18 de mayo de 2020

IIV. Golpes de estado a Salvador y a Evo prueban la 'democracia' del Capital Estado

No hay democracia si desinforma para que, abajo y a la izquierda, no nos preguntémonos y esclarezcámonos sobre:

Las cárceles, el feminismo y

la delgada línea del punitivismo

1 de mayo de 2020

¿Realmente la sociedad se da el debate de pensar quiénes deben acceder al arresto domiciliario y quienes no? ¿Por qué causa más indignación este planteo que los beneficios y tratos especiales a criminales de lesa humanidad? ¿Se está cuestionando tras la pandemia la función de las cárceles, la criminalidad penitenciaria y policial, y la inoperancia del poder judicial? Las pantallas y las redes estallan de indignación por la supuesta “liberación masiva de presos” que en realidad, hilando fino, resulta ser muy selectiva. En general, las cárceles no están ni en la agenda ni en los discursos políticamente correctos porque, como bien decimos las feministas, lo que no se nombra no existe, y dentro de la (súper) población carcelaria, las mujeres y disidencias también son invisibilizadas como en todos los aspectos sociales. ¿Alguien está hablando de las mujeres con hijos, las embarazadas y las personas con enfermedades inmunosupresoras en contexto de encierro?

Por Natalia Tangona para ANRed.

