Los otros muros
19 de noviembre de 2014
19 de noviembre de 2014
Por Pablo Jofré Leal (Rebelión)
El mundo ha recordado este mes de noviembre, un acontecimiento que
marcó el fin de un sistema político que se conoció como socialismos reales: la
caída del denominado Muro de Berlín.
Esta construcción de
hormigón, que se extendía por 160 kilómetros , cuarenta y cinco de ellos
dividiendo la ciudad de Berlín en dos y el resto que circundaba su parte oeste
separándola de la República Democrática Alemana (RDA), comenzó su
construcción el día 13 de agosto del año 1961. 28 años después, en la noche del
9 al 10 de noviembre del año 1989 el mundo, en vivo y en directo, en una
catarsis colectiva, fue testigo del desmoronamiento, no sólo de tres décadas de
un Muro divisorio, sino que un modelo político-económico que venía en franca
caída desde la decisión de la nomenklatura soviética de encauzar su pasos a
otro modelo de desarrollo. Esto, tras una agotadora lucha contra Estados Unidos
y sus aliados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ,
en lo que se denominó el período de la Guerra Fría.
No hay
justificación para los muros
El Muro de Protección
Antifascista (Antifaschistischer Schutzwall) como lo denominaban los dirigentes
de la RDA, el Muro del Vergüenza como lo llamaban en el oeste (Schandmauer)
significó la muerte, en cifras en la cual aún no hay acuerdo pero que la
Fiscalía de Berlín signa en 270 personas que trataron de cruzar hacia la parte
occidental, de las cuales treinta de ellas murieron como consecuencia de la
explosión de minas. Diez muertos por año, en un promedio trágico y vergonzoso
para cualquier modelo político pero, en especial para aquellos que sostenían
que la libertad del hombre es un derecho irrenunciable y que se trabajaba por
la construcción de una sociedad más justa.
La justificación para
la dirigencia de la RDA en construir el Muro se fundamentaba en la sangría de
ciudadanos, personal calificado y la huida de otros ciudadanos de países del
este que cruzaban a occidente desde Berlín Oriental. Entre el año 1949 y 1961,
unos 3 millones de personas abandonaron la RDA desde Berlín Oriental. Cifra que
en la primera quincena del mes de agosto del año 1961 significó la salida de 50
mil personas. Bajo la aprobación de Moscú la clase dirigente de la RDA decidió
la construcción, primero de un muro provisional consistente en una alambrada de
165 kilómetros
de largo y cinco metros de alto. Decidiendo además el cierre de 69 de los 81
checkpoint de la ciudad.
Esta resolución, no sólo tenía el sentido de evitar la
sangría de personal calificado y población deseosa de huir a occidente, sino
también mostrar una determinación de fuerza ante el mundo occidental en
momentos que el combate ideológico, industrial, militar, aeroespacial y
político entre el este y el oeste estaba en su apogeo.
Hoy, a 25 años de la
caída de ese muro, constatamos la continuación, desarrollo y creación de muros
tan vergonzosos como el de Berlín. Muros que se han erigido bajo los más
disímiles argumentos: otorgar seguridad a los habitantes del país o territorio
que se desea proteger. Aislar un territorio y ejercer allí medidas y acciones
de represión, invisibilizando a esa sociedad. Impedir que “indeseables”
“extranjeros” “indocumentados” “ilegales” o simplemente personas de otras
nacionalidades, busquen oportunidades laborales en países más desarrollados.
Incluso separar social y económicamente a miembros de una misma sociedad.
Frente a esas
creaciones, violatorias de los derechos de millones de seres humanos, los
mismos que conmemoran hoy la caída del Muro de Berlín y criticaron con fuerza
su edificación, callan, enmudecen y hasta justifican que se construyan nuevas
separaciones, nuevas divisiones, nuevas formas de tener seres humanos de
primera y segunda categoría. A la par del viejo muro berlinés, esos muros de la
vergüenza siguen siendo ocultados, minimizados y hasta justificados, por gran
parte de los medios de comunicación
del mundo.
Esos muros no merecen
la preocupación de medios como The
Washington Post, The New York Times, las cadenas CBS, Fox News o CNN. The
Times, Le Figaro, El País, Il Corriere della Sera. La televisoras españolas,
francesas, alemanas transmitieron con detalle cada homenaje a los caídos por el
Muro de Berlín, editoriales, columnas, opiniones, reportajes y documentales han
dado cuenta de la importancia de la caída del Muro de la Vergüenza en el
corazón de Europa y el triunfo de la libertad pero…más allá de cierta
enumeración de los otros muros que pueblan nuestro mundo, no se ha levantado la
voz para exigir el derrumbe de esa construcciones, ignominiosas, vergonzosas
pues indudablemente significaría morderse la cola.
