12 de agosto de 2010

Estado terrorista en Colombia para implantar agrocombustibles(II)

"Agrocombustibles en Colombia ¿beneficio para quién?" Escrito por PCN, CENSAT, Diocesis Quibdo, etc. (continúa)

“(…)Contexto
En Colombia, miles de campesinos afro descendientes, indígenas y mestizos se enfrentan día a día al desplazamiento forzado, al socavamiento de la soberanía y autonomía alimentaría, al debilitamiento de sus economías comunitarias locales, a la creación de paupérrimas condiciones laborales y el resquebrajamiento de sus culturas, entre otras problemáticas.
Estas son algunas de las razones que motivaron la realización de la Misión internacional, “Agrocombustibles en Colombia ¿beneficio para quién?”
“Nosotros no queremos alianzas, no queremos negociar con ningún palmicultor. ¿Cómo es que 10 años atrás vienen a sacarnos de nuestras tierras con helicópteros, bombardeos y «operación rastrojo» por el suelo para quitarnos lo que nos pertenece y ahora vienen a decirnos que hagamos alianzas para la siembra de ese motocultivo que acabó con nuestras vidas y nuestros territorios?”.
Es el testimonio de Ligia María Chaverra, Líder comunitaria de las cuencas del Curvaradó y Jiguamiandó, quien dio a conocer algunos mecanismos empleados por las empresas multinacionales con el propósito de expandir la siembra de palma africana y de caña de azúcar en el país. (...)
El modelo y sus benefactores
Para los países industrializados la seguridad energética es hoy un tema esencial, pues sostener su modelo de consumo y su necesidad de explotación capitalista supone el aumento creciente y desigual del consumo energético mundial concentrado en los países del Norte. Se calcula que entre 2002 y 2030 este consumo aumentará en un 60% si se mantiene el ritmo actual.

Es el testimonio de Ligia María Chaverra, Líder comunitaria de las cuencas del Curvaradó y Jiguamiandó, quien dio a conocer algunos mecanismos empleados por las empresas multinacionales con el propósito de expandir la siembra de palma africana y de caña de azúcar en el país. Sus palabras evidencian la tensión que se vive en la actualidad en territorios como las cuencas de Jiguamiandó y Curvaradó del Bajo Atrato chocoano, el sur de Bolívar del Magdalena Medio, el Meta y Vichada en la Orinoquía, Tumaco en el Pacífico Sur y el Valle geográfico del río Cauca.
Las comunidades de estas regiones podrán dialogar con los delegados de la misión, contar sus experiencias frente a la vulneración de sus derechos fundamentales y colectivos y, la pérdida de sus condiciones y garantías sociales, culturales, ambientales y económicas.

El modelo y sus benefactores
Para los países industrializados la seguridad energética es hoy un tema esencial, pues sostener su modelo de consumo y su necesidad de explotación capitalista supone el aumento creciente y desigual del consumo energético mundial concentrado en los países del Norte. Se calcula que entre 2002 y 2030 este consumo aumentará en un 60% si se mantiene el ritmo actual.
Algunos “benefactores” consideran que el fin de la era del petróleo, del gas y del carbón exige un incremento en la producción de energía con base en nuevas fuentes. Sugieren que el camino a seguir es la utilización de la biomasa, energía producida a partir de madera, palma aceitera, desechos vegetales y sobre todo de la caña de azúcar, al maíz, el trigo, el colza, la remolacha y la soya. Por esto las políticas de inversión de Europa y Estados Unidos se han encaminado a promover la siembra de estos productos que hoy en día son procesados para producir etanol y biodiesel y no para alimentar a la gente.
Según varias investigaciones ninguna de las fuentes de energía que se han denominado alternativas, satisfacen la demanda mundial. Estudios científicos revelan que, sí el suministro mundial de almidón y cultivos de azúcar se transformara en etanol sólo se llegaría a reemplazar, como máximo, el 40% del consumo mundial de gasolina. Y sí, toda la producción mundial de plantas aceiteras se destinase al biodiesel no alcanzaría siquiera un 10% del consumo.
Con este modelo que beneficia a unos pocos, no sólo se afectan los campesinos, dueños ancestrales de los territorios, también se ve afectada la humanidad. Cada año 13 millones de hectáreas de bosques se pierden en el mundo, lo cual contradice la tesis de que los agrocombustibles ayudan a disminuir la emisión de gases y por lo tanto el calentamiento global. Sólo en Colombia, uno de los países del sur que concentra el mayor número de especies vegetales y animales, se talan diariamente 1.638 hectáreas de selvas, destinándose gran parte de esa área a monocultivos para agrocombustibles.
Quienes auspician y desarrollan este tipo de actividades desaparecen y degradan selvas, ecosistemas completos, arrasan culturas enteras y atacan la autonomía alimentaria. Las cifras son claras, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), el aumento creciente de los precios de los alimentos entre un 50 y un 80%, cuyo 30% se debe a la desviación de cultivos alimentarios y de tierra agrícola para la producción de combustibles. El resultado: 290 millones de personas en peligro inmediato a causa de la crisis de alimentos y más de 30 millones de personas sumidas en la pobreza.
http://www.redcolombia.org/index.php?Itemid=54&id=589&option=com_content&task=view 30 de junio de 2009

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