Siempre ha sucedido que ciertas noticias recién demandan atención cuando explotan “del lado de adentro de la Gral. Paz”. En los últimos días la situación del penal de Devoto acaparó las pantallas, siendo que las cárceles del interior comenzaron sus demandas, sus comunicados, sus huelgas de hambre, desde hace casi un mes. Los internos advirtieron de la presencia de agentes penitenciarios infectados mucho antes de la confirmación de casos positivos en Bariloche, Olmos, Campana y Devoto. Advirtieron de los traslados de internos desde cárceles ubicadas en zonas de riesgo hacia penales del interior en pueblos donde no se registraban casos, como Junín. De hecho, el 16 de marzo las mujeres privadas de la libertad en la cárcel de Batán fueron las primeras en tomar la iniciativa de solicitar que se suspendieran las visitas por prevención y cuidado teniendo en cuenta que sus familias viajan horas en transportes masivos para verlas.
En general, las cárceles no están ni en la agenda ni en los discursos políticamente correctos porque, como bien decimos las feministas, lo que no se nombra no existe. Y si los muros ya hacen su parte evitándonos poder ver y los medios tergiversan las voces para no escuchar lo que realmente deberíamos escuchar, el silencio es el remate final para legitimar la barbarie en los sótanos del Estado. Barbarie es la palabra que resume a la concepción del sistema carcelario como centros de hacinamiento, de tortura, violaciones, infecciones y asesinatos declarados por la versión oficial como “suicidios” o “enfrentamientos” entre reclusxs, y archivados como “muertes dudosas”.
El punitivismo es una de las cuestiones más teorizadas y debatidas por los feminismos, en este último tiempo, a partir de la práctica del escrache a abusadores, golpeadores y femicidas. La delgada línea del punitivismo serpentea entre los justificativos, los discursos éticos y el dolor. Lo cierto es que los feminismos no buscamos generar el mismo dolor al escrachado ni venganza, sino advertir, exigir, gritar, no olvidar, cuidar y aplicar la condena social en tanto no haya políticas efectivas de prevención y contención ni justicia. Porque ellos, los pedófilos, los violadores, los femicidas, en su mayoría, no están presos (la mayor parte de los internos en las penitenciarias federales cumplen condenas por robo y narcotráfico, sólo el 5% corresponde a delitos sexuales y el 6% a homicidios). Y por eso, en tanto no haya justicia efectiva, habrá escrache. Muy diferente es entender a la justicia como el ejercicio de la tortura y el asesinato sistemáticos.
Lo irrefutable es que para los genocidas y para estos hijos sanos del patriarcado el único lugar posible es la cárcel. Entre éstos hay un conjunto en común de crímenes cometidos contra mujeres, adolescentes y niñas. Aún así, muchos criminales de la dictadura cumplen la preventiva en cárceles vip como la de Campo de Mayo o gozan de prisión domiciliaria. ¿Acaso hablamos de que deben tener todos los mismos beneficios por igual?, no. Se deben regularizar las condiciones sanitarias básicas de las cárceles comunes y allí deben permanecer todos ellos cumplimentando sus penas y los protocolos de prevención ante la pandemia, tal como debe asegurarlo un Estado de derecho que respeta las garantías constitucionales incluso de los que representan las violencias que combatimos quienes luchamos por los derechos humanos. El beneficio del arresto domiciliario frente a los riegos de contagio del coronavirus se aplica a personas con condenas menores o pertenecientes a la población de riesgo, sin embargo quienes deberían acceder a ello aún se encuentran hacinados en las cárceles mientras que genocidas, violadores y femicidas ya están en sus domicilios y, en varios casos, sin previa notificación a las víctimas o sus familiares. Mientras tanto, presxs políticos, presxs por causas armadas, presxs por cultivar cannabis para uso medicinal, o por portación de cantidades insignificantes, por robos menores, con prisiones preventivas por doquier, están en penitenciarías y comisarías colapsadas frente un inminente contagio masivo y devastador que, además, puede extenderse más allá de los muros y calabozos.
Dentro de la (súper)población carcelaria, las mujeres y disidencias también son invisibilizadas como en todos los aspectos sociales. ¿Alguien está hablando de las mujeres con hijos, las embarazadas y las personas con enfermedades inmunosupresoras en contexto de encierro?
En el caso de las mujeres privadas de la libertad la primera causa de detención es el menudeo y transporte de estupefacientes. El 70% se encuentra en prisión preventiva a la espera del inicio de un juicio. Capítulo aparte, o un libro entero, merecerían las causas armadas por el aparato policial y los periplos del horror que padecen quienes no han hecho absolutamente nada y están presxs.
En Argentina no hay un registro sistematizado ni actualizado de datos sobre presas por aborto. El Código Penal establece una pena de 1 a 4 años pero la libre interpretación de jueces y juezas hace que muchos casos se caratulen como “Homicidio agravado por el vínculo”. Ésto, sumado a la falta de relevamientos completos, contribuye a la total invisibilización de las mujeres condenadas por abortar. ¿Cuántas están en prisión a la espera de un juicio caratulado vaya a saber de qué forma?.
El 8 de abril, el juez de la Cámara de Casación Penal bonaerense, Víctor Violini , dispuso mediante una resolución el beneficio del arresto domiciliario a detenidos por delitos leves y en riesgo sanitario. Según él mismo declaró no lo permite a quienes están presxs por delitos cometidos con armas, delitos de violencia de género, delitos de abuso sexual o delitos cometidos con violencia. Sin embargo, la realidad siempre es bien distinta cuando el poder judicial es deshumanizado y patriarcal.