El muro
de la vergüenza marroquí
En 2.735 kilómetros
de recorrido, sujeto a una férrea y permanente presencia militar de la
Monarquía marroquí, esta barrera, denominada por el pueblo saharaui como el
“Muro de la Vergüenza” tiene enormes similitudes a la ocupación y
construcciones implementadas por Israel con los territorios palestinos, que
sufren la presencia de una potencia ocupante como es Israel. Uno de esos
paralelismos y amplificada a niveles dramáticos, es la construcción de esta
creación que se extiende a lo largo del Sahara Occidental y que separa a los
territorios liberados de la República Árabe Saharui Democrática de aquellos
territorios ocupados por Marruecos. Inspirada en la Línea Bar Lev , que
Israel construyó a lo largo del canal de Suez y cuya experiencia, con sus
técnicos y la ayuda financiera de la monarquía saudí permitió a la Monarquía Alauita
construir este esperpento represivo en varias fases.
Son 2.735 kilómetros
de muro, con una altura de 3
metros , dotado de fosos, muros de piedra, alambradas,
campos minados, fortificaciones militares, 160 mil miembros del ejército
marroquí, armamento y tecnología de última generación, que divide a los
legítimos dueños de esas tierras de sus hermanos, que habitan los territorios
liberados y los campamentos en Tindouf, en territorio argelino. Cada cinco
kilómetros este muro tiene acuartelada una compañía de infantería y cada 15 kilómetros un
radar y baterías de artillería (definidos desde radares del tipo rasura hasta
aquellos artilugios como el AN/PPS-15 que detecta movimientos hasta un alcance
de 60 kilómetros ).
Dotados de armamento vendidos por la propia España – potencia que debía garantizar el
referéndum crónicamente postergado - a contrapelo de las decisiones judiciales
al respecto.
El muro mencionado no
es una única construcción, sino que está conformado por ocho segmentos, que se
han ido erigiendo entre los años 1982
a 1987. Una barrera militar, que a un costo diario de 4
millones de dólares – financiados con los recursos naturales extraídos y
robados al pueblo saharaui: Fosfato, caladeros pesqueros– da muestra que la Monarquía Alauita
sigue empeñada en cercenar los derechos a todo un pueblo, a contrapelo de la
legislación internacional y del legítimo derecho de un pueblo de retornar a lo
que le pertenece y defender el denominado triángulo útil, que comprende la zona
de explotación de fosfatos, las ciudades saharauis y la frontera con los
territorios liberados por la RASD.
El muro
de la infamia israelí
El pueblo saharaui se
une en esta política de ocupación, al que sufre el pueblo palestino. Allí, en
Medio oriente, en los territorios ocupados, otro muro, infame y cruel, es parte
de un complejo sistema represivo puesto en práctica por los gobiernos israelíes
desde el año 2002 (cuando comenzó su construcción bajo el gobierno del
fallecido ex primer Ministro Ariel Sharon) compuesto por un sistema de unos 550
controles y bloqueos, levantados para controlar a la población de 2 millones de
palestinos dentro de los territorios ocupados en Cisjordania. Una creación de
segregación racial, condenada por gobiernos, organismos internacionales y
organizaciones defensoras de los derechos humanos. Condenas, que para Israel y
una sociedad ciega en consideraciones humanas no significan nada. Y esto
seguirá siendo así, mientras siga contando con el aval, el apoyo y
financiamiento de su aliado principal: Estados unidos.
El Muro de la infamia,
es una estructura dotada de tecnología de última generación en materia de
vigilancia: sensores infrarrojos, difusores de gas lacrimógeno entre otros
artilugios. Incluye alambradas de púas de acero, zanjas, zonas dotadas de arena
fina para detectar huellas, torres de vigilancia con guardias permanentes,
caminos asfaltados a cada lado para permitir patrullar a los tanques y otros
vehículos de seguridad, así como zonas adicionales de defensa y áreas
restringidas de diversa profundidad. Puntos de control y vigilancia que se
adentran, en gran parte de su construcción por territorio palestino.
