La «contrarreforma
agraria integral» del sistema mundo capitalista (bajo gestión neoliberal
o progresista)
impone
"transformar a la naturaleza en un mero medio de producción,
y a todos los procesos vivos que le son inherentes en potenciales
mercancías, y destruir todas aquellas relaciones sociales,
constelaciones culturales y lenguajes de valoración propios de otras
matrices civilizatorias para subsumirlas a la lógica unidimensional del mercado (el
tiempo abstracto, el individualismo y la ganancia privada). La violencia y el
despojo constituyen la condición y signo del origen neoextractivista".
La «contrarreforma
agraria integral» del sistema mundo capitalista garantiza el orden
social donde
"los procesos de expropiación ecológica tienen profundas consecuencias económicas
y políticas; implican inexorablemente que lo
que unos consumen es lo que a otros les es quitado. El agua y la
energía que consumen las mineras en los territorios de nuestra región,
por ejemplo, es agua y energía que es negada y expropiada a las propias
poblaciones locales".
Espiral (Guadalaj.) vol.23 no.66 Guadalajara may./ago. 2016
Neoextractivismo y conflictos medioambientales
en América latina
Conclusiones
Se ha analizado cómo los Gobiernos de América Latina justifican un
estilo de desarrollo extractivista que genera círculos viciosos no sólo
en la población (explotación desmedida, bajos salarios, no se cuenta con
prestaciones labores -seguro médico, ahorros, etc.-), sino también en el
entorno territorial de estas poblaciones: al estar sometido a una
sobrecarga de sus recursos naturales, se tiene como resultado
depredación y degradación de su medio ambiente.
Esta paradoja perversa del sistema es propia de la lógica que opera en los Gobiernos en comparsa con las empresas para mantener un sistema productivo con altos rendimientos para una clase empresarial nacional y extranjera. Sin embargo, estas empresas productivas que comercializan exitosamente sus productos en el exterior, aprovechando sus "ventajas comparativas", no generan para sus trabajadores una vida digna y decorosa.
Las comunidades originarias y dueñas de sus recursos (tierra, agua)
son despojadas arbitrariamente de sus medios de subsistencia. Estas
poblaciones inertes e indefensas luchan por que se les restituya lo que
les pertenece. Esto genera creciente conflictividad socioambiental entre
los actores involucrados (Estado, empresas y trabajadores). No obstante
que han crecido los conflictos por disputas y conquistas de territorios
entre los involucrados, el Estado sigue manteniendo una política de
defensa a favor de los intereses empresariales que socavan y depredan la
biodiversidad de los territorios ocupados, destruyendo por consecuencia
el tejido productivo social y cultural de sus pobladores originarios.
Habría que agregar, también, que el negocio lucrativo sobre el aprovechamiento de los recursos naturales se expresa en un neoextractivismo que constituye un escenario favorable para una próspera clase rentista (empresas nacionales, transnacionales y operadores de Gobierno) que acumula más y más riqueza y poder y es situada privilegiadamente en un sistema económico-político exclusivo y explotador de fuerza de trabajo y recursos naturales. El dominio que ejerce la clase rentista (por ejemplo, los titulares de los derechos de propiedad minera, agrícola, petrolera) sobre los denominados activos y recursos "naturales" le permite crear y manipular la escasez, así como especular con el valor de los activos que controla.Esta clase rentista ejerce el derecho del "acaparamiento de tierras" que se está llevando a cabo actualmente en todo el mundo (América Latina, África), y que tiene que ver más con la creciente competencia por monopolizar los recursos y la cadena alimentaria con vistas a la extracción de rentas que con el temor a unos inminentes límites naturales impuestos a la producción de alimentos y la extracción de minerales.También es a través del comercio internacional de materias primas que existe una transferencia real o virtual de insumos (agua, energía, minerales, biomasa y nutrientes, así como los efectos del trabajo humano) de una parte a otra del planeta. Este comercio es el adhesivo que mantiene unido el sistema capitalista, y es su expansión la que extiende e intensifica las actividades que tienen lugar dentro del mismo. En este sentido, la categoría de transferencia ecológica se ejemplifica en el caso de la explotación de petróleo crudo de México, que se exporta a Estados Unidos y que este regresa procesado como gasolina o gas.
El sistema capitalista está plagado de desigualdades y desarrollos
geográficos irregulares, precisamente como consecuencia del patrón
desigual de estas transferencias. Los beneficios se amontonan en una
parte del mundo a costa de la otra. Un claro ejemplo de esto es lo que
ha acontecido con América Latina en cuestión de transferencia de los
beneficios ecológicos a partir de la explotación de su naturaleza y
recursos naturales. Hay que recordar que el capital ha agotado, e
incluso destruido, de forma irreparable los
recursos latentes en la
naturaleza de ciertos lugares (ejemplos como el gaucho, el henequén,
etc.).
Las colonias y las neocolonias fueron explotadas y son explotadas
por sus recursos, sin importar el bienestar de las poblaciones locales
(a menudo indígenas).