En un artículo publicado por Página 12, el 18 de marzo, Adriana Meyer resumió claramente estas desigualdades: “La ley 24.660 indica en el artículo 32 que los jueces pueden disponer la prisión domiciliaria a las mujeres embarazadas y a las que tienen hijes pequeñes a su cargo. Pero el cumplimiento queda a la arbitrariedad de jueces y juezas. La selectividad del sistema penal se ve con claridad en estos casos, cuando en gran medida se le concede con facilidad la domiciliaria a los genocidas, pero a las mujeres pobres y con hijxs, no. También se pidió que se revisen las causas por homicidios agravados o intentos de homicidio en los que las mujeres están detenidas por defenderse de sus parejas.”
La feminización de la pobreza, la criminalización de las mujeres y disidencias y la justicia patriarcal se complementan y retroalimentan calando tan hondo que ni en los discursos ni las agendas de los feminismos más representativos las presas y les preses están presentes. En la última reunión informativa por videoconferencia de la Comisión de Mujeres y Diversidad con del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad ninguna de las asistentes, ni la ministra siquiera, dijeron una sola palabra sobre la situación de las encarceladas ante la pandemia de Covid 19, siendo que ya el 20 de abril, las internas de la Unidad Penitenciaria n°33 de Los Hornos habían emitido un comunicado donde expresaron “un penal que no sólo aloja mujeres sino también a sus hijos hasta los cuatro años de edad; a adultas mayores; con VIH; con enfermedades respiratorias (…)
Pedimos ser contempladas en el Plan de Emergencia Sanitaria y que las malas condiciones en nuestra situación de encierro sean tenidas en cuenta en el contexto actual de pandemia por COVID 19. La cárcel no está preparada para atendernos si nos enfermamos y los efectos serían devastadores (..) Vinimos a pagar una condena, no a morir en una cárcel.” Además, el pasado 24 de abril, las mujeres privadas de la libertad en la Unidad Penitenciaria n°3 del Borbollón, en Mendoza, fueron reprimidas por el grupo masculino de choque del Complejo Boulogne Sur Mer con golpizas y disparos, tras iniciar un reclamo sonoro ante una nueva negativa de parte de las autoridades a sus notas solicitando garantías de higiene y celulares para comunicarse con sus hijes (beneficios que sí se habían otorgado en el Complejo de varones).
Por su parte, el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos elaboró recomendaciones irrisorias al Servicio Penitenciario Federal, como si el actual estado de las prisiones cumpliera con los mínimos requisitos de sanidad y como si la idiosincrasia del personal carcelario guardara algo de respeto por la dignidad humana cuando se trata de presxs comunes y pobres. A nadie se le ocurre considerar la formación de género.
En las últimas horas, cinco de los seis módulos del Complejo IV de Mujeres de Ezeiza comenzaron una protesta pacífica exigiendo el cumplimiento del protocolo de salud y que se tomen medidas para descomprimir la superpoblación. Las internas del Centro de Rehabilitación de Drogadependientes (CRD) denuncian que se relizan requisas excesivas (30 requisas para 11 mujeres, obligándolas a quitarse la ropa y tocándolas a todas con los mismos guantes) y el recrudecimiento de la falta de insumos sanitarios como guantes, barbijos y botas para las encargadas de la limpieza de los pabellones.
En lo que va de la cuarentena se contabilizan oficialmente los asesinatos de José Candía, en Corrientes, y Federico Rey, en Florencio Varela, ambos a balazos, por parte del SPF. Se sospecha de otras dos posibles muertes más en Devoto. Y en la Unidad 40 de Lomas de Zamora, Magalí Saraco, de 27 años, fue hallada ahorcada en una celda de castigo, estando a días de recuperar la  libertad y reencontrarse con sus hijes. También hubo “suicidios” en San Luis: Florencia Magalí Morales, de 39 años, en la comisaría 25ª de Santa Rosa de Conlara y un chico de 16 años en la Comisaría de Atención a la Niñez, Adolescencia y Familia, de Villa Mercedes.
¿Realmente la sociedad se da el debate de pensar quiénes deben acceder al arresto domiciliario y quienes no? ¿Por qué causa más indignación este planteo que los beneficios y tratos especiales a criminales de lesa humanidad? ¿Se está cuestionando tras la pandemia la función de las cárceles, la criminalidad penitenciaria y policial, y la inoperancia del poder judicial?
Mientras las pantallas y las redes estallan de indignación por la supuesta “liberación masiva de presos” que en realidad, hilando fino, resulta ser muy selectiva, Miguel Ángel Pierri es designado como colaborador de Sergio Berni, en el Ministerio de Seguridad Bonaerense. Pierri fue el abogado defensor del femicida de Ángeles Rawson, Jorge Mangieri; participó de la defensa del padre Julio Grassi e incluso estuvo detenido por encubrimiento en esta causa. Al parecer, el Estado está muy lejos aún de discusiones y acciones estructurales en torno a las cárceles y la perspectiva de género, demasiado distante de las representaciones no sesgadas y por demás enviciado con la misma doble vara de la justicia patriarcal, de la cual no se eximen legisladores y mandatarixs escudadxs en el discurso de la división de poderes.
Del otro lado de la reja está la realidad, de este lado de la reja también está la realidad”, pero lo que no puede ni quiere verse, ni escucharse, ni pensarse, no puede ser puesto en palabras. En nuestros feminismos tan llenos de voces desapresadas y no olvidadas habrá que escuchar con los ojos y observar las voces a través de los muros donde “la libertad es real aunque no se sabe bien si pertenece al mundo de los vivos, al mundo de los muertos, al mundo de las fantasías o al mundo de la vigilia” Después de todo, si hay algo que nosotres sabemos muy bien es que “la única irreal es la reja.”*
*Fragmentos de Paco Urondo.

