Palabras en el 40
aniversario de su caída en combate
Miguel Enríquez, una
vida fecunda
que perdura en el tiempo
13-10-2014
Por Sergio
Rodríguez Gelfenstein (Barómetro
Internacional)
No quiero caer en una falsa originalidad que
me lleve a emitir palabras fatuas, rememorar lugares comunes y pronunciar las
frases no comprometidas que caracterizan esos discursos en que se conmemora la
vida y obra de un luchador popular, para después, en la vida cotidiana, hacer
todo lo contrario de lo que se dice. No vengo solo a decir “honor y gloria”.
Por ello, me voy a permitir usar el verbo encendido de un gran revolucionario
venezolano, Jorge Rodríguez padre, quien el 2 de octubre de 1975 en el primer
aniversario de la caída en combate de Miguel Enríquez en un discurso
pronunciado no muy lejos de aquí , en el Aula Magna de la Universidad Central
de Venezuela dijera que “Rendir homenaje a Miguel Enríquez es para los
revolucionarios venezolanos y de cualquier parte del mundo un compromiso y un
deber irrenunciable”, agregando más adelante que ello era “… comprometerse a
trabajar seriamente por la formación de las herramientas de combate de los
pueblos oprimidos del mundo…”
Han pasado 39 años de esa fecha memorable y 40 del último combate
de Miguel Enríquez en la
calle Santa Fe de la comuna San Miguel
en Santiago de Chile. La situación del mundo, de América Latina, de Chile y
Venezuela es otra, pero el impacto de su ejemplo sigue estando presente, como
lo testimonia este acto y todos los que se han hecho durante estos días en
Chile y otros países.
Persiste sin embargo, en algunos sectores, la idea de que el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), del cual Miguel era Secretario
General adoptó posiciones de ultra izquierda que jugaron un papel determinante
en la caída del gobierno de la Unidad Popular (UP) que presidía Salvador
Allende. Esas ideas estuvieron y están presentes en Venezuela. Creo que vale la
pena esbozar algunas reflexiones al respecto como desagravio a Miguel Enríquez
cuando se conmemoran 40 años de su desaparición física.
La manida acusación que se le daba al MIR de ser una organización
de ultraizquierda obligaría a establecer una definición respecto de ¿qué es
“izquierda”? de manera que ubique tal caracterización en su justa dimensión,
sobre todo porque se ha hecho una descontextualización interesada, cuando se
pretende hacer un análisis de la situación actual en Venezuela.
Para que haya ultraizquierda tiene que haber izquierda. En el
Chile de 1973 era indudable que existían organizaciones que asumían la vida
desde esa posición política. Sin embargo, el diagnóstico más acertado de lo que
iba a pasar y pasó fue el que hizo el MIR conducido por Miguel Enríquez. Otra
cosa es que este movimiento no haya estado preparado para enfrentar exitosamente la situación creada, cuando todos suponíamos que así sería. Habría que
recordar que hasta el presidente Allende creyó en esa posibilidad cuando en
medio de la defensa de La Moneda el 11 de septiembre, le indicó a su hija
Beatriz que le comunicara a Miguel Enríquez, el siguiente mensaje: ¡Ahora es tu
turno Miguel!. El propio Secretario General del MIR había expuesto su punto de
vista respecto de la situación y la posibilidad palpable de un golpe de Estado
en el discurso que hizo en el teatro Caupolicán de Santiago el 17 de julio de
ese año. No obstante, nada demerita la indudable contribución posterior del MIR
al fin de la
dictadura. Miguel Enríquez sembró un ejemplo de consecuencia
que estuvo presente hasta el último día de gobierno militar.
Debo reconocer que desde mi modesta posición de estudiante
secundario fui un acérrimo adversario del MIR y que fue en las trincheras de
combate de la guerra de liberación de Nicaragua en 1979 cuando patenticé la
futilidad de esa animadversión construida interesadamente por dirigentes de la
izquierda tradicional chilena. Descubrí en los militantes del MIR, compañeros
de una extraordinaria convicción y acendrados valores de solidaridad y lucha.
Todo esto para decir que aquellos que nos ubicábamos en la
“izquierda” y que caracterizábamos al MIR de ser una organización de
ultraizquierda, no distábamos–a pesar de las diferencias– de asumir posiciones
equivocadas en cuanto a la definición del enemigo principal, que permitiera el
establecimiento de una correcta política de alianzas para sumar fuerzas –en la
diversidad– a fin de enfrentar desde mejores posiciones al imperio y sus
lacayos locales.
Vale decir, que en el Chile de hoy, la mayoría de los dirigentes
de esa época, los del MIR y los de todos los partidos que integraban el
gobierno de la Unidad
Popular , son aliados del partido demócrata cristian o (PDC), creador de las condiciones
políticas para la concreción del golpe de Estado con Pinochet a la cabeza,
transformándose así en el principal responsable civil del asesinato y
desaparición de miles de chilenos, incluyendo –paradójicamente– al de su propio
líder Eduardo Frei, líder político de la asonada militar. He ahí la insignificancia
del debate de aquellos años cuando se descubre hoy, que unos y otros aspiraban
a lo mismo. La desesperación por ser gobierno está hoy por encima de cualquier
convicción y de cualquier comportamiento ético que se hubiera podido tener en
los años gloriosos de la
Unidad Popular , incluso estableciendo acuerdos con los
promotores del golpe de Estado, que son los mismos que en la actualidad atacan
a Venezuela en cuanto foro internacional participen, los mismos que apoyaron el
golpe de Estado de 2002 contra el Presidente Chávez. Por ello, el valor del
ejemplo de Miguel Enríquez quien al igual que Salvador Allende, entregó la vida
en un combate desigual, haciendo patente el compromiso adquirido con el pueblo.