La extracción de minerales y la explotación de los recursos
energéticos y forestales suelen seguir una lógica similar, dejando tras
de sí un paisaje desigual de ciudades mineras abandonadas, suelos
agotados, vertederos de residuos tóxicos y valores de activos
devaluados. Estas prácticas extractivas y explotadoras se tornan
doblemente voraces y violentas bajo regímenes imperiales y coloniales.
Los beneficios y las pérdidas desiguales casi siempre redundan, sin
embargo, en beneficio de los ricos y los poderosos, dejando a los
vulnerables y a los pobres mucho peor de lo que estaban.
Esto es, al fin y al cabo, en lo que siempre ha
consistido el imperialismo extractivo.
La explotación de la tierra, la erosión del suelo y la extracción incontrolada de los recursos naturales han dejado una huella de enormes proporciones en los paisajes de todo el mundo, y en algunos casos han provocado la destrucción irreversible de aquellos valores de uso necesarios para la supervivencia humana. Sin embargo, el capital no puede menos que privatizar, mercantilizar, monetizar y comercializar todos aquellos aspectos de la naturaleza a los que tiene acceso. Sólo así le es posible absorberla cada vez más intensamente de modo que se convierta en una forma de capital, esto es, en una estrategia de acumulación. La colonización de nuestro mundo de vida por el capital se acelera. La infinita y cada vez más absurda acumulación exponencial de capital se ve acompañada de una infinita y cada vez más absurda invasión del mundo de vida por la ecología del capital.
Como se
analizó,
se instaura un proceso que se denomina "ofensiva
extractivista", con acelerado avance expropiatorio, mercantilista y
depredador de los bienes comunes naturales de la región. El agronegocio,
la minería a gran escala, la explotación de hidrocarburos no
convencionales, la industria forestal y la construcción de megaproyectos
de infraestructura (carreteras, gasoductos, termoeléctricas, represas,
etc.) son actividades únicas de esta nueva ola de saqueo, dependencia y
recolonización a la que están sujetos los países de América Latina. Se
puede decir que casi todos los estudios académicos recientes coinciden
en las que las actividades de extracción de minerales o hidrocarburos
generan situaciones de pobreza y de autoritarismo, y que se propician
relaciones entre unas y otras.
Referencias bibliográficas
Recibido: 08 de Abril de 2015; Aprobado: 19 de Febrero de 2016
Señalemos como causa común,
de las diversidades de abajo sin fronteras ni muros, a la reafirmación de derechos
sobre territorios desde comunidades y pueblos naciones. Apreciemos porqué en el siguiente ejemplo:
*Al pueblo nación Mapuche Tehuelche y a la opinión pública en general:*
Comunidades Mapuche-Tehuelche de las zonas de meseta y cordillera, y gente de nuestro pueblo-nación declaramos:
Kiñe: Reunidos en Trawn expresamos la reafirmación de nuestros derechos territoriales, y exigimos solución política inmediata a la embestida de la empresa minera Pan American Silver, en complicidad con el poder estatal, entendiendo que es territorio ancestral mapuche tehuelche y se encuentra en peligro.
Epu: rechazamos la promulgación de la Ley de Ministerios con la creación del Ministerio de Hidrocarburos. Dicho ministerio es un paso más del gobierno para intervenir sobre el territorio y habilitar la Megaminería. A su vez, rechazamos cualquier ley desde el Estado, sobre este tema, en tanto no se respeten aquellas que él mismo reconoce (Art. 75. Inc. 17 de la Constitución Nacional, Convenio 169 de la OIT) y nos protegen como Pueblos Originarios.
Küla: nos vemos en obligación de repudiar fervientemente la profanación y traslado del Chenke (enterratorio ancestral) a principios del año 2005, para llevar a cabo actividades de exploración minera. Entendemos la necesidad de mantener el equilibrio con la Ñuke Mapu y los pulli que la habitan y cuidan el lugar, y se vieron afectados por este hecho. Como Mapuche-Tehuelche no vamos a permitir que continúen estos atropellos ante la avanzada del extractivismo, que continuará afectando gravemente estas fuerzas espirituales.
Meli: denunciamos que las actividades de la empresa están generando división en las comunidades, y conocemos de la coerción que ejercen sobre ellas. Nos solidarizamos con los pobladores que se ven amenazados por las acciones de la empresa en complicidad con el poder político. Estamos en alerta y observando sus movimientos y no vamos a aceptar esta clase de atropellos.
*Hacemos un llamado a pu peñi pu lamgen y a la población consciente, a acompañar nuestra lucha por la defensa del territorio y el agua.*
*Recordamos a Raimundo Pino, desaparecido de nuestra meseta y exigimos justicia y el fin de la impunidad.*
*Raimundo Pino
presente.*
*Rafael Nawel Yem
presente.*
*Libertad al lonko
Facundo Jones Huala.*
*Absolución a Lautaro
Curruhuinca.*
*Mari chiweu, mari
chiweu
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