Observemos que el capitalismo hoy completamente mundializado no sólo expropia bienes comunes y derechos a una creciente mayoría sino también llena sus cárceles de esos desposeídos. Cárceles bajo estado de excepción desde décadas y aisladas, aceptadas por nosotres, les diverses de abajo sin fronteras.

Voces de Guayaquil, epicentro de la pandemia en Ecuador (XIII)

«Es más fácil presentar

 a los encarcelados como

desadaptados a los que temer,

que como personas con necesidades»


5 de mayo de 2020
Por Silvia Arana (Rebelión)
En la décima tercera entrega de la serie, la docente de cine que imparte talleres en dos cárceles de Guayaquil, Priscilla Aguirre, se refiere a la situación de las personas privadas de libertad durante la pandemia. Advierte de que incluso si se implementara la necesaria liberación por razones humanitarias de los presos poco peligrosos, pero al mismo tiempo se continuara enviando a la cárcel a otras personas (por incumplir la cuarentena, por ejemplo) no se estaría modificando sustancialmente la situación de hacinamiento y, por ende, de extremo peligro a contagio del coronavirus dentro de las cárceles.
Entrevista a Priscilla Aguirre, docente de cine y documentalista. Imparte (en tiempos normales) talleres de cine y fotografía en dos cárceles de Guayaquil.
¿Podría hablarnos de su trabajo como educadora en centros de detención de Guayaquil?
Llevo trabajando desde marzo de 2018 con el Centro de Privación de Libertad Femenino de Guayaquil y desde agosto de 2019 con el Centro de Adolescentes Infractores Varones de Guayaquil. En ambos centros imparto dos talleres de cine documental y fotografía. Es por este motivo que he desarrollado un profundo interés por la situación de las personas privadas de libertad y sus familias. Me une una gran amistad y un gran cariño con todos/as mis estudiantes en ambos centros y por eso me preocupa la situación de las cárceles en el país. 
¿De qué rango de edad son las mujeres que asisten a los talleres?
Mis estudiantes en la cárcel de mujeres tienen entre 21 y 56 años.
¿Y los adolescentes estaban por microtráfico de droga o por varias razones?
Los adolescentes casi todos eran por sicariato tristemente. 
Según las autoridades penitenciarias hubo “motines” de presos el 20 de marzo en Lago Agrio-Sucumbíos, el 22 de marzo en Ibarra y el 19 de abril de 2020 en Ambato. Dado que ni familiares ni abogados pueden ingresar a las cárceles por la emergencia sanitaria y el estado de excepción, ¿alguien ha podido corroborar las causas de las protestas de los presos? 
Yo en verdad no tengo datos concretos sobre esos motines, lo que sí podría decir al respecto es que desde que desapareció el Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, institución que regía antes las cárceles del país, varios acontecimientos de este tipo empezaron a suscitarse que iban encaminados a exigir mejoras en la calidad de vida de las personas privadas de libertad dentro de los centros. 
Muchas cosas cambiaron con la eliminación de este ministerio. Muchos presupuestos se redujeron para este sector de atención prioritaria, y las consecuencias se vieron en la serie de actos violentos que ocurrieron durante el año pasado en varias cárceles del país. Esto no sé si recuerdan, desencadenó que se instaure un estado de excepción en todo el sistema de rehabilitación social, medida que trajo muchas consecuencias. Podría suponer que estos motines están relacionados a pedidos parecidos a los de aquel entonces. Muchas personas privadas de libertad están solicitando más protocolos preventivos para los guías penitenciarios y el personal que entrega las comidas, que entra y sale a diario de los centros. También tengo entendido que les preocupa con justa razón el hacinamiento en este contexto. Entonces uno de los motivos que podría haber detrás de los descontentos de la población penitenciaria es la atención que desean que se establezca:
 1) Que no se llenen las cárceles de personas que sean apresadas por no cumplir las reglas del confinamiento, 2) Que liberen a las personas sin sentencia o con penas leves, 3) Que se creen espacios adecuados de aislamiento para posibles contagiados.