Vale decir, que el gobierno actual –caracterizado como de centro
izquierda– mantiene las prácticas neoliberales que cimentó la dictadura
pinochetista, impide la convocatoria a una asamblea constituyente originaria
que derrumbe legalmente el sistema constitucional creado por el dictador y se
ha convertido en un feroz represor de estudiantes, trabajadores y mapuches.
Visto de esta manera, podríamos preguntarnos, quién fue, quién era
y quién es de izquierda y quién de ultra izquierda, quién una izquierda
reformista sin vocación de poder. Quién desperdició las potencialidades de
participación y organización popular que generó el gobierno de la UP. Ubicados en otra
perspectiva, se podría acusar a los partidos de la izquierda tradicional de ser
los principales culpables del golpe de Estado. Ni lo uno, ni lo otro, eso sería
hacer una caricatura simplista de la lucha política y social.
Asumir un análisis tan superficial y ramplón, significa subestimar
las increíbles potencialidades desestabilizadores del imperio que utiliza todos
los instrumentos políticos, económicos y militares para retrotraer el curso de la historia. Las
verdaderas explicaciones del golpe de Estado deben buscarse en esto, y en la
incapacidad que tuvo el movimiento popular para construir una correlación de
fuerzas que hiciera avanzar el proceso de cambios sin equivocar cuál era el
enemigo principal. En el caso de Chile de 1973, ciertamente el MIR no podría
ser ubicado en esa dimensión.
Miguel Enríquez se cansó de esbozar una propuesta de organización
y de lucha para los trabajadores y el pueblo chileno. Lo hizo en innumerables
entrevistas, discursos y cartas desde mucho antes del golpe de Estado, incluso
desde antes que el presidente Allende llegara al gobierno. Por supuesto, fue
atacado ferozmente desde la derecha y sacralizado como profano por la izquierda
tradicional.
Posterior al 11 de septiembre, en fecha tan temprana como el 17 de
febrero de 1974, se dio a conocer la
“Pauta del MIR para unir fuerzas dispuestas a impulsar la
lucha contra la dictadura”. Todavía bajo la dirección de Miguel Enríquez, el
documento exponía que “La tarea fundamental es generar un ancho bloque social
que desarrolle la lucha contra la dictadura gorila hasta derrocarla. Para ello
es necesario unir al conjunto del pueblo en la lucha contra ella y, a su vez,
es necesario estratégicamente alcanzar el máximo grado de unidad posible entre
todas las fuerzas políticas de la izquierda y progresistas dispuestas a
impulsar la lucha contra la dictadura gorila”. Proponía crear un Frente
Político de la Resistencia al que convocaba a participar a los partidos
políticos de la UP, a los sectores del PDC dispuestos a combatir la dictadura
gorila y al MIR.
A su vez, proponía construir la unidad a partir de una plataforma
inmediata con tres objetivos: la unidad de todo el pueblo contra la dictadura
gorila, la lucha por la restauración de las libertades democráticas y la
defensa del nivel de vida de las masas. Esta plataforma amplía permitía la
incorporación de todos los sectores que estaban realmente en contra de la
dictadura.
Hacer una traslación mecánica de las condiciones de Chile de 1973 a la América Latina y la
Venezuela de hoy, no deja de ser una irresponsabilidad y una expresión suprema
de ignorancia interesada. Por supuesto que hay elementos comunes, el más
importante de los cuales es la intención manifiesta de Estados Unidos de
repetir en Venezuela lo que logró en Chile hace 41 años. En ambos casos,
lacayos locales se pliegan de manera servil a los intereses imperiales y asumen
posturas terroristas para cumplir sus objetivos. Así mismo, en ambos casos,
aplicar una correcta política de unidad hubiera conducido o conduce a la
acumulación de fuerzas necesarias para avanzar. Excluir de antemano a ciertos
sectores, que sostienen posiciones distintas o asumen un espíritu crítico
dentro del proceso (como hizo el MIR chileno) y caracterizarlos de
ultraizquierdistas hace daño y no permite construir de cara al futuro.
Es válido, haber adversado o adversar al MIR chileno y sus
propuestas de lucha en las décadas de los 60 y los 70 del siglo pasado, pero hay que tener altura de miras para reconocer la innegable valía
moral y ética de Miguel Enríquez. Solo su consecuencia revolucionaria le hizo
quedarse en Chile, para asumir un papel en la dirección de las fuerzas de la
resistencia contra la
dictadura. No se puede separar la actitud del MIR de la de su
Secretario General.
Miguel Enríquez fue la figura más visible de una pléyade de
dirigentes que configuraron una etapa de la lucha política muy compleja en la
que hubo que transitar desde el reformismo social cristian o
soportado por la Alianza para el Progreso, a los días luminosos del gobierno
del presidente Allende y de ahí, a la dictadura criminal de Pinochet, también
sostenida política, militar y económicamente por Estados Unidos y el armazón
político que le proporcionó la derecha fascista y demócrata cristian a al hacer una férrea y desleal oposición a
Salvador Allende.
Recordar a Miguel Enríquez es un acto de justicia, es una
responsabilidad con la memoria que debe acompañar la lucha de los pueblos, es
reafirmar que tras una etapa viene otra en la que se ratifica el compromiso en
la búsqueda de un mundo mejor, es tener la seguridad de que su ausencia física
no impide compartir con alegría la grandeza de un hombre que solo vivió 30
años, pero que estará presente de manera imperecedera en la lucha y la victoria
de Chile y de América Latina.
sergioro07@hotmail.com
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=190568
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