra Arrasada?
— Sí, yo creo que es
en cierta medida una continuidad. El primer libro surgió en el 2010, en el
momento del Bicentenario, porque los pueblos originarios fueron los grandes
ausentes del evento. Ahí surgió la necesidad de condensar en un libro la
continuidad entre las luchas, el genocidio y el saqueo del territorio en el
pasado y el presente. Si bien los temas del extractivismo se tocaban más allá
de los pueblos originarios, intentamos en el nuevo libro abrir un poco más el
abanico y estudiar principalmente a los cuatro pilares del modelo: petróleo, soja,
pasteras y megaminería. En este sentido, creo que ambos libros son
complementarios.
— En el libro anterior
tu crítica es más profunda hacia la sociedad, y en este me pareció que es mucho
más agresivo hacia las políticas de estado, ¿vos cómo lo ves?
— No lo había pensado así, la verdad que no
fue la intención. De
hecho tuve bastante cuidado en no poner el acento en la última década. Si bien
este gobierno ha profundizado el extractivismo no es el único responsable. Las
políticas extractivas existen desde la década del ‘90 y van a continuar en el
próximo gobierno, no importa quien gane, no importa si es
Randazzo, Scioli o Massa, por nombrar sólo algunos, estas políticas de estado
van a continuar. Pensando en el tema de la crítica social, en la introducción del
libro en la parte de la hipótesis soy muy crítico con todos los centros
urbanos, sobre todo con la clase media urbana, debido a que muchas veces se
siente ajena a estas problemáticas. Por eso siempre utilizo como ejemplo cuando
explotó el container con pesticidas en el puerto de Buenos Aires en diciembre
de 2012 para ironizar “qué bueno que los porteños por un día se sintieron
fumigados”. Pongo el acento en esto porque parecería que hay una doble vara en
plantear el desarrollo, es decir, en qué zonas explotar y en cuáles no, me
pregunto qué pasaría si Vaca Muerta estuviera en Recoleta.
— Entiendo que es un
modelo extractivo que se da en toda América Latina, ¿conocés lo que sucede en
los otros países?
— Sí, el modelo sojero es idéntico en
Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay. El
avance del extractivismo se da de la misma forma en todos estos países. Y
también las represiones al campo popular suceden de manera similar. En ese sentido, no distingo de
gobiernos que pueden ser de derecha o de izquierda, todos se venden a
corporaciones que defienden al extractivismo por sobre la población local.
— ¿Cuál
sería tu hipótesis sobre la hipocresía en los discursos tanto de los
gobernantes y de muchos militantes?
— Yo creo que los gobiernos, todos los
gobiernos, lo que suelen ver y priorizan es la caja. Es decir, tienen
una mirada cortoplacista de las regalías que pueden obtener y si le hacen mal a
una comunidad lo ven como daños colaterales de ello. Obviamente eso no lo
comparto. Igualmente, lo que más me llama la atención es el silencio de muchos
militantes de izquierda, me sorprende que no vean que esto es una nueva etapa
de lo que Eduardo Galeano hablaba en Las
Venas Abiertas de América Latina. En ese sentido, no lo entiendo o no me
entra en la cabeza como no están con el campo popular.
— En este sentido,
¿existe la necesidad de contar lo que en otros medios
se silencia o se oculta? ¿Cómo asumís ese rol de comunicador?
— Con el tema particular de los medios de comunicación, en los últimos años se ha
debatido mucho sobre su rol, y creo que ya sabemos lo que son y cómo trabajan
los grandes medios . Está bueno
seguir repitiéndolo, pero creo que se ha avanzado bastante con ese tema. Ahora,
en lo que hay que avanzar es en el rol de los análisis y ya no sólo pensar si
Clarín o Página/12 son “malos” sino que hay que apuntar a la sensibilidad de
cada uno. Yo soy parte de los medios ,
trabajo en Página/12 desde el año 2003 y creo que cada uno tiene que hacerse
cargo de lo que escribe. Nadie, ningún medio, te obliga a escribir
algo que no querés. Hay
periodistas que se ríen o se mofan porque las comunidades son fumigadas, y
deberían hacerse cargo de esa posición, y hay colegas que en otros medios no hacen nada para poder visibilizar el tema.
Creo que debemos ser honestos intelectualmente y contar lo que pasa.
“Muchos
compañeros toman como referencia a Rodolfo Walsh, y creo que es algo bastante
contradictorio porque si un medio importante dice que no a una nota, muchos
bajan la cabeza y no escriben nada. Rodolfo Walsh escribió la Carta a las
Juntas Militares que nadie se la iba a publicar, pero la hizo igual y se jugó
la vida por eso.”
— Más
allá de Página/12, ¿cómo es tu relación con los otros medios
en los que trabajas cómo: la cooperativa de comunicación La Vaca,
las radios comunitarias FM Kalewche (de
Esquel) y FM La
Tribu, el sitio Comunicación
Ambiental, entre otros?
— Trabajo en bastantes lugares como
colaborador, y en todos lo hago con el mismo profesionalismo. Es decir, me
preparo de la misma forma para una nota en Página/12 como para la radio de
Esquel. Mi relación con todos esos medios
es bastante buena, en el sentido que lo más importante es que me permitan poder
publicar. No obstante, me siento cómodo de estar tanto en Página/12 como en los
otros sitios, a pesar de que muchos vean mal que siga trabajando en un medio
comercial, yo creo todo lo contrario, que lo mejor es estar en ambos lados. Los
grandes medios son justamente medios grandes para poder comunicar. Muchos
compañeros toman como referencia a Rodolfo Walsh, y creo que es algo bastante
contradictorio porque si un medio importante dice que no a una nota, muchos
bajan la cabeza y no escriben nada. Rodolfo Walsh escribió la Carta a las
Juntas Militares que nadie se la iba a publicar, pero la hizo igual y se jugó
la vida por eso. Por eso creo que no hay que quedarse con los brazos cruzados y
hay que buscar en todos lados. En este punto, más allá de los gobiernos, van a seguir avanzando
todas las empresas extractivas y es importante que seamos más los colegas que
abordemos estos temas y entendamos que la realidad es mucho más allá de la Avenida General Paz.
— En algún punto, lo
siento como un mensaje a las nuevas generaciones de comunicadores y
periodistas.
— Es importante saber que en ningún medio
comercial vas a poder contar todo lo que querés, por eso hay que buscar alguna
alternativa. Es una de las grandes carencias que hay en las facultades y
academias de periodismo, porque nos tratan de formar para ser mano de obra
barata de los medios comerciales. La
función que deberíamos asumir es tratar de generar o encontrar las grietas para
contar lo que está pasando. Uno tiene que insistir en seguir
publicando lo que cree es una noticia y que es necesario contar.
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Foto de portada: Pablo Piovano
Fuente: https://www.laprimerapiedra.com.ar/2015/03/entrevista-a-dario-aranda-las-politicas-extractivas-van-a-continuar-en-el-proximo-gobierno-no-importa-quien-gane/
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