El diseño del trazado
no sigue el sentido definido tras el armisticio firmado entre Israel y los
países árabes el año 1949 – la denominada Línea Verde
– sino que se construye, según lo han señalado los propios israelitas “allí donde tenga una mayor
efectividad”. Y esto es,
teniendo como objetivo primordial el rodear con un sistema de seguridad los 50
asentamientos israelíes ilegales donde habita un 80% de colonos judíos que
incluye, además extensas áreas cultivables confiscadas a los palestinos. Se ha
creado así, en territorio palestino una continuidad de los asentamientos
ilegales con Israel mientras separa dicha zona del resto de Cisjordania.
Aunque aún no se concluye – cerca de un 70% de este
adefesio de hormigón está terminado – cien mil palestinos residentes en 42
pueblos de Cisjordania vivirán entre el muro y la línea verde con Israel. Una
docena de estos pueblos y 50 mil palestinos quedarán completamente cercados por
el muro. Más del 10% de la tierra palestina de Cisjordania, unas 57.518 hectáreas ,
quedarán al otro lado del muro. Más de medio millón de palestinos vivirán
dentro de una franja de un kilómetro impuesto por esta infame separación. En
Jerusalén Este, 200 mil palestinos se verán afectados Así como también el hecho
que extensas áreas agrícolas, decenas de miles de olivos y extensas áreas de
tierras agrícolas han sido confiscadas y destruidas, como también se ha
concretado la demolición de centenares de viviendas.
El tema del muro fue
remitido a la
Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJH) que en una
opinión consultiva de julio de 2004, determinó que este Muro violaba el derecho
internacional humanitario y de derechos humanos. La CIJH determinó que Israel
debía detener la construcción del muro dentro de los Territorios Ocupados,
desmantelar las secciones ya construidas allí y reparar el daño causado. Hasta
ahora esa decisión, así como las emanadas de los propios tribunales israelíes
han sido desechadas por Israel, sin que ello signifique condena alguna del
Consejo de Seguridad de la ONU, sanciones por el incumplimiento de resoluciones
internacionales, decisiones de boicot o sanciones. Israel, así como Marruecos,
han violado la legislación internacional y han intensificado su política de
ocupación y represión contra las sociedades a las cuales someten. Los gobiernos
callan, los organismos internacionales no ejecutan las labores que deben
realizar y el juego macabro continúa su marcha de dolor y muerte para millones
de seres humanos.
El muro
de la segregación estadounidense
Estados Unidos, quien
fue uno de los principales enemigos del Muro de Berlín, quien trabajó por la
caída de esa creación y del modelo político que lo sustentaba, es uno de los
que ha creado, en su territorio fronterizo con Mèxico, una de las vallas y
muros con más víctimas fatales desde que se iniciará su construcción bajo el
gobierno del demócrata Bill Clinton. Más de diez mil seres humanos han muerto
desde el año 1994 cuando se dio comienzo a la denominada Operación
Guardián (Operation Gatekeeper) con el objetivo declarado de
detener la ola migratoria que venía desde el sur. Esa política ha significado,
que 500 vidas humanas de inmigrantes, principalmente mexicanos y
centroamericanos, han sido cercenadas año a año desde 1994. Ya sea por abusos
de los guardias fronterizos, deshidratación al cruzar el desierto entre ambos
países, ahogados en los cursos de ríos o asfixiados durante el cruce en
vehículos abarrotados de hombres mujeres y niños.
Hasta el momento, las
muertes por un Muro que separa el sueño americano de millones de hombres y
mujeres inmigrantes, ha generado en 20 años de existencia 35 veces más muertes
que los 28 años del Muro de Berlín. Se une a ello las denuncias de Amnistia
internacional que en un informe de agosto del 2014 consignó que “ un número sorprendentemente alto de
mujeres migrantes sufren abusos sexuales durante su paso clandestino por México
hacia los Estados Unidos. Seis de cada diez mujeres que pasan por México en
busca del sueño americano, en vez de lograrlo solo son objeto de abusos por
parte de traficantes y policías”. Sin
embargo, ni siquiera esta constatación numérica acalla las voces que siguen
denominando a la sociedad estadounidense como la más democrática del mundo.
El año 2011, bajo la
primera administración del presidente Barack Obama, Premio Nobel de la Paz, se
habían construido 1.044
kilómetros del Muro Fronterizo, que ha sido ampliado
durante estos años a los 1.120 kilómetros . La idea de la administración
estadounidense, en acuerdo con el Senado el año 2013 es levantar unos mil
kilómetros más de muro en la frontera con México, que se extiende por 3.240 kilómetros .
