A diez años de
la mayor crisis económica desde los 30, ningún juzgado.
16 de septiembre de 2018
Lehman Brothers apostó a ganancias
rápidas con créditos inmobiliarios tóxicos. El banco de Nueva York dejó una
deuda de 691 mil millones de dólares y a 25 mil empleados en la calle. Los suicidios se
dispararon; miles perdieron sus casas y su fuente laboral. Según testigos,
desde 2005 tenía conocimiento del riesgo que tomaba.
Por La Jornada.
Washington. Se le conoce como el fin
de semana Lehman: un sábado y domingo de septiembre de 2008, cuando el banco
neoyorquino Lehman Brothers se derrumbó y precipitó al planeta a su peor crisis
económica desde los años 30.
Al no hallar comprador para el
gigante bancario que enfrentaba una grave crisis de liquidez por el creciente
impago de créditos inmobiliarios riesgosos (subprimes),
las autoridades estadunidenses decidieron no intervenir en la institución
centenaria.
El lunes 15 de septiembre de 2008, a las 01:45 horas,
Lehman Brothers se declaró en quiebra, sorprendiendo al mundo, tras un fin de
semana de intensas e infructuosas negociaciones. El banco dejó una deuda de 691
mil millones de dólares y a 25 mil empleados en la calle.
Fue la mayor quiebra en la historia
estadunidense. En Wall Street, el Dow Jones se hundió 500 puntos, su mayor
caída desde los ataques contra las Torres Gemelas en 2001.
¡No la vimos venir!, aseguró entonces
un empleado de Lehman en Londres. Para otros, como Lawrence McDonald, ex
corredor y coautor del libro Un fracaso colosal del sentido común,
los jefes de Lehman estaban al tanto de los riesgos excesivos que corrían para
aumentar sus ganancias a corto plazo. La dirección “nos hizo avanzar a 250 kilómetros por
hora, derecho, hacia el mayor iceberg de subprimes”, dijo entonces McDonald a la
agencia de noticias Afp.
Lehman había apostado la casa, los
muebles y la vajilla por esos créditos inmobiliarios tóxicos, pese a que desde
2005 los directivos conocían el riesgo de un derrumbe del mercado inmobiliario,
aseguró ese ex corredor.
De 2005 a 2007, en el corazón
de la burbuja inmobiliaria que otorgaba créditos hipotecarios a compradores
insolventes, Lehman Brothers, que compró muchos de esos préstamos, registró
ganancias récord. Pero desde mediados de 2007 el banco comenzó a acumular
pérdidas y el golpe de gracia llegó nueve meses después, el 16 de marzo de
2008, con la casi quiebra de otro banco de inversiones, Bear Stearns.
Al borde de la bancarrota por sus
apuestas desastrosas, Bear Sterns fue comprado por JPMorgan, bajo la égida de la Reserva Federal ,
medida que socavó la confianza de los mercados, que comenzaron a apostar por la
caída de Lehman.
Las autoridades intentaron hallar un
comprador para Lehman, y negociaron primero con un banco surcoreano y luego con
Bank of America y Barclays.
Estados Unidos acababa de
nacionalizar una semana antes a los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie
Mac, que garantizaban más de 5 billones de dólares de préstamos.
Unos días más tarde, el Estado salvó
a la compañía de seguros AIG, con 180 mil millones de dólares, antes de colocar
a disposición de los bancos otros 700 mil millones de dólares en un polémico
plan de recapitalización. Y ante la polémica de esa acción eligió finalmente
dejar caer a Lehman.
Atrapadas entre el yunque y el
martillo, las autoridades fueron muy criticadas por haber sacrificado a Lehman
Brothers y haber salvado a otros como Goldman Sachs.
La opinión pública ya denunciaba el
rescate de los gigantes de Wall Street a expensas de los contribuyentes, y para
evitar más críticas las autoridades eligieron no actuar.
Washington movilizó billones de
dólares para salvar a cada sector que generó la crisis, pero fuera de Wall
Street el resto de Estados Unidos sufrió penurias. Los suicidios se dispararon,
mientras los deudores perdían sus casas en todo el país. Unos 10 millones de
estadunidenses se quedaron sin trabajo.
Después de 10 años y cientos de miles
de millones en multas a bancos, quizá el mayor legado de la crisis es que nadie
fue juzgado o enviado a la cárcel, denuncia Phil Angelides, quien presidió una
comisión que investigó la crisis de 2008.
La recesión desencadenada por los
bancos que se beneficiaron de inversiones impagables que llevaron a la caída
del sistema financiero trajo como consecuencia una mayor regulación que se
implementó a partir de 2010, bajo el gobierno del presidente Barack Obama, y
que el mandatario actual, Donald Trump, pretende aligerar.
En 2008 el sistema financiero fue
puesto de rodillas por su exposición a inversiones impagables. Hoy, los riesgos
sobre la prosperidad mundial tienen palabras como aranceles, China, países
emergentes, Brexit y Donald Trump. Un coro de organismos
globales, como el Fondo Monetario Internacional, economistas, empresarios y
gobiernos, además de la
Reserva Federal de Estados Unidos, advierten que una guerra
comercial terminará perjudicando a la producción, a los consumidores y a toda
la economía del planeta.
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