Una vez más sobre la ética y la política
El cumpleaños de Rodolfo Walsh y la cuestión Milani
“No debemos crear asalariados dóciles al
pensamiento oficial
ni 'becarios' que vivan
al amparo del presupuesto,
ejerciendo una libertad entre comillas”
Ernesto Guevara
En 1927, encerrado en una mazmorra fascista por aquello de “debemos impedir que este cerebro funcione” –lo alegado por el fiscal en el juicio-, Antonio Gramsci, corso, intelectual comunista y revolucionario de tiempo completo, se pregunta las razones de la derrota y casi en la más rigurosa soledad elabora un conjunto de ideas que dejarían en ridículo la pretensión de acabar con su producción intelectual. Luego de varios intentos, decide articular sus reflexiones alrededor de un personaje muy popular en Italia, que había vivido cuatro siglos antes: Nicolás Maquiavelo. En “El Príncipe” había desplegado un conjunto de reglas y consejos para que el “populacho”, los que no nacieron para la política y desconocían casi todo de ella, pueda actuar con una “voluntad colectiva” y conquistar los objetivos anhelados. Para ello distingue entre la ética y
Pero la historia resultó mucho más contradictoria y paradójica de
lo que todos imaginaban. En el camino de luchas por abrir paso a la revolución
socialista mundial se fue reconfigurando la ética religiosa y para el tiempo de
la muerte de Gramsci (lo mantuvieron en la cárcel hasta pocos días antes de su
deceso en 1937), la ética comunista mutó en una ética referencial al supuesto
centro de la Revolución, la
Unión Soviética y los Partidos Comunistas. A ellos se
adjudicó la propiedad de la infalibilidad y la invencibilidad; se reclamó
subordinación de las conductas humanas a sus deseos, en aras de una supuesta
“razón de estado revolucionaria” que recuperó de un modo trágico aquella
versión deformada del Maquiavelo original. Era ético lo que era funcional a su
mantenimiento y crecimiento, no importando otro razonamiento. Con la
consolidación del stalinismo reapareció la pretensión instrumentalista de que
la causa obliga al “sacrificio” de hacer lo que no corresponde; el fin
justifica los medios, en el lenguaje popular. Y esa ética invadió todo, hasta
las fuerzas supuestamente antagónicas del centro de la revolución mundial. El
asesinato del poeta salvadoreño Roque Dalton por parte de un jefe del Ejercito
Revolucionario del Pueblo de El Salvador (en castigo por su planteo de unidad
de los revolucionarios) ilustra la magnitud de la deformación sufrida. La
incidencia de tal concepción ética sobre el movimiento político que asumió la
conducción de la mayor gesta humana: el intento de terminar con el capitalismo
en el siglo XX, ha sido analizado al detalle y no es este el lugar de repasar
aquella trayectoria -que terminó en el vaciado político del mundo socialista
real facilitando su derrota-.
Muchos de ellos han accedido a cargos de gobierno y son cautivos de aquel cepo ideológico, que puede llegar a frustrar las intenciones más valiosas y osadas. El caso es que, una vez más, postergan la “ética” en aras de la “política” y las palabras las pongo entre comillas porque pretendo condensar en dos términos un campo de cuestiones conceptuales e históricas bastante amplio. Digamos, para entendernos, que por ética en este texto, entiendo los principios filosóficos e ideológicos, la coherencia entre lo proclamado y lo actuado y el respeto por las luchas libertarias que nos precedieron y prepararon nuestro presente; y por “política” entenderé el conjunto de acciones desplegadas desde el gobierno y desde las fuerzas políticas que se piensan desde la correlación de fuerzas y no desde el objetivo revolucionario; como diría Gramsci, desde el “ser” antes que desde “el deber ser” o al decir de Guevara, que al momento de calcular la correlación de fuerzas no incorporan en el cálculo la transformación que la voluntad humana, organizada colectivamente, puede producir en la realidad social.