La disposición incluiría también duplicar el número de agentes fronterizos
(hasta llegar a los diez mil). Además se prevé gastar 10 mil millones de
dólares en la adquisición de “drones” para la vigilancia aérea. Gastos en
represión, gastos en más armas y cero gasto en tratar de generar ideas de
desarrollo en los países de los cuales provienen estos inmigrantes.
Estas iniciativas
están muy lejos de resolver el problema de la inmigración y sólo benefician a
las empresas que producen equipos para vigilar la frontera y a los políticos
que hacen de la xenofobia, la segregación y el desprecio por los derechos de
los inmigrantes su base de votos. Mientras no se vaya al fondo de las razones,
que inducen a millones de seres humanos a emigrar, a buscar mejores
perspectivas de vida allende sus países, el Río Bravo del Norte seguirá siendo
cruzado por millones de espaldas mojadas.
Resulta paradójico,
que en el marco de la globalización, que suponía ampliaría las relaciones entre
los países, abrir las fronteras, permitir el libre flujo de seres humanos, lo
único que tiene esa libertad en este tercer lustro del siglo XXI sean los
capitales financieros. Ellos se mueven sin restricciones. Viajan de país en
país sin pedir permiso, sin mostrar pasaportes y sin que se considere que color
de piel, que raza, que ideología o que religión posee.
Telón de
bambú
A lo mencionado como
Muros divisorios, como creaciones que separan a los seres humanos se agregan
algunos, que no por menos conocidos son menos injustos e infames. En este
sentido se enmarca aquel Muro/Valla, que separa a la Península de Corea en dos
países y ubicado en el paralelo 38. Conocido también como el Telón de Bambú.
Tras la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial
ese paralelo fue establecido como el límite entre la zona ocupada por las
fuerzas de la ex
Unión Soviética (al norte del paralelo) y las fuerzas
estadounidenses (ubicadas al sur).
El año 1948, ese
paralelo 38 se convirtió en la frontera entre las dos naciones creadas producto
de la división ideológica de un mundo de postguerra: la República Democrática
de Corea y Corea del Sur. Dos años después de este nacimiento, el 25 de junio
del año 1950, fuerzas militares de Corea del norte dirigidas por Kim Il sung
invadieron el territorio al sur del paralelo 38 (con el apoyo de voluntarios
chinos y dotados de armamento soviético). Fuerzas de la ONU, encabezadas por
tropas norteamericanas, contrarrestaron aquel ataque enfrascándose en una lucha
que se prolongaría por tres años. Guerra en la cual murieron un total de tres
millones de personas entre los cuales se encontraban civiles de ambas coreas,
militares y también miembros del ejército norteamericano (55 mil muertos) y 500
mil milicianos chinos. El año 1953 se firmó un armisticio que fijó la nueva
frontera a través de la mitad de la denominada zona desmilitarizada, que corta
el paralelo 38 en un ángulo agudo de suroeste a noreste.
Con cuatro kilómetros
de ancho y 250
kilómetros de largo esta larga frontera militarizada de
punta a cabo ha continuado siendo la línea divisoria entre dos mundos opuestos
en lo político y en lo económico. Una Corea del Sur con fuerte influencia
occidental, aliada de Estados Unidos en el plano militar y económico. Y una
Corea del Norte cercana a China, con un sistema político y económico que es
considerado uno de los regímenes más cerrados y enigmáticos del mundo. Es una
de las divisiones más tensas del mundo, que ha transitado desde la post guerra,
la Guerra Fría ,
la caída de los socialismos reales y el mundo surgido tras la idea
globalizadora del nuevo orden mundial, con 61 años de historia que refleja el
conflicto sin fin en la península Coreana. Un Telón de Bambú más firme
que nunca.
La
muralla al Saud
Con el objetivo de
defender la
Monarquía Wahabita de los vaivenes bélicos e
intervencionistas en Medio Oriente y el Golfo Pérsico (donde la propia Casa Al Saud
ha jugado un papel fundamental al apoyar a movimientos terroristas takfirí, que
son los que han generado la inestabilidad en la zona junto a las intervenciones
de las potencias occidentales, aliadas de Arabia Saudita) la casa real de este
país ha comenzado a fortificar su territorio con el objetivo de aislar esta
Monarquía hereditaria, a lo largo de 9 mil kilómetros de fronteras, en lo que
se considera será la barrera de seguridad más larga y costosa del mundo. La
idea es acordonar este país de sus vecinos fronterizo: Irak, Yemen, Bahréin,
Emiratos Árabes Unidos, Omán, Kuwait y Jordania.