En resumen, no desean contagiarse ni morir de esa forma, pues conocen que acceder a medicina y atención médica de calidad en ese contexto, es sumamente complejo. 
 ¿Nos podría comentar sobre las cárceles de mujeres en Guayaquil? ¿Cómo era la situación previa al coronavirus? ¿Y actualmente?
La cárcel de mujeres de Guayaquil suele albergar entre 800 y 900 mujeres, casi el doble de su capacidad. En ella existen mujeres con todo tipo de casos y sentencias que conviven en cinco áreas de pabellones. En su día a día se ofrecían dentro del centro penitenciario clases de educación primaria, secundaria e institutos tecnológicos. A su vez existían cursos de manualidades, deportes, música, cine, fotografía, teatro y sesiones de diferentes iglesias que trabajaban en el centro también. En estos espacios las chicas podían aprender cosas nuevas y entretenerse. A partir del coronavirus, toda actividad se vio interrumpida, así como el ingreso de visitas. Las últimas visitas permitidas en este centro fueron la primera semana de marzo. Es decir,  hoy se siente el encierro mucho más porque una cosa es no poder salir de tu casa y estar con tu familia, y otra es no poder salir de tu celda o pabellón y tener la angustia de no entender bien lo que ocurre afuera. Tengo entendido que el personal administrativo de este centro tampoco está asistiendo a realizar trabajo presencial, por tanto hay muchas dudas de las privadas de libertad sobre la situación que les depara en todo sentido, y sobre todo en torno a los casos de personas que tienen ya sentencias cumplidas y no pueden salir porque no se les da trámite a sus casos y demás. 
Según información proporcionada por la madre de una de mis alumnas privadas de libertad, en los inicios de la pandemia, se permitió el ingreso de medicinas que los familiares podían llevarles, pero ahora eso también está restringido. Varias de ellas han estado con gripes y otro tipo de dolores, y el acceso a atención médica dentro del centro está también complicado por el contexto. Sin embargo, también por testimonio de familiares de privadas de libertad, se que se considera de cierto modo la privación de la libertad como algo «ventajoso» en estos momentos debido a que al menos en esa situación las personas tienen las tres comidas diarias aseguradas, en contraste con muchos ecuatorianos de a pie que se encuentran luchando por conseguir cómo alimentarse una vez al día.
¿El SNAI ha tomado medidas de prevención adecuadas contra el contagio de COVID-19?
Sí, tengo entendido que se han proporcionado mascarillas y guantes al personal de guías penitenciarios, sin embargo he estado leyendo en la prensa, reportajes donde indican que no existen suficientes implementos de bioseguridad como en muchos sectores del país. Adicional a esto, las personas privadas de libertad se organizan en brigadas por pabellones para limpiar y desinfectar sus áreas comunes. También se han extendido los turnos de los guías para que duren 24 horas y así tengan que salir y entrar con menos frecuencia. Sin embargo ya se ha registrado un muerto privado de libertad por COVID-19 en el CDP (Centro de Detención Provisional) del Inca,  en Quito. A su vez el director del SNAI Edmundo Moncayo, ha indicado que (hasta el 17 de abril) solo había dos casos de guías penitenciarios con COVID-19 positivo. Es decir, se vuelve evidente que los guías penitenciarios que deben entrar y salir para cambios de turno, constituyen los principales agentes de riesgo para el contagio del COVID-19  en las cárceles, lamentablemente. 
¿Tiene conocimiento de que haya ocurrido una protesta en alguna cárcel de mujeres?
No tengo conocimiento sobre esto. Lo que sé es que en la cárcel de mujeres de Guayaquil el ambiente se ha mantenido pacífico. Este centro de mujeres es muy pacífico en general. En él aún no se detectan casos de contagio y espero de corazón que así se mantenga. A ellas lo que les preocupa sobremanera es que no vaya a entrar el virus a través del personal que ingresa a diario, sus familiares en el exterior y que las personas sin sentencias ejecutoriadas o con sentencias cumplidas, no puedan tener el debido proceso en sus trámites.
