14 de julio de 2017

I. Las elecciones, cualquiera sea su resultado, no torcerán la lógica implacable del poder fáctico. No existen salidas progresistas a las crisis capitalistas.

Portugal ¿respuesta progresista a la crisis?
1 de julio de 2017
Por Rolando Astarita
En una nota anterior (aquí) presenté los resultados económicos del gobierno de Syriza, y sostuve que su programa frente a las crisis no fue muy distinto de los programas que proponen los partidos habitualmente considerados neoliberales, o de la derecha ortodoxa. Esta apreciación se inscribe en la idea más general de que no existe salida “progresista” de las crisis capitalistas, en tanto subsistan las relaciones sociales capitalistas. Es que la crisis es el mecanismo mediante el cual no sólo se desvalorizan gigantescas sumas de capital –del capital productivo, mercantil y financiero-, sino también se desvaloriza la fuerza de trabajo, se recortan gastos sociales y empeoran las condiciones de vida de la población. Por esta vía se restaura la rentabilidad del capital, y se recuperan la inversión (o la acumulación) y el ingreso. Por eso, es que no hay crisis sin salida para el capitalismo. Y no hay forma de que los socialismos burgueses, o cualquier otra variante del posibilismo burgués, escapen a esta lógica que impone, de hecho, el capital.
 
Pensé que la experiencia de Syriza era muy ilustrativa. Sin embargo, algunos lectores del blog señalaron que lo hecho por el actual gobierno socialista de Antonio Costa, en Portugal, demostraría la posibilidad de una salida de la crisis mejorando las condiciones salariales y laborales de las masas trabajadoras. Recordemos que Costa asumió en noviembre de 2015 con la propuesta de “acabar con la austeridad para reactivar la economía”. En consecuencia, el nuevo gobierno restauró la semana laboral de 35 horas para los empleados públicos y les aumentó los salarios; paralizó privatizaciones en el transporte y recuperó el control de la línea aérea estatal;  elevó el salario mínimo y las pensiones; y adelantó incluso pagos al FMI. A su vez, en 2016 la economía de Portugal creció 1,6%; la tasa de desempleo hoy es del 10,3%; y el déficit fiscal se ubica en el 2,1%  del PBI (por debajo del 2,5%  que exigía la Unión Europea).
Dado que en 2014 el PBI bajaba más del 1%, y que la desocupación superaba el 16%, los defensores del PS piensan que aquí tenemos un caso palpable de cómo las políticas reformistas pueden eludir los ajustes y padecimientos asociados a las crisis capitalistas. Naturalmente, admiten que la deuda pública sigue siendo muy elevada (130% del PBI); que los bancos atraviesan graves dificultades por préstamos incobrables; y que la mejora en el déficit se debió casi exclusivamente a la reducción de gasto público. Pero lo esencial, apuntan, es que la economía salió de la recesión y se redujo el desempleo. Por eso no es de extrañar que Pedro Sánchez, ex secretario general del PSOE, ahora ponga como ejemplo a Antonio Costa de lo que hay que hacer en España (aunque dos años atrás su modelo a imitar era Syriza).

Los datos en perspectiva
Cuando se analiza una economía, es fundamental poner en perspectiva su evolución. En particular, es importante para saber si la subida del PS al gobierno de Portugal significó algún cambio sustancial en la dirección de la dinámica económica. Para ello, comenzamos con las tasas de variación del PBI entre 2007 y 2016 (los datos son tomados de Statistical Yearbook of Portugal, varios años).
Como puede observarse, la economía portuguesa cae violentamente a partir de 2007, experimenta un rebote en 2010, vuelve a caer hasta tocar fondo en 2012, y comienza a reducir su caída a partir de esa fecha. A mediados de 2013 pasa a tener un crecimiento positivo. O sea, la recuperación estaba en marcha antes de la asunción del PS. Algo similar se puede ver con la evolución de la tasa de desempleo:
 