El proyecto, que ya
tiene algunas etapas concluidas es llevado a cabo por el consorcio de Defensa y
Seguridad EADS y Al Rashid Trading & Contracting Co. que tienen
participación también en el Muro de la Infamia de Cisjordania y que dieron sus
asesoría para la construcción y mantenimiento del Muro de la Vergüenza que
separa a las comunidades saharauis del Sahara Occidental. En las zonas donde
haya más presencia de ciudades y pueblos las autoridades sauditas han señalado
que se contará con una barrera física y en las zonas menos pobladas y
desérticas el proyecto se proveerá de vigilancia satelital, cámaras, radares,
sensores electrónicos, centros de detección costeros y aeronaves de
reconocimiento para detectar intrusos y enviar patrullas de intervención
rápida.
Ya existe en la
frontera con Yemen una estructura divisoria de 1.800 kilómetros
de largo, consistente en una red de sacos de arena y tuberías rellenas de
concreto, dotadas a su vez de equipos y sensores de detección electrónica. Esta
división se unirá al muro de 900 kilómetros de largo anunciado por el Rey
Saudita Abdalá Bin Abdelaziz, en septiembre del 2014 que permitirá, según el
monarca “disminuir el
número de infiltrados y de traficantes de drogas, armas y ganado hasta cero” es decir aislar al Reino Wahabita
de los acontecimientos en Irak. A pesar de las palabras de Abdalá el objetivo
es proteger a Arabia Saudita de la influencia de una de las criaturas que ayudó
a crear: El Movimiento Takfirí Estado islámico (Daesh en árabe) que ya tiene
bajo su control vastas áreas del norte de Siria y el norte Iraquí. Esta
construcción estará dotada de cinco capas, con torres de vigilancia, vehículos
y radares. Ocho puestos de control y dirección, 32 centros de
reacción rápida, 3 destacamentos de tropas de intervención inmediata, varias
torres de observación, 50 radares y 10 vehículos de vigilancia.
Las
vallas de la indignidad
España, que durante
décadas fue país de emigrantes, que llegó con sus hijos a tierras americanas,
que tras el triunfo del Franquismo vio embarcar a miles de sus ciudadanos
allende el Atlántico y mandó como mano de obra a miles de hombres y mujeres a
trabajar los campos más ricos de Europa. Esa España, que hoy tras la crisis
económica que envuelve a Europa ha vuelto a transitar por el camino del
desangramiento de sus hijos, es también un tapón a las aspiraciones de miles de
inmigrantes, principalmente subsaharianos, que anhelan una mejor vida en la Unión Europea.
En su papel de
vigilante, de freno a esos afanes, España en sus enclaves coloniales de Ceuta y
Melilla, por decisión de sus socios europeos decidió construir a fines del
siglo XX dos barreras físicas en esas dos ciudades autónomas ubicadas en suelo
norafricano, que representan la entrada más directa a suelo europeo desde el lado
africano del estrecho de Gibraltar. La ciudad de Ceuta, con 8.2 kilómetros de
vallas metálica y alambras, unido a Melilla con sus 12 kilómetros del
mismo material, están dotadas de cámaras infrarrojas, difusores de gas
lacrimógeno, detectores de movimiento, cuchillas en las alturas de las rejas,
sistemas que impiden colocar escaleras, cables tranzados y vigilancia por
tropas armadas representan la antítesis de los mismos sueños que sus habitantes
buscan en otras tierras, donde difícilmente se les cierra las puertas, se le
reprime o encierra en barracones para impedir que emigren.
Las ciudades de Ceuta y Melilla con su vallas son una
imagen medieval, ciudades amuralladas con indeseables tratando de traspasar sus
alambradas: negros, árabes, magrebíes y subsaharianos tratando de buscar
mejores perspectivas de vida al otro lado del que alguna vez se denominó Mare
Nostrum. Estremece ver las imágenes de centenares de seres humanos durmiendo a
la intemperie, adormecidos con el denominado “Efecto Llamada” a los pies del
Monte Gurugú en Marruecos, esperando el momento de lanzarse a la abordaje de
sus sueños y muriendo en esos intentos, como sucedió el pasado mes de enero
cuando 15 de estos inmigrantes murieron alcanzados por proyectiles de la Guardia Civil
española.