Debido a la pandemia de COVID-19, diversos países (incluido EE.UU., el país con mayor población carcelaria por habitante del mundo) han dejado en libertad en el último mes a miles de personas que habían sido detenidas por delitos menores o próximas a cumplir su condena -siguiendo el pedido humanitario de la ONU de liberar a los presos poco peligrosos. ¿Qué está sucediendo en Ecuador con los detenidos por causas menores entre la población carcelaria de 40.000 personas?
 En Ecuador se habló desde hace varias semanas sobre este asunto. La información que tengo sobre el tema es la que circula por la prensa y que indica que el Servicio Nacional de Atención Integral a Privados de la Libertad (SNAI)  para precautelar la salud de la comunidad penitenciaria incrementó el envío de pedidos de prelibertad a los jueces, quienes  despachan estas solicitudes desde las unidades de flagrancia a escala nacional. Según la entidad, solo en marzo se enviaron 700 solicitudes para que los juzgados los aprueben. Un mes antes se remitieron 279 expedientes. Por ende, en teoría se están haciendo esfuerzos para agilizar este proceso…Lo que habría que pensar en este caso, es listo, gente sale con prelibertad porque cumplen el 60% de sus sentencias. Pero ¿qué cantidad de gente está ingresando al mismo tiempo a las cárceles? ¿Han disminuido los crímenes y detenciones en este contexto? Pues si la respuesta es negativa (es decir, si continúan deteniendo gente como antes), da un poco lo mismo todo esto. 
Una persona privada de la libertad (PPL) de la cárcel de El Inca -donde los presos realizan una huelga de hambre y una protesta en demanda de protección sanitaria (recordemos que el viernes 17 de abril falleció un preso de esa prisión), dijo que los reportes policiales de motines eran exageraciones. Que los presos entienden la medida de aislamiento, que solo demandan protección para no morir contagiados. ¿Cómo ve la situación?
No tengo mucho conocimiento sobre este caso y no me gustaría decir que es una exageración o no. Lo que sí sé, por el conocimiento que tengo del sistema penitenciario local, es que por lo general intenta ser mostrado por el lado fácil. Es decir, es más fácil presentar a los privados de libertad como desadaptados a los que hay que temer, en vez de seres humanos con las mismas necesidades de quienes estamos afuera. 
Independiente de lo que cada uno de ellos haya cometido, dentro de las cárceles habitan seres humanos. Todos tienen familias, seres queridos y merecen dignidad en su contexto de encierro. Si esto no se cumple, y se sienten amenazados por el miedo al contagio, es probable que puedan desatarse amotinamientos. Esto lo haría cualquier ser humano que se siente olvidado, rechazado y en peligro. 
«Voces de Guayaquil, epicentro de la pandemia en Ecuador» consiste en una serie de entrevistas a residentes días posteriores a que su ciudad estuvo en la primera plana de los noticieros internacionales por los muertos sin sepultura y sus familiares clamando por  ayuda a un Estado aparentemente inexistente. Trabajadores, artistas, estudiantes, docentes comparten sus vivencias desde la ciudad que es el centro económico y financiero del país y que paradójicamente también es la ciudad con mayor concentración de pobreza. Se estima que un 17% de los 2.700.000 habitantes de la urbe viven en condiciones de pobreza. Recostada sobre las aguas terrosas del río Guayas, con un clima muy cálido y húmedo que no hace mella en la actividad intensa y el carácter hospitalario y amable de sus habitantes, Guayaquil tiene la mayor densidad de población del país y el sistema de transporte público con más usuarios. Estos elementos junto a las profundas deficiencias del sistema de salud pública nacional cuyo presupuesto fue reducido un 36% en el último año y la desorganización del gobierno municipal son factores que ayudarían a explicar por qué la ciudad concentra el 70% de los casos de COVID-19 en Ecuador y la mayor cantidad de contagios per cápita en toda América Latina.
Libertad Gills coordinó la realización de todas las entrevistas de esta serie.
Enlaces a las entrevistas previas de la serie:




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Blogs amigos