Una crónica del ajuste 
Por otra parte, y a diferencia de lo que quieren hacer creer los defensores del socialismo burgués, la recuperación de la economía portuguesa en los últimos años ocurrió en paralelo a una profunda caída de las condiciones de vida de las masas trabajadoras. Y ese “ajuste” fue vehiculizado tanto por los partidos de derecha, como por el partido Socialista. Repasemos algunos hechos salientes:
En marzo de 2010, bajo la presión de la crisis y las exigencias de la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI (la troika), el gobierno socialista de Sócrates hizo aprobar en el Parlamento un plan de austeridad que incluía, entre otras medidas, la reducción del gasto social y militar, la congelación de los sueldos de los funcionarios y la privatización de bienes públicos. En junio de ese año, y ante la inestabilidad financiera, se introdujo un segundo plan de austeridad, que dispuso el aumento del IVA y de los impuestos sobre las rentas de las personas físicas. Al año siguiente, en marzo, el Gobierno presentó un nuevo programa de austeridad, con bajas de las pensiones más altas, recortes en salud pública y limitación de beneficios fiscales. Este paquete fue rechazado por la oposición, tanto de derecha como de izquierda, y en marzo Sócrates renunció (aunque siguió en funciones hasta la elección de un nuevo gobierno).
Dada la imposibilidad de Portugal de afrontar la deuda, en mayo de 2011 la troika llegó a un acuerdo con el Gobierno para otorgar un préstamo por 78.000 millones de euros, a condición de que se impusiera un nuevo plan de ajuste, con congelación de salarios de trabajadores estatales y pensiones hasta 2013, recorte del gasto público por más de 900 millones de euros y reducción de las prestaciones por desempleo. En junio se realizaron las elecciones, ganando los conservadores. Asumió Pedro Passos Coelho, del partido Social Demócrata, de centro derecha, en coalición con el Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP). El nuevo gobierno aplicó más medidas de austeridad. Entre ellas, un impuesto del 50% que gravó la paga extra de Navidad de los trabajadores. También eliminó sus “acciones de oro” en las grandes empresas nacionales y aceleró las privatizaciones; recortó las indemnizaciones por despidos a 20 días; aumentó el IVA al gas y la electricidad; y congeló los sueldos de los funcionarios estatales hasta 2014. Asimismo se privatizó la electricidad (venta de la participación del Estado en la empresa EDP a la china Three Gorges).
Más importante aún, el gobierno de Passos Coelho hizo aprobar una reforma laboral por la cual disminuyeron las indemnizaciones por despido y se facilitó el despido por “inadaptación”, o “extinción del puesto de trabajo”; se redujo a la mitad la cantidad pagada por horas extraordinarias; y se recortó el subsidio de desempleo, que solo podía ser cobrado durante dos años y dos meses, contra tres años y un mes antes de la reforma. También se quitaron los tres días de vacaciones que algunas empresas daban a los empleados que no faltaban durante el año; se suprimieron cuatro días festivos; y se creó una bolsa de 150 horas extra a disposición de la empresa, que decide qué días se trabaja. Esta reforma se impuso, a pesar de la resistencia de los trabajadores y la huelga general convocada por la CGTP, el 24 de marzo de 2012.
Aun con estas medidas, en enero de 2013 el FMI todavía recomendaba a Portugal reducir las pensiones, despedir profesores y funcionarios y subir los precios de la salud pública. La Comisión Europea, por su parte, pedía que se redujeran las indemnizaciones a 12 días. En consecuencia, las medidas de austeridad se mantuvieron en 2013, a pesar de la contracción económica. Y cuando en abril el Tribunal Constitucional anuló algunas medidas de austeridad que había tomado el Gobierno, este congeló el gasto público, elevó a 66 la edad de jubilación y creó un nuevo impuesto para los pensionados. En protesta, la CGTP convocó, con el apoyo de la UGT (socialista), a un paro general que se realizó el 27 de junio. Lo cual no impidió que en julio el Parlamento aprobara el aumento del horario de trabajo para los estatales de 35 a 40 horas semanales.
Sobre esta base, a mediados de 2013 la economía comenzó una lenta recuperación, y el desempleo comenzó a bajar lentamente. La mejora se debió al aumento de las exportaciones y a una menor caída de la inversión. A su vez, empezó a bajar la tasa de interés que pagaba Portugal por tomar deuda. En mayo de 2014 el país salió oficialmente del rescate de la deuda, pero aún así el Gobierno se comprometió a seguir con las medidas de ajuste. En septiembre se privatizó la compañía estatal de aguas y residuos, EGF. También ese mes el Gobierno, la UGT y los empresarios acordaron subir el salario mínimo a 505 euros brutos al mes. En octubre se dispusieron, para el presupuesto 2014, nuevas bajas en los salarios de los estatales, de entre el 2,5% y 12%. Hubo huelgas en hospitales y escuelas. En junio de 2015 se privatizó la línea aérea TAP. En octubre el primer ministro Passos Coelho ganó las elecciones, pero no obtuvo la mayoría absoluta en el Parlamento. Esta circunstancia abrió la puerta a un pacto entre el Partido Socialista de António Costa, el Bloque de Izquierdas y el Partido Comunista, que dio lugar a la formación del nuevo gobierno.
 
Moderación socialista y elogios del FMI
Las medidas tomadas por Costa representan entonces un retroceso muy parcial con respecto a lo que avanzó el capital sobre las condiciones de vida y de trabajo. Nada que afecte la relación, en algún sentido profundo, con la troika. Después de todo, el gobierno socialista ha sobrecumplido las metas del déficit fiscal. Y cuando se agravaron los problemas de los bancos, no dudó en socorrerlos con ingentes cantidades de dinero (unos 4.000 millones de euros). Por otra parte, la reforma laboral, un punto crucial de las relaciones capital-trabajo, se ha mantenido. Por eso es significativo el diagnóstico del FMI (consulta Artículo IV, 19-20 de junio 2017) sobre la situación:
“El panorama de corto plazo de Portugal se ha fortalecido considerablemente, sustentado en una suba de la inversión y continuado crecimiento de las exportaciones, en tanto ha ganado fuerza la recuperación en el área del euro. Portugal también ha realizado considerables progresos en encarar riesgos de corto plazo. El fuerte resultado fiscal de 2016 le ha permitido salir del Procedimiento por Déficit Excesivo, en tanto que en 2017 el objetivo del déficit fiscal también parece que es alcanzable. También ha habido progresos en el último año en estabilizar el sistema bancario…”.
Podemos discrepar acerca de la fortaleza de la recuperación que describe el FMI, pero lo importante para lo que nos ocupa es que por ningún lado se advierte algún tipo de “heterodoxia” del PS que sea preocupante para los poderes establecidos. En definitiva, en Portugal hubo una recuperación desde lo más profundo de la crisis, que siguió las pautas de todas las recuperaciones capitalistas: significó increíbles sacrificios y el retroceso de las condiciones laborales y de vida de las masas trabajadoras.
Fuente: https://rolandoastarita.blog/2017/07/01/portugal-respuesta-progresista-a-la-crisis/#more-7591

  

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