Ceuta y Melilla son
los cercos de la indignidad, de la injusticia, del llamado que el propio
occidente ha hecho de las bondades de sus sistemas y que después cierra de un
portazo en las narices de miles de “indeseables”. Condenados a tratar de
sortear una de las fronteras más vigiladas y protegidas del mundo. Iñigo Moré
autor del libro Borders of Inequality publicado por la universidad de Arizona
en Estados Unidos señala que “la
presión migratoria seguirá existiendo mientras existan los actuales niveles de
desigualdad: Los asaltos a la frontera en Ceuta y Melilla no responden a
explicaciones conspiratorias ni nada por el estilo. Los africanos saben cuál es
el nivel de desigualdad que hay entre Europa y sus países de origen. Por eso
vienen. Por ejemplo: el PIB de España, con 47 millones de habitantes, es
superior al agregado de los 53 países africanos con sus 1.300 millones de
habitantes. Nuestro país tiene el récord mundial de desigualdad con respecto a
sus vecinos".
El problema en Ceuta y
Melilla, así como en el muro de segregación entre México y Estados Unidos y
también en el existente entre Zimbabue y Botsuana, en materia de inmigración:
es el de la desigualdad. El de las
profundas diferencia entre el desarrollo de un sector del planeta y otro que se
hunde en el marasmo de la
miseria. Y ello seguirá así, mientras no se apliquen medidas
de fondo, estructurales, en una situación no podrá solucionarse por más altas
que se levanten las rejas, por más cuchillas que se coloquen en las cimas de
las vallas, por más gruesos que sean los muros y por más represión que se
ejerza.
El desarrollo social, económico, el fortalecimiento de las
estructuras democráticas pero también el respeto a la historia y costumbres de
los países de origen de los inmigrantes debe ser una tarea compartida, tejiendo
alianzas que permitan potenciar las capacidades de cada uno de esos países,
invertir en desarrollo y no en caridad. Sustentar un comercio justo, pagando
precios reales por los productos que los países más desarrollados importan. No
seguir en el abuso crónico de nuestras naciones, en un neocolonialismo donde se
niega el acceso a tecnologías, a patentes farmacéuticas, a inversiones que
potencien la industria local, que protejan a los pequeños agricultores, que
globalice los intereses de los ciudadanos y no sólo el capital financiero.
Medidas complejas, difíciles y de escasa recepción porque el modelo de
desarrollo de nuestro planeta está basado, precisamente, en la explotación de
otros seres humanos, por parte de aquellos que suelen proteger sus torres de
marfil.
Resulta sintomático
comprobar, que en los muros donde se frena el avance de seres humanos deseosos
de llegar a otras tierras, el tránsito de drogas, el comercio ilegal,
contrabando y el tráfico de seres humanos para ser explotados y prostituidos,
se intensifica día a día. En quince de los veintes muros más conocidos del
mundo el narcotráfico, campea a su anchas. La heroína, el hachís, la cocaína
son algunos de los productos que suelen atravesar sin grandes dificultades las
rejas impuestas por los gobiernos, generando con ello altísimos niveles de
corrupción entre la burocracia, las fuerzas militares y los funcionarios y
traficantes de ambos lados de las fronteras.
Muros
sociales, políticos, religiosos
La construcción de
muros, vallas, rejas, empalizadas, cercas, alambradas, separaciones continúan
siendo una práctica habitual ya sea para impedir la entrada o salida de
inmigrantes y emigrantes, ocupar territorios que no le pertenecen a la potencia
que construye este instrumento de represión o simplemente para, dentro de un
mismo país segregar a sus propios connacionales por razones económicas,
sociales, religiosas y de origen racial.
Tal es el caso de los
muros que el Estado de Rio de Janeiro en Brasil está construyendo y ha construido
alrededor de las favelas del Barrio Santa Marta y la Rocinha (a los que se
unirán otras once favelas de menores dimensiones). En el barrio de Santa Marta
se levantaron ya 600
metros de muralla, mientras que en Rocinha – favela con
250 mil habitantes - el gobierno de la ciudad acordó limitar estos muros a las
zonas con peligro de deslizamiento. El resto se compondrá, según las
autoridades, de senderos ecológicos y parques. La excusa gubernamental es que
dichos muros son para impedir el crecimiento de este tipo de barrios y al mismo
tiempo proteger la flora y fauna de las colinas que rodean Rio de Janeiro. A
esa idea, las organizaciones críticas de esta construcción alegan que dichos
muros simplemente son para aislar a los barrios más empobrecidos y separarlos
así de las zonas más lujosas de Rio, al mismo tiempo que se intensifica la
lucha contra el narcotráfico que suele estar radicado en estas favelas.