El progresismo de Tercera Vía (que impugna a la izquierda por no aprender de sus errores en el pasado) estaría, paradójicamente, cautiva de una consideración “ahistórica” de
Casi en coincidencia con el cumpleaños número ochenta y siete de Rodolfo Walsh, el referente de Carta Abierta y del Kirchnerismo, Ricardo Forster ha publicado un articulo en Pagina 12 donde reivindica, de un modo que sorprende por su descarnada franqueza lindante en el sincericidio, su condición posibilista, partidario de la tercera vía y de subordinación de la ética a
“No somos los jóvenes revolucionarios de los ’70 que pensábamos la política como instrumento para la creación de una nueva sociedad y que soñábamos –bajo la lógica de lo absoluto e innegociable– tomar el cielo por asalto llevando adelante nuestros ideales blindados e implacables con nuestras debilidades y/o contradicciones; tampoco somos, por suerte, los escépticos contempladores de una sociedad devastada que parecía haberse tragado ideales y posibilidades de habitar la política desde la perspectiva de una incidencia efectiva sobre una realidad viscosa; tampoco somos, estrictamente, aquellos intelectuales que, con nuestras revistas a cuestas y a contracorriente de las hegemonías culturales de los ’90, insistíamos con la crítica del mundo sabiendo de la corrosión de nuestras propias tradiciones político-intelectuales”… ”; ”… tampoco somos, después de diez años de kirchnerismo, los portadores de los mismos entusiasmos que, principalmente, nos conmovieron desde el 2008, pero tenemos (tengo) la certeza de seguir viviendo los mejores años de la democracia argentina, años de profunda reparación no sólo del país sino, fundamentalmente, de nosotros mismos, de nuestra manera de estar en la escena nacional y de repensar muchas cosas…”
Lo que se dice un intelectual de tercera vía sin complejos: no
somos más revolucionarios ni menemistas, aunque tampoco somos tan entusiastas
como en el 2008, lo dice él; solo llamaría la atención que Forster considera al
proceso abierto en 1983 como los años de la “democracia argentina” asumiendo la
mirada liberal que se contenta con una democracia formal, minimalista, sin
sustancia social ni económica. Claro que para esa operación necesita
estigmatizar el pensamiento revolucionario de los setenta, renunciando a lo que
nunca fue ni hizo. Resulta pertinente, en honor a la generación del setenta
recordar las palabras de Marx sobre la derrota de la Comuna de1871 enfrentando
a sus detractores, de los cuales Forster se asume como heredero: “La canalla
burguesa de Versalles planteó esta alternativa a los parisienses: aceptar el
reto y lanzarse a la lucha o retirarse sin combate. En el segundo caso, la
desmoralización de la clase obrera habría sido un infortunio mucho más grave
que la pérdida de un determinado número de “combatientes” (Carlos Marx)”.
Aquí, el filosofo Forster se carga setenta y seis años de historia del movimiento de derechos humanos de la Argentina en un azote teórico: “se pasó de lo testimonial a una política de Estado”. Como para el escriba a sueldo del gobierno, lo “testimonial” es sinónimo de impotencia debería él contestar si fue inútil la huelga general de los trabajadores contra la sanción de la ley 4144 en 1902, la Solidaridad con las luchas de los obreros rurales de Santa Cruz o del norte santafecino en los 20, las grandes marchas contra el asesinato judicial de Sacco y Vanzetti, la defensa de los cientos y cientos de presos políticos de la dictadura de Uriburu y Justo de la cual surgió
Cierto es que hoy no estamos solos, pero nunca estuvimos solos. Hay una historia de la lucha de los derechos humanos que Ud. desaparece con ese peyorativo calificativo de testimonial que nos pretende colocar en el lugar de los que decimos pero no hacemos. La ética sería la pasividad y la política lo activo. Pues sepa Ud. que los juicios se hacen porque más de dos mil quinientos sobrevivientes del Terrorismo de Estado salimos de ese lugar de “víctimas pasivas” para asumirnos como acusadores, como activos herederos y portadores de las banderas y la palabra de los que no están. Sepa Ud. que cuando testimoniamos no solo hablamos por nosotros, estamos recibiendo y pasando a la sociedad “el testigo” que recibimos de los desaparecidos y sepa Ud., que si le contesto, es simplemente porque hay miles que no pueden hacerlo y que mejor que yo pondrían en su lugar a quien se atreve a proclamar orgulloso que “no somos los jóvenes revolucionarios de los
Y finalmente Forster va al grano: qué hacer con la designación de
un militar que ha participado activamente en el Plan de Exterminio, nada menos
que en el Operativo Independencia desplegado en Tucumán: “Milani, su ascenso y su
nombramiento tienen que ver directamente con estas preocupaciones y con estas
contradicciones, nuestras y del proyecto. Lo inmediato, no sé si lo más
sencillo, es responder bajo la exclusiva demanda de los principios y de la actividad
crítica y, claro, desprendernos de las exigencias de la razón política a la
hora de rechazar a quien, supuestamente, está manchado por los crímenes de la
dictadura (no es difícil hacer lo que hace el CELS, y eso independientemente de
que admire y valore su enorme trabajo en defensa de los derechos humanos,
porque su lógica es otra y su manera de colocarse ante las demandas de la feroz
disputa política es inversamente proporcional a la nuestra, que no somos una
ONG ni un centro de investigaciones que se deben a sus fundamentos normativos y
a sus protocolos. Nosotros somos un extraño y algo extravagante colectivo
político que navega por aguas tormentosas y para nada cristalinas y que debe
asumir posiciones sabiendo que, del otro lado, hay un enemigo dispuesto a
aprovechar absolutamente todo lo que digamos y hagamos, pero sabiendo también
que no se contribuye a avanzar bajo la lógica de la complacencia y el
seguidismo acrítico. Esta tensión nos atormenta y nos enriquece).Un difícil y a
veces imposible equilibrio entre las demandas implacables de la lucha política
y las demandas, distintas y complementarias, que nacen del ámbito de las ideas
y de los dispositivos éticos”
Y lo resuelve
sin vacilaciones a favor de “la política” en detrimento de “la ética”, pero
como no encuentra argumento alguno para defender su posición apela a Cuando dice yo le creo a Cristina, está diciendo que él le cree a Milani y no a la Madre del compañero desaparecido Alberto Agapito Ledo (porque es la mamá y porque preside Madres de Plaza de Mayo de La Rioja desde hace décadas) y no sé siquiera si Forster sabe que al decir que no le cree a Ledo está volando toda la base jurídica, política y ética con la que construimos estos diez años de juicios contra los genocidas que es justamente “creerles” a los sobrevivientes y familiares de los desaparecidos, porque como afirmó
Lea un poco Forster, le evitará algún que otro ridículo como el
que bien explica el compañero Jorge Perea (profesor de historia y catamarqueño)
en una breve reflexión: Por si no lo entendió Forster, Ud. es el que ha quedado
del lado de la derecha golpista, no los que impugnamos desde la ética el
ascenso de Milani; es que el anteponer el “ser” al “deber ser” (vio que yo
también puedo hablar en difícil si quiero, lo que demuestra que “hablar
difícil” no es prueba de ninguna sabiduría) siempre termina del lado del Poder;
porque el ser no es otra cosa que el resultado de modelación de la realidad por
parte del Poder, y es por razones política (no solo éticas) que uno debe
rebelarse al Poder y no “adaptarse” como Ud. propone.
Piense en Rodolfo Walsh. En su gesto final y sublime.
Aislado,perseguido, sufriendo por el asesinato de su hija Rodolfo Walsh realiza
el análisis más riguroso de la nueva realidad creada por el Poder con la
aplicación del Terrorismo de Estado, pero ni siquiera en esas condiciones se
deja vencer por el “realismo”. Para Rodolfo las cosas no son lo que parecen.
“Parece” que lo más importante sea el terror, pero lo más importante es el
proyecto de cambios en la
economía. Ud. dirá que era un marxista dogmático. Puede ser,
no lo conozco tanto. Pero lea un párrafo de su carta: “ Estos hechos, que sacuden la
conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores
sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos
humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe
buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que
castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada .”
Por el contrario, a mi me gusta soñar con que puedo, algún día que todavía me quedan chances, acercarme de algún modo al sendero que nos dejó marcado Rodolfo Walsh, ese de la ética que –y de ello estoy seguro- es el que nos llevará a
El realismo siempre termina en la bancarrota de los proyectos transformadores y en la claudicación ética de sus escribas.
Notas:
Hay
una primera versión de este texto, escrito en junio de 2013; de hecho esta
segunda versión es solo una articulación de aquel articulo con la polémica
desatada en Carta Abierta entre Horacio González y Ricardo Forster (…)
José Ernesto Schulman. Secretario nacional de la Liga Argentina por
los Derechos del Hombre
Blog del autor: http://cronicasdelnuevosiglo.wordpress.com/
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