En Irlanda del Norte,
específicamente en su capital, Belfast, a partir del año 1969 se comenzaron a
erigir las denominadas “línea de paz" como medida temporal para separar a
las comunidades católicas y protestantes de este enclave inglés en territorio
irlandés. Son una serie de barreras de separación, que a pesar de los acuerdos
de paz firmado entre Londres y el Ejército Republicano irlandés (IRA) el año
1998 siguen en pie e incluso el último de esos muros fue levantado el año 2013
en los terrenos de una escuela primaria, tras una serie de hechos que
tensionaron la convivencia entre ambos grupos religiosos. Se calcula, que en
total, existen unos 20
kilómetros de murallones y como muestra de su presencia,
las puertas de hierro que separan al este unionista (aliado del Reino Unido)
del sector mayoritariamente independentista y republicano se cierra cada noche en
un virtual toque de queda.
En Europa central se
yergue Eslovaquia. Allí las autoridades, principalmente de algunos municipios
de sus principales ciudades, sobre todo en los últimos ocho años han estado
construyendo una serie de muros (14 hasta el momento) destinado a separar a la
comunidad romaní del resto de la sociedad eslovaca. Velka, Ida, Kosice y
Ostrovany son algunas de estas ciudades donde estos baluartes de la segregación
tratan, según las autoridades municipales, que han dado órdenes de levantar
estas barreras “de evitar un
infierno diario a las personas que viven cerca de los barrios gitanos”.
En la misma civilizada
y milenaria Europa, en una pequeña isla del Levante Mediterráneo se encuentra
Chipre. Allí las comunidades griegas (mayoritarias) y turcas ocupaban distintos
barrios de su capital, Nicosia, constituyendo de facto una línea divisoria que
se materializó tras la declaración de Independencia de Chipre el año 1960 y una
serie de enfrentamientos el año 1963, que obligaron a las autoridades
británicas, en un trabajo conjunto con fuerzas griegas y turcas presentes en la
isla a dividir la capital mediante una denominada Línea Verde. Una franja
desmilitarizada patrullada por una Misión de las Naciones Unidas.
Esta línea, que se
extiende por 180
kilómetros , divide a la isla en dos y se fortaleció con
la invasión por parte de Turquía de la isla en julio del año 1974,
convirtiéndose de facto en frontera cuando el año 1983 la parte norte de la
isla, ocupada por Turquía se proclamó como República Turca del Norte de Chipre.
Entidad que ha sido reconocido sólo por las autoridades e Ankara. Esta franja,
patrullada por las Naciones Unidas, no solo divide la isla en dos, sino que
partió por la mitad multitud de pueblos y ciudades, entre ellos su capital.
En otro plano, en el
sur de África la separación no distingue entre la Fiebre Aftosa y los
Inmigrantes, pues la valla construida por el gobierno de Botsuana que lo separa
de su vecino de Zimbabue, tiene como argumento principal el impedir la
propagación de la fiebre aftosa entre el ganado de ese país surafricano, que es
la segunda fuentes de ingresos de divisas después de la explotación
diamantífera. La empalizada en cuestión, construida a partir del año 2003, con
alambre de púas, tiene dos metros y medio de altura y se extiende a lo largo de
unos 500 kilómetros .
La idea original contemplaba electrificarla y vigilarla con un cuerpo especial,
sin embargo, las propias condiciones geográficas y el costo económico impidió
dicha idea pero…la cerca sigue allí dividiendo a dos pueblos, uno con mayor
nivel económico que el otro, pero ambos muy lejos de los mejores indicadores de
desarrollo humano
La explicación de las
autoridades de Botsuana no dio satisfacción a las autoridades de Zimbabue que
consideran la construcción de esta valla no como una medida fitosanitaria, sino
que está destinada a detener el creciente flujo de inmigrantes de su país, en
busca de mejores oportunidades de vida en su vecino. La economía de Zimbabue
está en ruinas con niveles de hiperinflación que han llegado al 100 mil por
ciento y un tasa de desempleo del 90%, junto a una crisis sanitaria de
envergadura como es el caso del virus VIH que afecta a un 30%% de la población. Como
consecuencia del estado del país, son miles los habitantes de Zimbabue que
tratan de cruzar a Botsuana como también a Sudáfrica, que son consideradas dos
de las economías más prosperas del continente africano.
En Asia Central, en
una de las zonas “calientes” del mundo, Uzbekistán se ha dotado de alambres de
púas, cercas electrificadas, campos minados para poner una barrera que impida,
según el gobierno uzbeco la entrada de “militantes islámicos radicales” de las
vecinas Afganistán, Kirguistán y Tayikistán. En una política ampliamente
respaldada por Estados unidos que ve en esta relación con el gobierno Uzbeco la
posibilidad de acceder no sólo a las riquezas hidrocarburíferas de esta ex
República Soviética sino también servir de aliado en su lucha contra el talibán
y país tapón contra los afanes de hegemonía rusa en la región.
La frontera entre
Uzbekistán y Afganistán está dotada de una cerca electrificada con 380 voltios,
que se unen a los 1.100
kilómetros de alambres de púas que separan a este país
de Kirguistán. Con Tayikistán, los 1.500 kilómetros
de longitud, la barrera de alambre de púas está reforzada por campos de minas
antipersonales sin estar dotadas de mapas o seguridad de dónde se encuentran
estos campos lo que constituye altísimos niveles de inseguridad.
Derribar
los muros
Sea en América del
Norte, África, Asia Central, Medio Oriente, Europa o el Lejano Oriente los
muros, las vallas, las cercas y alambras son creaciones destinadas a separar, a
dividir, a segregar, a hacer más injustas las relaciones entre nuestras
sociedades. El mundo del Tercer Milenio muestra la marcha de un sistema,
parafraseando la frase de un fallecido Príncipe de la Iglesia, como
“intrínsecamente perverso”, donde la riqueza social, conseguida a golpe de
reivindicaciones, luchas, prisión, represión y muerte de millones de hombres y
mujeres a lo largo de la historia, ha quedado concentrada en unas pocas manos.
Un mundo donde caminamos conscientemente hacia la
autodestrucción de la
naturaleza. Una etapa histórica donde se ha agravado la
brecha entre ricos y pobres y la miseria se ahonda según se aleja de la holgura
soberbia de los poderosos. Brechas donde los muros permiten taponar las
exigencias, frenar los anhelos, detener los sueños de mejores perspectivas de
vida.
La mutación del orden
mundial ha estado marcada por numerosas y sucesivas crisis, junto con sus
cíclicas recuperaciones, sobre todo desde finales de los años setenta. Estas
dificultades están signadas por la aparición de contradicciones que ponen en
peligro la propia supervivencia de los seres humanos. Una de
ellas es la irracionalidad del capitalismo global, sostenido en su incesante
búsqueda de ganancias en la destrucción de la naturaleza. Como
nunca antes, en la historia de la humanidad, han coincidido tantos y tan
complejos problemas al mismo tiempo: hambrunas periódicas, guerras, pobreza y
miseria en gran parte de la humanidad, diferencias abismales entre los países
desarrollados y los subdesarrollados, cesantía y baja calidad del
trabajo.
Todo ello unido a una capacidad de destrucción militar
que se ha puesto en marcha para someter a aquellos que no se enrielan en las
vías señaladas por el gobierno global. A lo que se agrega,
sobre todo a partir de la década de los noventa del siglo XX, uno de los
mayores movimientos migratorios que ha tenido la modernidad: desde las zonas
más pobres del mundo hacia los sectores más desarrollados; ya sea dirección
Este-Oeste o Sur-Norte incluyendo la propia migración campo-ciudad que está
despoblando las zonas rurales de todo el planeta. Y en ese plano los muros
cumplen su papel de puntas de lanza del dominio, separando en materias
religiosas, económicas, sociales, políticas y militares.
Se han apagado los
ecos de la conmemoración por los 25 años de la caída del Muro de Berlín,
celebraciones, documentales, charlas, programas especiales y sin embargo, los
otros muros, las otras barreras continúan allí en el marco de una
cosmovisión cuyo objetivo es consolidar el objetivo del pensamiento único, que
es construir también un mercado único. En ese plano, derribar esos muros se
convierte en un imperativo moral, político y vital.
Artículo del Autor
cedido por Hispantv.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=192163
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